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Alejandro Vicuña Leiva: el luto por un amigo que cumplió sus sueños

13 Enero 2008
Sentado en el lugar habitual de reunión, un compañero se acercó y me invito una coca-cola en vaso, aquel compañero era Alejandro Vicuña Leiva, quien desde ese entonces se convertiría en uno de mis mejores amigos de universidad.
Eduardo Duarte Yañez >
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Corría el año 1995 y hacía mi maleta para entrar al primer año de Periodismo en la Universidad Católica del Norte en Antofagasta, jamás había estado en aquella ciudad que me entregaría años maravillosos. La escuela de periodismo era una marea viva de conocimientos, de jóvenes que queríamos comernos el mundo con nuestros sueños.
Sentado en el lugar habitual de reunión, el Toldo (un pequeño negocio stand con carpa) un compañero se acercó y me invitó una coca-cola en vaso, aquel compañero era Alejandro Vicuña Leiva, quien desde ese entonces se convertiría en uno de mis mejores amigos de Universidad.
Alejandro era una máquina de la autoexigencia, sus calificaciones estaban siempre por sobre el resto y su entrega por los estudios era envidiable. Pero había algo más en el que sin duda todos podíamos percibir, su gran sentido del humor y sus siempre divertidas bromas sobre los compañeros, esa picardía que le caracterizaba.
Recuerdo cuando en mis momentos más difíciles en la Universidad, siempre supo arengarme y hacerme ver, que frente a cualquier conflicto, por más grave que sea, hay una salida. Pelao tu eres especial hermano, me decía, pero yo lo miraba y dentro de mí sabia que el especial era él, que todos lo éramos por apoyarnos sin pedir nada a cambio.
Los años pasaron y con esos designios que solo el destino sabe el por qué, Alejandro se estableció en la Región de Coquimbo para trabajar en Diario El Día, del que llegó a ser Jefe de Informaciones.
Un poco entrenervioso asistí a una entrevista que Alejandro me haría a raíz de una distinción que otorgaban a mi poesía en España. Ahí estaba mi amigo como si el tiempo no hubiera pasado, abrió una puerta lateral de su oficina de la cual asomo mi otro gran amigo de la UCN Andrés Palacios Piñones, como niños jugando se abalanzaron sobre mi dándome golpes de alegría y gastándome bromas sobre mi entrevista, aquel día fue uno de los mejores que he vivido, nuevamente recuperaba a dos grandes amigos, amigos que nunca había perdido.
Hasta siempre amigo, estoy seguro que volveremos a reunirnos donde quiera que sea, para reírnos un rato de la vida, aquella que jamás podrá llevarse tu alegría.

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