El árbol de papas fritas

06 Marzo 2007
Un concepto como tal surge de una mente infantil, innvadora, pero que la escuela aturde entregando conocimientos y respuestas preestablecidas. Ya es hora de romper con eso.
Javier Martinez >
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Mi hijo mayor, Iñigo, acaba de cumplir 3 años y hace unos cuantos meses me disparó a bocajarro esta frase: "Mira papá, un árbol de patatas fritas". Debo confesar que me dejó pensando un buen rato sobre qué tipo de asociaciones se activaron en su imaginación para inventar semejante variedad de árbol.
Mi hijo pequeño, Pablo, tiene 1 año y medio y mientras trata de perfeccionar su técnica para caminar, cada día se cae al suelo alrededor de 100 veces.
¿Qué tienen en común ambas situaciones y qué relación tienen la innovación y el aprendizaje?
En enero, el Centro de Innovación de la Universidad Adolfo Ibáñez, cuya Escuela de Negocios es una de las más prestigiosas en Latinoamérica, me pidió impartir una conferencia a sus socios (responsables de innovación de las principales empresas chilenas) sobre gestión del conocimiento.
No soy ningún experto en innovación y como les contaba a los asistentes a la conferencia, mi definición de innovación se resume en estas afirmaciones bastante rústicas:
* Dudar de todo
* Pensar absurdamente
* Romper las reglas y adentrarse en lo desconocido
* NO dar nada por sentado, no conformarse
* Ser descabellado y ser curioso
* Hacerse muchas preguntas (aunque no tengan sentido)
De lo que no me cabe duda es que para innovar deben darse al menos 2 condiciones:
1. Saber innovar (algo que nuestro sistema educativo ignora sistemáticamente)
2. Que exista un entorno que facilite la innovación (aunque en muchísimas ocasiones ocurre por accidente, por suerte, mientras se buscaba otra cosa).
1. SABER INNOVAR:
Si queremos que las personas innoven, tenemos primero que respondernos estas 2 preguntas: ¿Cómo se innova? ¿Cómo se aprende a innovar?
Analicemos qué hacemos para enseñar a los niños a ser innovadores (a no ser que pretendamos enderezar un árbol a los 25 años o que creamos que innovar es un privilegio solo al alcance de artistas y mentes privilegiadas):
Sentamos a 30 niños de la misma edad (a veces con uniforme, otras veces separados en función del sexo …) entre las 4 paredes del aula, en filas paralelas como en una fábrica y les bombardeamos cada hora con una asignatura distinta y un profesor diferente durante 17 años ininterrumpidos.
Los niños escuchan, cogen apuntes, memorizan y lo repiten en un examen. Les enseñamos datos, conceptos y teorías porque es lo más fácil de medir en un examen. Pero las habilidades que realmente importan para vivir y para innovar no se pueden medir de esa forma tan banal. ¿Te imaginas que cada fin de mes, tu jefe te hiciese un examen oral o escrito tipo test y te pagase tu sueldo según la nota? Lo más descabellado no es el mecanismo, sino asumir que hay sólo una respuesta correcta para todo. Si eso es así, entonces nos estamos equivocando de preguntas.
Innovar y ser creativo depende de hacerse las preguntas adecuadas en el momento oportuno algo que la escuela reprime continuamente. La situación a la que más miedo tiene un profesor es a que le hagan preguntas que no pueda responder y para evitarlo, hemos llenado la educación de respuestas a preguntas que los niños nunca se hacen. La escuela trata de convencernos de que necesitamos respuestas, que hay respuestas correctas y que si las aprendemos, todo irá bien y tendremos recompensas.
Lo que la mayoría creemos que es esencial para enfrentar la vida como adultos no tiene apenas relación con lo que hoy se enseña en los colegios. Por si fuera poco, actuamos como si fuese posible explicarse el mundo encerrado en la sala de un edificio que cada vez tiene menos relación con la sociedad que está fuera de él. Es una tremenda contradicción si aceptamos que casi todo lo que es útil para vivir lo aprendemos fuera de las aulas e incluso fuera del currículum formal de cualquier curso.
A pesar de esto, los planes de estudio ejercen una tiranía implacable e insisten en instruir a los alumnos en un extensísimo mar de conocimientos inútiles y de poquísima profundidad. ¿Por qué todos los niños deben relacionarse solo con los de su misma edad y deben aprender lo mismo? ¿Cómo puede educar de verdad un profesor que debe atender 30 alumnos a los que ve 3 horas a la semana y solo durante un año?
La escuela ha sido diseñada como la conocemos por motivos económicos (educación en masa y economías de escala) pero no por criterios de aprendizaje y menos de innovación. El alumno no tiene ninguna libertad para seguir sus intereses, ningún protagonismo, es un monopolio del profesor que, no olvidemos, tiene una visión bastante fragmentada del mundo. En este contexto, se espera mucho de lo que puedan hacer los computadores en el aula para mejorar el panorama pero hasta ahora han ofrecido muy poco. ¿Es culpa de la tecnología?
