Luchar por los sueños de toda una nación andacollina

07 Diciembre 2008
Un día no muy lejano puede que ya no hayan cerros ni animales pastando en estas praderas pero siempre estaremos nosotros acá, la tierra es tierra y cada vez que le damos la espalda, sangra. Por: Eduardo Duarte.
Eduardo Duarte Yañez >
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Cuando era pequeño, un crío apenas, mi abuelo me miró fijamente a los ojos, con su enorme mano derecha cubrió mi cabeza y me dijo, hijo mío un día no muy lejano puede que ya no hayan cerros ni animales pastando en estas praderas, pero siempre estaremos nosotros acá, la tierra es tierra y cada vez que le damos la espalda, sangra.
Por aquel entonces solo atiné a sonreír y sentir su mirada sobre mis ojos, me costó años de ignorancia, olvido y renegar muchas veces diciendo que era de La Serena por el estúpido temor de que me trataran de huaso o pueblerino si decía que era de Andacollo, por temor a que mis supuestos nuevos amigos de la ciudad se burlaran de que provenía de un pueblo.
Nunca podré perdonarme mi ignorancia y la gran insensatez que me gobernó aquel tiempo.
Han pasado tantos años, tantas generaciones y hemos ido olvidando a tantas personas que elevaron el nombre de nuestra tierra hasta el mismo infinito inmortal. Los hemos olvidado y no es justo para ellos, para nosotros, ni para nuestro pueblo.
Hoy que comenzamos una nueva etapa de despertar social, donde cada vez somos más conscientes de que nuestro destino como comuna está en nuestras manos, no puedo dejar de recordar a tantos que dieron y siguen dando su vida por mantener vivo el alma de nuestra tierra. Cientos de mineros olvidados, maestros, músicos, comerciantes, gente humilde y líderes natos, tantos andacollinos que nos enseñaron que se puede mejorar, que depende de nosotros.
Hoy más que nunca debemos ser capaces de recuperar nuestra historia, de lanzarnos a investigar donde están los pasajes perdidos de nuestra vida como andacollinos y heredarles a nuestro hijos e hijas, el orgullo de nacer en estas mágicas montañas sagradas. Todos los esfuerzos serán recompensados en nuestro espíritu, en el brillar de las miradas de nuestros jóvenes.
Pero de ilusiones y discursos poéticos no se construye un trabajo firme, es por esto que debemos ser guardianes de nuestro destino y por mucho que confiemos en la llegada de nuevos tiempos, debemos estar atentos a contribuir, a exigir ser escuchados, a exigir estar en las decisiones que nos afectan como pueblo y por sobre todo a exigir que todo lo que se construya de ahora en adelante, sea con transparencia y consecuencia.
No concibo la idea de tener servidores públicos en nuestro municipio de Andacollo que cobren dos sueldos uno para una ideología y otro para otra, no hay ética en quien pretende justificar su profesionalismo trabajando a dos bandas, ese tiempo pensamos que lo hemos sellado para siempre.
Necesitamos recuperar la ilusión de sentir un día cercano que los hijos e hijas de Andacollo tendrán un futuro digno en nuestra comuna, no podemos permitirnos trabajar pensando en que tarde o temprano ellos deberán marchar por que en nuestra tierra no hay vida para ellos, para su desarrollo.
Todo esto no pasa por un problema económico o falta de recursos como tantas veces nos mintieron tantos políticos, sino que pasa por una integración total de la comunidad con la gestión municipal, con una planificación pensada no para sobrevivir, sino para vivir, para sustentar nuestro futuro.
Se puede hacer, esperamos y otorgamos el primer voto de confianza a la nueva administración municipal para que camine en aquella dirección, no es una tarea fácil, sería sencillo tomar el camino de la planificación pensando en el interés político y personal de aquí a cuatro años más, pero eso jamás será la solución al problema, hoy necesitamos que nuestras nuevas autoridades sean valientes y por sobre todo humildes a la hora de saber interpretar los anhelos y sueños que ya más de cuatro siglos espera la nación andacollina ver cumplidos, adelante, todo está en nuestras manos y este es el mayor reto que nos depara la historia para reconciliarnos con ella.