Dispara usted o disparo yo: El fin de Sábados Gigantes

24 Abril 2015

Con 37 años de edad, de los 80 y 90’s siempre estará en mi memoria el semblante de aquel hombre, su mirada penetrante, el rostro del animador acusado de abusos sexuales a mujeres.

Cristián Brito >
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“Supongamos que don francisco se encierra en su oficina de los estudios Univisión de Miami treinta minutos antes de salir al escenario, se tira dos o tres líneas de coca, diecisiete cortos de whisky, tres o cuatro Ravotriles, mira su figura grotesca en un espejo de cuerpo entero mientras un par de putas, una rubia y una morena, le chupan el pene y el ano respectivamente”.

Así comienza el cuento  que da el título al  libro “Hombres maravillosos y vulnerables”,  ganador del Premio Municipal de Literatura de Santiago 2011, del joven guionista Pablo Toro. Para muchos de seguro  resultan imágenes grotescas, pérfidas y hasta hediondas a coprolalia, allá ellos, se trata del puntapié  inicial de uno de los mejores cuentos escritos en la narrativa chilena de los últimos años. El asunto.: Se va don Mario.

Nos deja el infatigable bufón de los 80, el rostro  más visible de la época dictatorial, la figura central de la nebulosa que los medios de comunicación posaron –recibiendo órdenes amenazantes de militares- en las miles de mentes de chilenos que, como autómatas, caminan por las calles de toda ciudad chilena, adormecidos, idiotizados, vacíos y plásticos, algunos hasta hoy, para pesar de la humanidad. Se acaba el circo más humillante que recuerde; aquel en donde pobres, mujeres, ancianos, abuelas, niños y niñas eran sometidos a ridículas pruebas para pelear un miserable auto Lada 0 KM, una TV en blanco y negro o una caja de comida. La fama, el chileno quería escapar y era la misma televisión pública la vía de escape visible –ver Tony Manero-.

Con 37 años de edad,  de los 80 y 90’s siempre estará en mi memoria el semblante de aquel hombre, su mirada penetrante, el rostro del animador acusado de abusos sexuales a mujeres. El altruista obeso venerado, odiado, envidiado, amado y admirado. Recuerdo cómo era capaz de hacer que un auto pequeñísimo fuese llenado por personas hasta su límite, sin importar nada, era sábado, tiempo de relajo…¡Todos adentro! el show es sin llorar.

Llega el fin – para mí tan esperado- de esta farsa, seguro que también le llegará a la otra y quizá más grande de todas las mentiras, la llamada Teletón -el show mediático, no la institución ni sus funcionarios que merece mi más profundo respeto- el escenario del empresariado “altruista”. Ese que compite para quedar como el más generoso de esta tierra de indios, ese de propiedad de gente linda y de apellidos raros y que de seguro es mejor y muy bueno e inteligente. El yerno soñado, dirán…

Don Corleone ,  como le llamó el líder de Faith no More aquella noche de cierre de la Teletón 2010, comienza su retirada.

El fierro caliente aún no tiene relevo. Que un valiente tome la posta de esta utópico mundo carnavalesco.

Q.E.P.D SG. A-diós, gracias. 

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