Centrales Termoeléctricas: ¿Hacia un Chile sustentable?

24 Febrero 2011
Este modelo económico es la total dependencia de recursos naturales no renovables que, sin siquiera tomarse la molestia de darle un valor agregado, nuestros gobiernos han insistido en mantener pensando siempre en el corto y mediano plazo.
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Por Rodrigo López Pulgar
Esta verdadera fiebre por aprobar proyectos termoeléctricos a como dé lugar, tiene a la ciudadanía más que preocupada. Y no sin razón. Más allá de las aprensiones ambientales que surgen a partir de las posibles consecuencias de estos proyectos, son las malas señales en los ámbitos social y político las que ponen en tela de juicio la supuesta “buena voluntad” de nuestras autoridades.
El actual gobierno de Chile ha tomado la decisión de enfrentar el desabastecimiento energético construyendo centrales termoeléctricas a carbón, cuyo principal consumidor será el intensivo sector minero. Esta decisión pasa, a todas luces, por asumir como premisa que la matriz productiva que nos hará seguir creciendo —económicamente—como país seguirá siendo la minería, esto es la extracción y exportación de nuestros recursos minerales o commodities. Lo preocupante de este modelo económico es la total dependencia de recursos naturales no renovables que, sin siquiera tomarse la molestia de darle un valor agregado, nuestros gobiernos han insistido en mantener pensando siempre en el corto y mediano plazo. Pan para hoy, hambre para mañana. Lo que ocurra después de agotados nuestros recursos naturales…bueno, ya se verá más adelante.
La necesidad energética se basa, entonces, en la naturaleza de nuestra matriz productiva. Resulta increíble, por no decir otra cosa, el ahínco que ponen las autoridades en exhortar a la población a ahorrar energía y repartirle ampolletas de bajo consumo, dejando fuera de la concientización y el racionamiento a las grandes empresas mineras o industrias en general: es —y siempre ha sido—más fácil cortar el hilo por la parte más fina. La construcción de centrales termoeléctricas en nuestro país se enmarca en este escenario absurdo, donde el crecimiento económico per se viene a ser una doctrina ciega que no acepta reparos ni alternativas: más divisas para seguir consumiendo a un ritmo que nos hace llegar a olvidarnos de nosotros mismos. Si a esto le agregamos una celosa preocupación de nuestra autoridad ambiental por que la bacanal siga sin problemas, tenemos nada más ni menos que el ya manoseadísimo concepto de “desarrollo sustentable” que algunos quieren alcanzar.
Pero el carbón, como todo combustible fósil, es un recurso natural limitado que no asegura un abastecimiento al largo plazo. La extracción de éste a cambio de alterar el equilibrio ecológico y la calidad de vida en su entorno directo sólo para consentir el capricho de gobiernos populistas de corto plazo, más interesados en el rating que en el bienestar social, nos habla de una sustentabilidad de papel, o mejor dicho, de un holograma de sustentabilidad.
Promisorio futuro el que le espera a nuestra larga y angosta faja de tierra. Con las centrales termoeléctricas en plena operación, y abasteciendo al sustento de Chile en el norte, podemos estar tranquilos de que la actividad económica seguirá pujante y de que nuestras capacidades de consumo no se verán amenazadas. Al fin podremos ver las calles de nuestras ciudades atiborradas de enormes y lujosas 4x4, nuevos y exclusivos barrios residenciales en las afueras —gracias a brillantes proyectos de expansión urbana como el PRMS-100—, más centros comerciales y gigantes torres de oficinas. Por eso, disfrutemos de la fiesta mientras dure.
Rodrigo López Pulgar
Coordinador Comisión PRO medio ambiente Partido Progresista

Comentarios

Imagen de julio morales

Lo voy a repitir. Saludos

Lo voy a repitir.