Está claro que NO estamos educados para innovar, emprender ni colaborar aunque naturalmente estemos hechos para adaptarnos al cambio. Hemos sido educados para creer y no para dudar ni para pensar. Nuestra curiosidad innata de la infancia va mutando a través de los años en una actitud menos imaginativa y mucho menos cuestionadora.
No se puede innovar por decreto ni se puede enseñar a innovar, pero sí se puede aprender. El colegio se está convirtiendo en un museo, apenas ha evolucionado en 4.000 años (no hay mucha oportunidad de actuar, solo de hablar, escuchar y escribir), y hoy es un entorno de aprendizaje artificial y empobrecido. Planteemos a nuestros niños desafíos que les exijan poner a funcionar toda su energía e imaginación. Enseñémosles a pensar por ellos mismos, a hacerse sus propias preguntas y a responderlas de múltiples maneras. Las escuelas, en general, no saben hacer esto y por eso las aulas de clase se están quedando obsoletas. Es hora de innovar.
2. ENTORNO QUE FACILITE LA INNOVACIÓN:
Las organizaciones viven una situación de esquizofrenia. Exigen emprendimiento y creatividad pero castigan los errores y limitan la autonomía de sus miembros. Hablan de trabajo en equipo y colaboración (la base de la gestión del conocimiento) pero incentivan y premian resultados individuales y no a quien comparte su conocimiento. Seleccionan personas entrenadas desde la infancia para competir en lugar de compartir. Las organizaciones jerárquicas no son democráticas ni están diseñadas para ayudar y pedir ayuda, buscan la perfección de las tareas y no la innovación de las mismas.
Innovar es sinónimo de cambio y cambiar es algo que tanto el ser humano como las organizaciones resisten por naturaleza. Innovar también implica mejorar, para eso hay que aprender y por tanto aceptar el fracaso como parte del proceso. Para lograr tus metas es imprescindible arriesgar y eso significa que sin el ERROR es difícil progresar ya que este provoca la innovación y el aprendizaje. Insisto reiteradamente en el error como el elemento más importante para el aprendizaje, pero en general el miedo a equivocarse es más poderoso y suele ganar la partida ya que las organizaciones y los directivos son poco permisivos con el error. En un entorno de miedo al fracaso, donde temo las consecuencias de mis acciones, es muy difícil que florezca la innovación porque las personas priorizan su seguridad, su estabilidad. Es hora de desterrar el miedo, han sido muchos siglos de vivir bajo su predominio (infierno, pecado, culpa ...).
El verdadero aprendizaje requiere práctica y error: Hasta que no hago, no sé, Si no haces, no aprendes. Resulta curioso que la metodología de Aprender Haciendo se aplica, sin siquiera dudarlo, en aquellas tareas donde está en juego la vida, por ejemplo, en el caso de los cirujanos, los militares, los pilotos y conductores de cualquier vehículo… En su caso importa mucho más que hagan bien lo que tienen que hacer en lugar de que contesten bien un prueba de respuesta múltiple en un aula.
A los profesionales de hoy se les exige que jueguen un triple rol: Trabajar, Aprender y Enseñar. Para ello es necesario alcanzar previamente un grado de madurez organizacional, de incentivos a la colaboración, de tolerancia al error y de apoyo al desempeño de las personas que no es todavía regla común. Aprender no puede ser una actividad separada del trabajo. Reconocer que no se sabe y pedir ayuda tiene que ser natural así como ofrecer ayuda debe ser reconocido.
La innovación y el aprendizaje comparten algunos elementos comunes:
1. Ambos son procesos dinámicos
2. Ambos se proyectan hacia el futuro
3. Exigen como condición indispensable ser curioso y por supuesto …
4. exigen una decidida voluntad de mejorar (y por tanto de arriesgar)
La innovación y el aprendizaje culminan en el conocimiento. Sin embargo, el conocimiento:
1. es el resultado de un proceso
2. se refiere al Presente/Pasado (puesto que ya lo tengo)
3. se basa en Certezas (hechos aceptados y probados)
4. y es Estático.
Si tu proyecto de Gestión del Conocimiento consiste en empaquetar y distribuir conocimiento a través de algún medio tecnológico, te estás creando un problema muy serio. El conocimiento es un enemigo del aprendizaje. La innovación te dice reinventa la rueda mientras la gestión del conocimiento te dice, la rueda ya está inventada. Interesante contradicción, ¿A quién escuchamos?
Iñigo y Pablo saben que nadie les va a castigar por intentarlo, por pensar absurdamente, por perseguir lo que les interesa, aunque se equivoquen. Es parte de su aprendizaje natural. Los cocineros son, hoy en día, un claro ejemplo de innovación combinando ingredientes y técnicas para diseñar platos que hace poco resultaban impensables. A nadie se le ocurre censurarles por el tiempo y el esfuerzo que dedican en sus laboratorios a investigar y a fracasar continuamente.
Para innovar hay que aprender y, a la velocidad a la que ocurren los cambios, nadie cuestiona el "aprendizaje a lo largo de la vida". En ese contexto, el uso de la tecnología no es una alternativa, es un imperativo.
¿Cómo esperamos que ocurra la innovación cuando el colegio y la universidad ni lo permiten ni lo fomentan y cuando las empresas apenas lo valoran?

