Región de Coquimbo: Culto al orden, al temple y los recursos

09 Junio 2020

Ahora más que nunca necesitamos usar e integrar bien estos términos “tiempo, cultura, temple y orden” y sus significados en nuestro día a día.

Cristobal Vergara C. >
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Quien iba a pensar que en la Región de Coquimbo encontraríamos tantas maravillas naturales y tesoros culturales emblemáticos y de tanta importancia para un país - aunque Chile en general no los valore, reconozca o promueva como se merecen - nuestros recursos y creaciones invitan y permiten al habitante y viajero descubrir, conocer, aprender, adoptar, sentirse parte y alabar eventos climáticos, geográficos, físicos, químicos, culturales y artísticos únicos a nivel mundial. 

La Región de Coquimbo, también conocida como el Norte Chico, el Norte Verde o la Región de las 10.000 minas, y ahora último denominada popularmente desde hace algunos años como la Región Estrella, tiene en su etimología y toponimia un significado mucho más profundo aún desconocido por la mayoría de sus habitantes.

La región es un territorio sagrado y supremo, con una superficie similar a la de Suiza y que duplica en tamaño a Israel, posee un enorme abanico y repertorio de lugares y recursos de gran valor y reconocimiento internacional como también una ubicación estratégica en medio de gigantes mundiales tales como el Atacama, el desierto más árido del mundo; el Aconcagua, la montaña más alta de América y el Hemisferio Sur; los Andes, la cadena montañosa más larga del planeta y el Pacifico, el océano más grande de la tierra, sumado a sus cielos que tantos descubrimientos astronómicos y saberes han dado a la ciencia y sus suelos de infinitos minerales que dieron cobijo y formaron las familias más ricas de Chile y el mundo (Lambert, Edwards, Urmeneta, Errazuriz, Piñera y Luksic).

La Región de Coquimbo realmente sorprende por la enorme diversidad de unidades geográficas, climáticas, florísticas, faunísticas, mineralógicas y culturales nacidas de gestas humanas y creaciones e imaginarios que dejan a esta región en el olimpo del patrimonio y el turismo en Chile.

La capital de Coquimbo, La Serena, es por antonomasia el primer destino turístico de la historia del país, ya que fue fundada para dar descanso y abastecimiento a los europeos que cruzaban el desierto más árido del mundo, el Atacama, para conectar el virreinato de Cuzco con Santiago del nuevo extremo y viceversa. En 1713, paso por Coquimbo el viajero francés naturalista, ingeniero militar y espía del Rey Luis XIV, Amadeo Frezier dejándonos un mágico relato de nuestra región:

“Este país parece haber conservado todas las delicias de la edad de oro, aquí, son tibios los inviernos i no soplan jamás los rigurosos aquilones; el ardor del verano es siempre temperado por los céfiros refrescantes, que endulzan el aire a mediodía i por fin, el año todo no es más que un venturoso himeneo de la primavera i el otoño que parecen darse de la mano para reinar juntos i derramar flores i frutos”.

Esta maravillosa descripción demuestra como en la antigüedad los aventurados y cultos viajeros, rendían tributo a lo desconocido inmortalizando lo ajeno hasta la eternidad. Actualmente y en el difícil momento que nos encontramos necesitamos invertir bien nuestro tiempo y que mejor conociendo un término que lo enaltece: Cultura, palabra que procede de las voces latinas cultus de culto, y colere que significa cultivo, haciendo alusión a la acción humana sobre la tierra y la labranza.

Etimológicamente culto significa cultivar, cuidar, practicar y honrar lo cual tiene mucho vínculo y sentido con la religión, como actitud del hombre que se inclina a reconocer la excelencia y superioridad de un dios o dioses, de los antepasados u a otro ser, elemento, objeto y/o fuerza natural y así rendirle culto y adoración. Cultivar se entiende como la dedicación y el vínculo existente entre el hombre y la planta, labor asimilada a la crianza del padre/madre hacia el hijo, y al maestro con el alumno. En resumen, es el tiempo, que el humano destina a cuidar y velar por algo, para obtener frutos, resultados y de esta forma felicidad.

El tiempo y el dinero son recursos escasos y muy preciados, que bien administrados dan felicidad, sin embargo, enfocarse en el tiempo, conduce a mayor felicidad que enfocarse en el dinero. Asimismo, investigaciones hablan de que gastar dinero y tiempo en otros más que en uno mismo produce más felicidad, al igual que gastar dinero en experiencias en vez de posesiones u objetos. En la misma línea, gastar tiempo en experiencias comunes o extraordinarias incrementa aún más la felicidad.

En paralelo, temple, es un término de múltiples significados, cuya etimología proviene del latín tempus que significa tiempo. Para la Real Academia Española, temple alude al punto de dureza o elasticidad de un metal o cristal templado. También refiere a la acción y efecto de templar el metal, el cristal u otras materias. Vinculando el término a la conducta humana, se define como la disposición apacible o alterada del cuerpo o del humor de una persona, o como la fortaleza enérgica y valentía serena para afrontar las dificultades y los riesgos.

Ahora más que nunca necesitamos usar e integrar bien estos términos “tiempo, cultura, temple y orden” y sus significados en nuestro día a día, ya que si bien han estado siempre presentes en la historia, la acción y la conciencia humana, antes de la pandemia causada por el COVID-19 la mayoría de la población mundial no consideraba su importancia logrando casi nunca conectar con estas, piezas fundamentales para ser felices y poder adaptarnos, renacer y salir adelante como región, país y humanidad.

Cristóbal E. Vergara C.

Consultor e Ingeniero en Turismo