El pasado martes 12 de diciembre, durante los honores fúnebres que el Ejército ofreció al fallecido Pinochet, el otrora Capitán, impecablemente uniformado, subió al estrado para tomar la palabra. No estaba en los planes de la ceremonia, nadie lo autorizó. Se salió del protocolo y leyó un discurso que los presentes aplaudieron mucho, pero que indignó al Gobierno. Destacó a su abuelo como “un hombre que derrotó en plena Guerra Fría al modelo marxista que pretendía imponer su modelo totalitario no mediante el voto, sino más bien derechamente por el medio armado". Continuó: "la batalla fue más dura en su vejez. Fue éste enemigo el que más fuerte lo golpeó (...) donde más fuerte lo golpeó fue en lo afectivo, haciéndolo ver cómo su mujer y familia eran vejados por jueces que buscaban más renombre que justicia".
La Ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, presente en el acto, además de soportar el abucheo constante de los partidarios de Pinochet, presenció in situ el hecho. Ayer indicó que los dichos de Pinochet Molina son muy graves, y no representan al Ejército como institución. "Yo no creo que aquí haya habido falta del Ejército, yo creo que aquí hay una falta de una persona individual. Tengo la más plena confianza en el comandante en jefe del Ejército, en que va a saber responder como se debe".
Por su parte, la Presidenta Bachelet también se refirió a este hecho, manifestando que “constituye una falta gravísima y estamos seguros de que el Ejército sabrá hacer lo que corresponde. Chile tiene la Constitución, las leyes, y la institución tiene sus reglamentos para tomar la decisión que corresponde de acuerdo a la falta cometida por el oficial".
El presidente de la UDI, Hernán Larraín, justificó las declaraciones del Pinochet Molina por tratarse del nieto del difunto general y considerando el apasionamiento y emoción del momento. Además señaló que la visión que dio no es nueva, ya que está asentada en parte de la derecha chilena. "Lo nuevo es que lo diga un capitán en servicio activo hoy día, cuando han cambiado las condiciones en el mundo”.
El mismo martes, el Ejército manifestó su rechazo a la intervención de Pinochet Molina: “las expresiones vertidas por el mencionado oficial no representan la doctrina ni la opinión oficial del Ejército. El oficial aludido cometió una falta gravísima a la disciplina y se van a adoptar las medidas disciplinarias que el caso amerita”. Y la medida fue una sanción drástica. El joven capitán de 33 años termina con esto su carrera militar, luego de graduarse como oficial en 1995.
La arenga de Pinochet Molina apuntó directamente al poder judicial. El juez Carlos Cerda, magistrado de la Corte de Apelaciones de Santiago y juez a cargo del Caso Riggs, manifestó que la labor judicial, al ser pública, puede ser comentada por cualquiera y le restó importancia y/o trascendencia a las declaraciones del ahora ex uniformado. “Lo que hacemos es opinable y es muy respetable cualquier opinión, mientras no sea en sí misma grosera o infrinja los reglamentos jurídicos, así que no tengo nada que comentar sobre el particular”, indicó.
Pinochet Molina ya registraba algunos dichos polémicos en su historial. En 1998, poco después de que su abuelo asumiera como senador vitalicio, declaró a la revista uruguaya "Postdata" que el general (r) había pecado de buena fe y que las violaciones a los derechos humanos fueron cometidas por "personas que lo traicionaron".