Comentarios

Imagen de Isabel Fluhmann

Estimado Javier:

Estimado Javier:

Comparto todos los comentarios y elogios anteriores.

Aunque la "única constante en la vida sea el cambio", muchos aún no lo saben y si lo saben.... no lo recuerdan!!

Te felicito por el aporte a la expansión del conocimiento y de la conciencia.

Gracias por darte el trabajo de escribirlo, publicarlo y por sobre todo de .....COMPARTIRLO.

Imagen de gonzaloplaza@vtr.net

Hildaura: Gracias por tus

Hildaura: Gracias por tus palabras.

Imagen de JOSÉ LÓPEZ PARRA

Hola Javier:

Hola Javier:

Creo los padres traspasamos los miedos y los paradigmas a nuestros hijos, error que por generaciones hemos hererdado, cuando mi hijo se portaba bien tenia a su disposición los lapices, cuadernos y libros de cuentos, como castigo solo disponia de sus juguetes y la televisión.

Creo que para generar un cambio debemos cambiar primero nuestra forma de pensar y lo lograremos con la autocrítica, muy escasa por estos días.

Todo cambio trae consigo oportunidades, que es lo que todos buscamos, pero pocos simpatizan con el cambio. La automatización de procesos muy de moda en la actualidad deja en jaque la creatividad, las empresas se resisten a incorporar opiniones debido a que siempre se ha hecho así. Somos expertos para generar manuales, procedimientos y reglamentos, delimitamos y encasillamos nuestra conducta, porque cuando hacemos un alto en nuestro trabajo y dirigimos la mirada por la ventana hacia el infinito pensando en cómo mejorar nuestro trabajo, somos reprochados por perder el tiempo y debemos bajar la cabeza y seguir tecleando porque así estamos produciendo.

Lamentablemente solo somos una mala copia de lo que hacen los demás y siempre se nos dice no inventes la pólvora, utilízala, como si todo ya estuviera hecho para nosotros.

Saludos y gracias por tu artículo.

Imagen de Hildaura Zulantay

Gonzalo Plaza: El cambio es

Gonzalo Plaza:

El cambio es lo único estable .. todo cambia ... cambia lo superficial.... cambia también lo profundo ... el cambio nos sorprende, nos encanta, nos sumerge ... eso es la esencia de la vida ... ¿tú cambias? ... yo cambio ... nosotros cambiamos ... todos cambian ... ¡la sal de la vida!

Quijote, ¡todos vamos en la misma vía, en la misma dirección, sólo que en distintos carros! ... Un saludo afectuoso ¡que el Ser Ciudadano va a llegar muy lejos! www.serciudadano.cl

Imagen de gonzaloplaza@vtr.net

Estimado Javier Martinez

Estimado Javier Martinez

Por lo que nos aportas, vale la pena jugarse 100%, incluso soportando todas las incomprensiones que puedan surgir en el camino.

.......y, todas las exclusiones.

En la vida lo único que no cambia es el cambio.

Pero, no parece ser comprendido.

Imagen de Jorge Bujalil

gran aporte, de los mejores

gran aporte, de los mejores que he visto en este medio

Imagen de Eloy García Calleja

Javier, gracias. You made my

Javier, gracias.

