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Buenas tardes, señores. Me

Buenas tardes, señores. Me llamo Mailen Catriao, estudiante de cuarto medio del colegio Inmaculada Concepción de Puerto Montt, un establecimiento "decente" (a menos que "decente" solo sea equivalente a "Instituto Alemán" o similares). Me detuve a leer esta noticia y no pude sino quedar con la boca abierta ante tanta mojigatería. Estudio en un colegio religioso; lo que no me ciega a creer que las mujeres son las únicas que deben acatar reglas, refiriéndome a esa parte de la modificación del instructivo. Estamos volviendo a la época de la constitución moralista, somos una contradicción. Queremos ser el país libre, pero imponemos a diestra y sinestra prohibiciones superfluas. Si algo me han enseñado mis años de enseñanza media, mi esfuerzo académico y humano, y mi mirada del mundo a través del trabajo es que las personas no llegan a la adultez por ninguna razón, sino que arrastran un criterio, aplicable al trabajo. ¿Porqué, señores, llevar a un documento formal una reprimenda en el trabajo? ¿Porqué abarcar más de lo que se debe? ¿Porqué restringir un elementro propio de la vida y cada persona? Es más importante el ser y no el parecer, y mostramos una inconsecuencia vergonzosa al decir que somos un país preparado para hablar de cualquier tema, cuando ni siquiera dejamos que nuestra gente piense y vista como es. Espero que mis orígenes y mi expresión sean aceptables, permítanme reirme de ustedes en sus caras.

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