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Debo reconocer que me he llevado una grata sorpresa saber que estuve en el templo mariano más antiguo de este lado del mundo, desconocido para mí hasta hace 2 años atrás. Es impresionante el alcance que logra la fé, para mantener por tanto tiempo viva una tradición. Pero más allá del ámbito religioso, creo que es loable la tarea de resaltar y mantener este Patrimonio Latinoamericano. Envío mis respetuosos saludos a todos aquellos que trabajan por estas iniciativas, perpetuar la identidad y cultura de una zona a veces no es tarea fácil, en especial con la música. Además quisiera agradecerle al escritor de esta columna, por su aporte a la educación, ya que gracias a la mediocridad de la enseñanza en Chile muchos ignoramos este tipo de lugares, lo que impide conocer y valorar nuestras propias riquezas.

Un abrazo fraterno.