You made my day.

No sabes lo refrescante que es, comenzar el día leyendo un artículo como el tuyo.

Destaco:

?Innovar es sinónimo de cambio y cambiar es algo que tanto el ser humano como las organizaciones resisten por naturaleza.

Innovar también implica mejorar, para eso hay que aprender y por tanto aceptar el fracaso como parte del proceso.

Para lograr tus metas es imprescindible arriesgar y eso significa que sin el ERROR es difícil progresar ya que este provoca la innovación y el aprendizaje.

Insisto reiteradamente en el error como el elemento más importante para el aprendizaje, pero en general el miedo a equivocarse es más poderoso y suele ganar la partida ya que las organizaciones y los directivos son poco permisivos con el error.

En un entorno de miedo al fracaso, donde temo las consecuencias de mis acciones, es muy difícil que florezca la innovación porque las personas priorizan su seguridad, su estabilidad. Es hora de desterrar el miedo, han sido muchos siglos de vivir bajo su predominio (infierno, pecado, culpa ...).

Hace un par de años, en un curso para consultores impartido por el INN, discutíamos algo parecido y como que no se entendían los conceptos de Proceso de Cambio, Innovación y Creatividad.

Aún no había entrado en el ambiente docente chileno, al que tuve acceso un poco más tarde.

Me quedé boquiabierto, patidifuso y un poco tururato.

Al dar una clase de taller de diseño de sistemas informáticos no pude creer la total falta de interés de los alumnos. Su único interés era pasar la asignatura con el mínimo esfuerzo.

Yo entiendo que alguno pudiera tener esta característica, pero ¿todos?.

Imposible.

Esto es solamente el subproducto de, tal como tú dices, un macabro proceso de educación.

En la reunión antes mencionada yo defendía en contra de todos que el chileno era creativo "a la chilensis" pero no era innovador.

Es creativo puesto que sobrevive a base de su ingenio para salir adelante debido a la constante presión en su entorno.

Pero no era creativo puesto que su enemigo público número uno era el proceso del cambio, y para ser innovador hay que hacerse cargo del proceso del cambio y ejercerlo en uno mismo.

En este proceso el error no existe pues forma parte del crecimiento y del aprendizaje.

Gracias Javier.

¿Por donde empezamos?

Yo se lo que voy a hacer. Mis clases comienzan la próxima semana y, con tu permiso, me voy a llevar tu artículo para hacer una prueba con él.

Imagen de Javier Villalobos

Excelente entrega Javier

Excelente entrega Javier Martinez, ¿fue una entrega innovadora o de conocimientos?. Bueno, supongo que en cada uno está en cómo lo interpreta y de si invalida o no lo que escribiste. Pero concuerdo contigo y con Pilar. Es mucho el riesgo el tratar de "educar" sin controlar a los "educandos", y supongo que por ello ha pasado todo. Nos cuentan de Egipto, porque "es lo que se sabe", pero no nos cuentan de la Atlántida porque los investigadores "serios" no lo encuentran serio. Hasta la Odisea de Homero era una fantástica historia sin sustento, pero las cosas han sido distintas. ¿Qué sentido tiene que te enseñen que los árboles de papas fritas no existen, junto con el amor, y en cambio, te convencen de que es importante creer en Dios, sentir culpa y trabajar de forma honrada, cuando, ya sin tus padres (porque han muerto), es el árbol de papas fritas el que te tiene alto el colesterol, y por trabajar honrada y sumisamente, has perdido el amor de tu vida, para más encima no poder superarlo porque sientes culpa, y no puedes no sentir culpa, ya que si te rehusas, estás dándole la espalda al Supremo y te castigará. Doble culpa. Sigamos el consejo de Javier Martinez, innovemos lo social, innovemos la política, innovemos nuestros corazones.

Imagen de Pilar Medina

Excelente nota. En el

Excelente nota. En el colegio nos enseñan de verdades invariables, pero las cosas cambian y todo tiene cabida a algún análisis...incluso el conocimiento es sesgado (¿alguien aprendió en el colegio sobre cultura oriental?) y no hay relación entre los contenidos: los egipcios parece que vivían solos en el mundo porque jamás nos enseñaron a ver que junto a ellos florecían culturas en otros puntos del planeta.

De innovación, poco y nada tuve la suerte de entender gracias a profesores con criterio amplio y que nos motivaban a usar la imaginación, pero fui afortunada, no todos tienen esa educación real y útil para enfrentar el mundo.