Los profesores y su nueva forma de hacer docencia durante la pandemia

03 Julio 2020

Independiente de dónde enseñen, los educadores han debido enfrentar nuevos desafíos que hasta hace algunos meses eran impensados. No ver las caras de todos los alumnos ha resultado difícil y las brechas tecnológicas se han acentuado. Dos profesores de Coquimbo nos cuentan su experiencia.

René Álvarez Ur... >
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Esta pandemia trajo consigo significativos cambios en la vida de las personas, donde la planificación diaria y la forma de enfrentar los quehaceres cambiaron abruptamente, debiendo en muchos casos reinventarse o aprender sobre la marcha para sacar adelante distintos compromisos.

Uno de los grupos que debió replantearse y modificar su estructura laboral es el de los profesores, que de aulas repletas de alumnos debieron comenzar a pensar en cómo enfrentar a sus educandos a través de una pantalla.

Este proceso ha sido difícil, traumático para muchos, y en donde la familia –hijos y nietos fundamentalmente- han cumplido un rol clave para sacar adelante la tarea. Aplicaciones como Google Meet o Zoom no registraban en sus vidas, debiendo habituarse a ellas en muy poco tiempo.

Problemas de conexión, dificultades para liderar la clase, desconocimiento de las nuevas tecnologías, escasa atención de los alumnos, reclamos de los padres y apoderados e inconvenientes domésticos como hijos corriendo alrededor de la mesa o mascotas que se cruzan en pantalla, son solo algunas de las pruebas que deben librar cada día y que muchas veces son ignoradas o poco comprendidas por los propios estudiantes y sus familias.

SUS EXPERIENCIAS 

Pablo Ángel es docente de la asignatura de Lenguaje y Comunicación en el colegio Francis School y nos relata su experiencia. “Si bien ahora no nos levantamos a las 07 AM, nuestros horarios son más extensos, con la conectividad los celulares están activos 24/7, y aparte de hacer clases también tenemos que subir guías y trabajos, revisarlos, así como realizar seguimiento a los alumnos que no se conectan o que no envían sus deberes, para saber qué está pasando y buscar, junto con el establecimiento, las medidas correctivas”, señala. 

Ángel considera que los cambios han sido importantes para él, pero cree que hay otros docentes que han debido modificar sus hábitos para cumplir con los nuevos requerimientos. “Si las clases son a través de Meet significa que el profesor debe tener una buena conexión y un computador acorde a los requerimientos, mientras que, si estas son grabadas, el docente deberá preparar un video de 30 minutos explicando su clase, lo que significa grabar, editar y subir a la plataforma classroom, cosa que demanda tiempo. Si hay hijos pequeños en el hogar muchos colegas prefieren grabar cuando todos se han dormido, terminando muchas veces después de las 03 de la madrugada, ya que esta experiencia se debe repetir por cada uno de los niveles a los que le hace clases”, expresa. 

La profesora de Química y Ciencias Naturales del Liceo San José María Escrivá de Balaguer de Coquimbo, Raniera Purán, comparte la impresión de que este es un proceso complejo que requiere de la empatía de todos los involucrados. “Uno también es persona y debe preparar contenidos para muchos alumnos, imagínate que yo tengo 15 cursos, y todos merecen la misma atención, pero es difícil responder con tanta rapidez. Hay que cumplir con lo que pide tu empleador, con los chiquillos y con lo que esperan las familias, a su vez uno también tiene que resolver los problemas que se generan en casa y hay que intentar llevar adelante una rutina que los deje a todos felices, y eso cuesta”. 

“Si bien se agradece la ayuda que ofrece el establecimiento para manejarse tecnológicamente, muchas veces hay que acudir a tutoriales de YouTube para aprender a usar plataformas, programas y aplicaciones. Todo esto se hace con mucho cariño y vocación, pero es muy difícil porque estamos trabajando muchas más horas que en un año normal y eso produce cansancio y desgaste, ojalá las familias entiendan esto”, destacó la docente.

Otro tema que les afecta emocionalmente, pero que escapa de sus manos, es la mala conectividad que hay en muchos lugares y la importante cantidad de alumnos que no tienen las herramientas tecnológicas para sumarse a estas clases. En muchos hogares no hay computadores o de haber, se tiene que compartir con hermanos y padres que también realizan teletrabajo, lo que genera en ocasiones tristes disyuntivas de quien tendrá el privilegio de ocuparlo.

Eso se trata de suplir con guías físicas que entregan muchos establecimientos o con los libros del Ministerio, pero que claramente los pone en un escalón inferior cuando se trata de entregar educación de calidad para todos los niños y jóvenes de Chile.