Corpus Christi y la paz verdadera

11 Junio 2007
Hace pocos días atrás, todos nos hemos enterado que Chile, según estudios internacionales, están entre las veinte sociedades más pacificas del planeta. Y, junto con alegrarme y compartir esta idea, me parece necesario hacer algunas reflexiones.
Gonzalo Rovira >
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En primer lugar, sigo creyendo que es nuestra común aspiración el vivir con igualdad de oportunidades, en una sociedad en que podamos mirar todos con optimismo el futuro, y en el que los chilenos se sientan dueños de sus destinos individuales y libres para escoger la vida que deseen vivir.
Ya en tiempos de Homero se distinguía entre los afanes de paz y los de la violencia. La Iliada, sin duda, es un poema de guerra y si en ella se frustran los intentos de paz que emprenden los hombres, sería sólo por la intervención de los dioses para que la violencia continuara. De hecho, cuando se intenta zanjar la disputa por Helena con el duelo de Paris y Menelao, Afrodita secuestra a Paris a plena luz del día y lo lleva al lecho de su amada, transgrediendo un principio básico: el amor se hace de noche y la guerra de día. Pero para incitar a la violencia no hay principios.
La Odisea en cambio, aunque hay combates, es claramente un poema de paz. Ulises nunca busca hacer la guerra, lo que quiere es recuperar su vida en su patria, junto a su esposa y su hogar. Y si la Iliada concluye con la tregua para enterrar a Héctor, la Odisea termina con el pacto de paz de Ulises con los familiares de quienes él mismo había muerto.
En el escudo de Aquiles, el artesano Hefesto había forjado el enfrentamiento de dos pueblos, el de la paz y el de la guerra. Por lo demás, un tema muy anterior al mismo Homero y que ya está presente muchos siglos antes en la bandera de Ur, de la antigua Mesopotamia, Pero lo más probable es que estas imágenes y conceptos tengan relación, más que con el conflicto social, con el temprano reconocimiento de otros temas, necesarios de abordar en otra ocasión: el concepto de paz en la política y el que los hombres, el género masculino de nuestra especie, seamos particularmente violentos.
Más allá de los problemas que involucra la utilización de conceptos tan genéricos, creo que efectivamente en el escudo de Aquiles nuestro pueblo se identifica con aquellos amantes de la paz, pero que, como Ulises, no dudan en defender su derecho a la libertad. En los años 80’, en tiempos de la dictadura, a quienes no reconocían el mínimo derecho de nuestro pueblo a defenderse de la brutalidad criminal con que nos reprimían, les respondíamos que “si ellos hubiesen estado en las primeras décadas del siglo XIX, todavía seríamos colonia española”.
Tenemos deudas de paz y de violencia. Los héroes de nuestra historia, tanto los mapuches, como los colonos y chilenos, en general, fueron hombres pacíficos que les tocó enfrentar la defensa ya sea de nuestros derechos como seres humanos, como pueblo soberano o como amantes de la paz.
Cuando se cumplen veinte años desde la matanza de Corpus Christi, debemos avanzar en el reconocimiento de hechos de la historia que nos han marcado como chilenos, y rendir homenaje como sociedad a quienes en el último tramo de nuestra historia republicana perdieron la vida defendiendo la democracia. La paz fue conquistada, no nos fue regalada y quienes nos entregaron sus vidas para recuperarla, iban camino a reencontrarse con sus esposas y sus hogares.
La FECH ya había perdido a Patricio Manzano y a Tatiana Fariña, y en esa matanza perdimos al estudiante y amigo nuestro, Ricardo Silva, a quien tuve el honor de sepultar, el mismo día que despedí a mi amigo de infancia Juan Henríquez Araya, asesinado junto a él. Ese día hablé en siete funerales, prometiendo no olvidarlos, recordando en cada una de nuestras hermanas y hermanos caídos lo mejor de la epopeya nacional que culminó con el triunfo de la paz que ellos tanto amaban.
Las encuestas internacionales no se equivocan, fue por la vida que nos entregaron chilenos como Jecar Nehgme Cristi y muchos otros que en estos años, gracias a la lucha incansable de sus familiares, y a la justicia, han sido reconocidos con el título de Víctimas de la Dictadura, que hoy somos un pueblo que mira orgulloso su paz. En ellos quiero recordar a todos quienes han tenido el gesto heroico de entregar su vida para que otros podamos construir la paz.
Si la violencia es el fracaso de la política, tras la violencia siempre la política vuelve a instaurar la paz como principio básico de convivencia. Pero no podemos borrar de la memoria que ésta se abrió paso en hombros de mujeres y hombres que fueron valientes y generosos.
No olvidemos, menos hoy día, en momentos en que resurgen escenarios de violencia, que la paz es una tarea cotidiana en la que todos tenemos responsabilidad, y no es a las víctimas de las injusticias, de las inequidades, a los más pobres y marginados, a quienes debemos controlar, sino a los que abusan del poder político, del poder del dinero, del poder de los medios de comunicación. La pobreza, las desigualdades sociales, y la exclusión nos violentan en forma cotidiana. En fin, como decía Aquiles; “entre hombres y leones no puede haber contrato, ni concordia entre lobos y corderos”, pero tampoco debemos olvidar la conclusión humana que nos recordaba la diosa Atenea, finalmente la violencia es “para todos igualmente terrible”.
FOTO: DanielICCM

Comentarios

Imagen de Nayade Aguirre

Patriotas que ejercieron la

Patriotas que ejercieron la autodefensa de su pueblo oprimido y como otros fueron asesinados cobardemente en falsos enfrentamientos y por la espalda como era costumbre.Solo algunos murieron en verdaderos enfrentamientos en poblaciones

Recuerdo a mi profesor, asesinado cuando iba camino a la casa de su familia. No sabiamos que era un combatiente nos enteramos a su muerte, nunca menciono nada, solo sus entrega en el aula nos hizo saber que era diferente a los otros profes.

Hoy a quienes no vivieron les parece lejano y dificil de creer, pero mientras mas fuerte la represion mas fuerte la necesidad de pelear y alcanzar la Paz..... como en ese entonces para nuestros hijos, esa era la unica recompensa esperada.

Chilenos dispuestos defender la paz hay muchos !!!

Imagen de Javier Villalobos

Aprecio tu nota Gonzalo. Y,

Aprecio tu nota Gonzalo. Y, de lo que aprendo, es que en el recordar de la historia está el aprender de los errores. Sin embargo, agarrándome de esta coexistencia entre la paz y la guerra, cierto día concluí de que para que haya paz, debe haber guerra y para que la guerra duela, debe existir la paz. Y para que haya justicia debe haber injusticia. Personalmente creo que el ser humano vive en este vaivén entre lo malo y lo bueno, en forma cíclica y cada cosa que inventa tiene su parte opuesta. Sumando y restando a través de la historia, en promedio el hombre permanece en equilibrio y hoy en día, creo que estamos en un desequilibrio, en el cual el injusto es visto justo, en el cual el esfuerzo del que no tiene nada es requerido por el que no se esfuerza y lo tienen todo. El mundo de las cosas, el mundo de las pertenencias materiales, el mundo de la felicidad concreta, donde robar con violencia es permitido, donde las vidas valen menos que las cosas. Por ello las luchas sociales, los reclamos, los paros, los problemas ecológicos, creo que todo se explica porque hay un desequilibrio y, naturalmente, las personas reflexionan hacia un cambio, a tomar el riesgo, a ayudar a otros, en silencio, para que el lobo no se entere, pues no le conviene y no haya violencia. Un cambio gradual, que no se note.