¡Tierra a la vista!

12 Octubre 2009
517 años después de la llegada de Cristóbal Colón y a meses del Bicentenario de la República de Chile, ¿a donde vamos como nación independiente?
Eduardo Duarte Yañez >
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Solo estamos a diez años del 2020, año donde llegaremos a ser un país desarrollado según aseguró el actual ministro de hacienda Andrés Velasco, es por esto y en retrospectiva a modo de flash back, miramos hacia el pasado y entendemos que esta ilusa e incontestable afirmación, nos desquicia.
Una nación donde sus historiadores han silenciado la voraz matanza indígena desde la existencia de la república, un ejército de ciudadanos que no quieren que sus vecinos progresen y tengan beneficios, si ellos no los tienen también, aunque no los necesiten.
Una montonera política bipolar desconectada de la realidad del chileno común -por definir la amplia mayoría que se descresta por sobrevivir en un sistema económico y social hostil-, políticos que protegen el idealismo de su bolsillo y el de su fanáticos servilistas incondicionales.
Un país invadido de pensadores y columnistas opinantes que superponen su verdad como absoluta, contenidos televisivos basura y duopolio comunicacional escrito que nos aturde la conciencia. Así van formándose los nuevos hijos de nuestra querida patria, bajo la regla de oro: “que otros piensen por nosotros”, total, si lo dice la tele o el diario del quiosco, debe ser cierto, para que vamos a ponernos a cuestionar, reflexionar y perder el tiempo.
Ni siquiera capaces somos de desconstruir la realidad adormecida donde permitimos nos secuestraran, para que luchar por algo, eso de creer que podemos mejorar dejémoselos a los otros, ¿a cuales otros?, nose, a los que sean.
Retumban en nuestros oídos las palabras de Rodrigo de Triana: “¡Tierra a la vista!” y nos imaginamos sobre un cerro cualquiera –de los que quedan- en Andacollo y avistamos a ojo limpio el colchón de tierra que nos asfixia sigilosamente con su secreto contaminante bien coludido, no es la visión de Triana, pero si nos recuerda lo mucho que deben cambiar las voluntades ciudadanas para que nuestra patria sea nuestra, justa y prospera de verdad.
Nunca imaginamos crear certezas, nunca lo haremos, para aquello están los arlequines comediantes de lo fácil. Nuestro sino es el botón del debate, la brisa fresca de la duda razonable, la imperfección del intento perseverante.