Julio Martínez Pradanos

Ha muerto don Julio Martínez Pradanos, lo conocí personalmente el año 1963 en la Radio Agricultura, ya era una figura del periodismo deportivo nacional, cuando la radio era un referente poderoso.
Me recibió una tarde acodado en el mesón de la recepción de la emisora, muy cerca del cerro Santa Lucía. Yo me iniciaba en las lides periodísticas y sentía una genuina admiración por este hombre de sonrisa fácil y espontánea. Yo le llevaba un recado de un amigo personal de don Julio, el inolvidable Mario Meza Quiroz. Mi tarea era tan solo entregarle el sobre con una carta, era los tiempos que ni sospechábamos la existencia de los mail y a los amigos se les escribía de “puño y letra”.
No solo recibió el encargo charló conmigo algunos minutos, yo era bastante joven y él sentía curiosidad por este serenense flaco y alto que le observaba con admiración. Cuando se enteró que estaba haciendo periodismo en el programa de deportes de la Radio Minería, me dijo, la única frase que recuerdo, “amigo, trabajo, mucho trabajo eso es el periodismo”.
Su trayectoria es conocida y no es mi tarea volver sobre la misma. Años después, varias décadas, nos encontramos trabajando en la Radio Minería, yo dirigiéndola por segunda vez en La Serena, él con su equipo en Santiago.
Gran orador, uno de los mejores que he conocido. Su fértil imaginación construía ideas y creaba paisajes mentales que le hablaban al corazón más que a la razón. Julio Martínez dominaba el idioma, el buen idioma como el que más. De una argumentación poderosa fue un crítico respetado por sus pares, conocedor a fondo de los temas y de una gran sentido por lo humano, por aquello que trasciendo en las personas. Nunca hizo capital de su fama y se nos ha ido sin estridencias, en silencio, en medio del sueño. No lo ha visto partir la blanca cordillera tantas veces descrita por él en una prosa vibrante.
Julio Martínez, descendiente de españoles, amaba a la madre patria. Muchas veces conversamos en sus esporádicas pasadas por La Serena, de la historia española. Era bueno hablar con él e intercambiar conocimientos. No eran charlas vacías, por el contrario siempre algo nuevo se podría aprender.
Hoy estará maravillado, en otra dimensión diferente, contemplando las estrellas y el universo, que interesante sería escucharle describir las nuevas maravillas que descubrirá.
Quisiera imaginarlo con Pedro, o Pablo hablando de las cartas a los atenienses, de los viajes misioneros de este último o como Pedro fue despojado milagrosamente de sus cadenas en una prisión romana.
Don Julio se ha ido a develar los misterios de lo que no sabemos. Allí en ese lugar superior será bienvenido, aquí en la tierra solo podemos despedirlo con nuestros recuerdos y un aplauso, al amigo, compañero de trabajo y colega inimitable.