Saludos Julio

Cuando se discute sobre el tema energético analizando cada proyecto de manera individual, las cosas se vuelven confusas y es difícil formarse una opinión general. Porque claro, oponerse a una termoeléctrica a carbón instalada en medio de una ciudad, donde hay niños, ancianos, etc., es una posición evidente, ¿quién podría apoyar algo así? Pero cuando se analizan proyectos como Hidroaysén, una hidroeléctrica aparentemente limpia, o la extracción de carbón en una isla magallánica que pocos conocen, el juicio se hace mucho más complejo.

Para formarse una opinión certera es necesario analizar el panorama completo y formularse las preguntas adecuadas, ¿para quién es esta energía?, ¿quiénes necesitan esta energía barata, por la cual vamos a tener que destruir islas, ríos, bosques, etc.?

Al estudiar las estadísticas publicadas por la Comisión Nacional de Energía uno se percata que básicamente quienes tienen esa necesidad son las industrias, y muy especialmente el sector minero (uno de los principales consumidores de electricidad). Es decir, la energía no es para el hervidor eléctrico de la Sra. Juanita, sino para abastecer los negocios (y negociados) del 5% de la población mundial que es dueña del 80% de la riqueza del planeta, entre ellas de las mineras que operan en Chile.

La minería privada en Chile genera al año más de 20 mil millones de dólares en utilidades, dejándole al fisco sólo 3 mil millones de dólares en impuestos y royalty. Es decir, estamos destruyendo nuestro medioambiente, nuestros ríos, fiordos, bosques, matando nuestra fauna terrestre y marina, con el afán de producir energía barata para ?alimentar? a un sector que ha sido mezquino con nuestro país. Una especie de saqueo, algo conocido en nuestra historia.

?No necesitamos una mina a tajo abierto en Isla Riesco, ni tampoco termoeléctricas porque la minería privada tiene recursos más que suficientes para invertir en proyectos energéticos limpios.

Durante los ?80 fue la privatización irregular de las empresas del Estado, muy bien documentado por María Olivia Monckeberg en el libro ?El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado Chileno?. Pues bien, ahora observamos otro saqueo, quizás no tan nuevo pero si más vistoso, el saqueo ecológico. Estrujar ecosistemas en función de la obtención de dinero, para seguir engordando los bolsillos obesos y codiciosos de quienes teniéndolo todo, esperan tener más. Esta política del saqueo ha sido una de las principales causas de la mala distribución del ingreso en nuestro país.

Por esto, no es correcto analizar el tema energético sin analizar también el tema minero y la mala distribución del ingreso. Finalmente todo está conectado, dejando en evidencia que en definitiva lo que tenemos frente a nuestros ojos es una falla completa del sistema. Un sistema, que como muchos economistas han ido reconociendo, especialmente después del 2008, se ha construido sobre falacias. El mercado regula todo, la famosa mano invisible, que en realidad no es más que la mano de los que acumulan el capital financiero. De los que gracias a ese poder han incidido en nuestros gobiernos, logrando royalties miserables, obteniendo autorizaciones ambientales, y una serie de otras cosas.

No necesitamos una mina a tajo abierto en Isla Riesco, ni tampoco termoeléctricas en Copiapó, Cobquecura, Puchuncaví, y tantos otros lugares, porque la minería privada tiene recursos más que suficientes para invertir en proyectos energéticos limpios, con energía solar, geotérmica, u otras, que no nos dejarán un pasivo ambiental que después tendremos que pagar nosotros (o nuestros hijos). Lo que necesitamos más bien es cobrar un royalty justo y mejorar la distribución del ingreso, porque esas sí son prioridades. Me gustaría ver a nuestros políticos en eso y no haciéndole la pega a las transnacionales que llevan décadas profitando de nosotros.

Manifiesto mi más profundo rechazo al chantaje energético que se está planteando en este momento, como si realmente necesitáramos estos proyectos para seguir usando nuestros hervidores o ampolletas. Y propongo exigir que las mineras privadas se autoabastezcan de energía, un 100% de la cual debería provenir de fuentes renovables producidas en el norte del país. No es inteligente seguir hipotecando nuestro futuro destruyendo los escasos ecosistemas prístinos que van quedando en el planeta, para ahorrarle dinero justamente a quienes lo están concentrando todo.