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La crisis de hoy es una crisis del modelo global, no solo chileno

25 Octubre 2019

Derecha e izquierda son paradigmas materialistas y se vienen agarrando de las mechas y acusándose mutuamente de las miserias sociales en un tongo que no tiene fin y que terminó por apagar la fe de las personas en alguno de estos modelos  (la gente ya ni siquiera va a las urnas).

Ricardo Pulido >
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En Chile explotó porque la oligarquía no supo administrar los sedantes que en los países del primer mundo todavía contienen –aunque no por mucho tiempo– el vacío y el absurdo de una vida sin sentido. No de uno y otro existencialista melancólico, sino de una masa enorme de niños, jóvenes, trabajadores y ancianos que ya no saben qué sentido tiene hacer lo que les toca hacer en esta maquina enorme de producción y consumo en que se ha convertido la vida. 

El grito del mundo, es que ya no se puede tolerar más el sentimiento de vivir absurdamente, enajenadamente, usando el consumo (de entretención, de fármacos, de servicios, de drogas, de cultura, de lo que sea) para aplacar lo que nos devora por dentro. 

¿Por qué se ha convertido la vida en esto? Porque la visión de las 2 grandes ideologías que dominan el mundo y que han marcado las transformaciones sociales de los últimos 100 años, comparten el mismo fundamento: consideran que el ser humano es un producto de la materia. Derecha e izquierda son paradigmas materialistas y se vienen agarrando de las mechas y acusándose mutuamente de las miserias sociales en un tongo que no tiene fin y que terminó por apagar la fe de las personas en alguno de estos modelos (la gente ya ni siquiera va a las urnas).

Ambos paradigmas ponen la producción económica al centro de la organización social y el individuo ha pasado a ser una pieza del engranaje productivo. Un funcionario estatal en un extremo y un consumidor en el otro. En última instancia el debate entre izquierda y derecha siempre ha sido por la eficacia y la eficiencia: ¿cuál de los 2 es más productivo?

Lo que estamos viendo ahora no es solo una exigencia por acceder a mayores bienes y servicios, es una necesidad de volver a darle sentido a la vida humana. Porque en el paradigma materialista donde la eficiencia productiva es el gran valor y criterio para definir todo, en poco tiempo más robots y algoritmos harán que la vida humana sea inútil.

Así es que ni la derecha ni la izquierda pueden ofrecer soluciones hoy en día, porque ambos son paradigmas materialistas que ignoran la esencia humana. Y seguirán discutiendo cuál de los 2 está en lo cierto, sin poder ver que ambos están ciegos, ciegos al verdadero sufrimiento de las personas: la desmotivación por una vida absurda.

Hay eso sí una diferencia radical entre vivir en un absurdo con ciertas comodidades materiales y vivir en un absurdo plagado de injusticia, abusos y pobreza. Por eso la explosión de Chile, este despertar de Chile toma la forma de un reclamo por la equidad y la dignidad material. Pero el problema social no es un problema exclusivamente material que se resuelva con más dinero o mejor repartición. ¡No es un problema que requiera de planillas, presupuestos y calculadoras! Eso es sólo un paso operativo. El problema es existencial, es la esencia misma del ser humano la que está gritando, no sólo sus deseos frustrados y sus necesidades básicas insatisfechas. Es su esencia asfixiada, ignorada, obligada a permanecer callada.

Sólo un nuevo paradigma, post-materialista podrá abrir un nuevo horizonte y refundar esta civilización que decae. Post-materialista, sí, uno en el que se comprenda que no estamos acá para producir y consumir. Si fuéramos máquinas (solo materia) con eso nos bastaría. Pero las máquinas por racionales que puedan llegar a ser, nunca sufrirán ni gozarán, no se maravillarán ni se compadecerán, no tendrán experiencia, no serán conscientes… no se preguntarán jamás qué sentido tiene estar aquí pelando el ajo cada día, no se preguntarán tampoco qué sentido tiene estar aquí gozando de los privilegios cada día, no se preguntarán absolutamente nada de sí mismas.

No es la eficacia y la eficiencia. No es la economía productiva. No son los indicadores. No son las fórmulas y los números. Esto es secundario. Más aún, apaciguando el sinsentido también se apacigua la necesidad de consumir y con esto la producción. Quizás no son miles de millones de dólares que necesitamos. Quizás sobre todo necesitamos entrar en contacto y revisar la esencia del ser humano.

El que lea esto puede que diga que esto es retórica o filosofía inútil. Que lo necesario ahora es salir de la crisis con medidas prácticas y concretas. Y sí, claramente hay acciones urgentes que no pueden esperar y que pueden apaciguar algo el malestar. Pero en definitiva nada de eso nos hará recuperar la esencia y sin ella ninguna refundación social será exitosa. Porque aquí lo que más falta no es más plata (bienes materiales), es más humanidad. 

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