500 años sin Leonardo, Cinco siglos con Da Vinci

25 Febrero 2019

Comentario de libros, por Gabriel Canihuante.

Gabriel Canihuante >
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La vida de algunos hombres y mujeres, a lo largo de la existencia humana, resultan motivadoras, estimulantes, significativas por los aportes que ellos nos legaron. Un caso ejemplar es el del “florentino” Leonardo da Vinci, nacido el 15 de abril de 1452. A los 67 años de vida recién cumplidos, el 2 de mayo de 1549, Leonardo falleció.

“Leonardo da Vinci.  La biografía” es el título de la potente obra escrita por Walter Isaacson – autor también de las historias de vida de otros notables como Steve Jobs y Einstein. Penguin Random House es la editorial que publicó en 2018 estas 582 páginas que se leen con agrado, curiosidad y el permanente deseo de llegar hasta el final.

Da Vinci para unos es conocido como el pintor de “La Mona Lisa” (o “La Gioconda”) y “La última cena”; para otros es un ejemplo del hombre integral del Renacimiento italiano, capaz de estudiar la anatomía de los hombres y otros animales, el cursos de los ríos, el vuelo de las aves y decenas de otras investigaciones que realizó en las diversas ciudades en que vivió.

También unos cuantos oyeron hablar por primera vez de da Vinci a propósito de las novelas de Dan Brown, publicada en 2003, y que luego (2006) se hiciera película bajo la dirección de Ron Howard. Ambos, libro y filme, fueron grandes éxitos comerciales, pero no muestran casi nada de la atractiva vida de da Vinci.

De diez códigos escritos por da Vinci, el Leicester es el más citado, según menciona  Isaacson, que añade que el genio de Florencia no publicó gran parte de lo que redactó. Ya existía el invento de Gutemberg, pero para Leonardo imprimir no era prioritario. Muchos de sus descubrimientos e invenciones solo se tomaron en cuenta algunos siglos más tarde cuando otros los investigaron. En relación a esto, Isaacson, sostiene, por ejemplo, que “los estudios anatómicos de Leonardo tuvieron una escasa influencia. A lo largo de los años, incluso de los siglos, sus hallazgos debieron ser redescubiertos por otros. El hecho de que no los publicara les restó influjo en la historia de la ciencia; pero no genialidad”.

Al iniciar el capítulo I de su libro, con el título de Infancia, el autor afirma que “Leonardo da Vinci tuvo la suerte de nacer fuera del matrimonio. De lo contrario le habría correspondido ser notario…” Su padre tenía tal profesión y si Leonardo, primogénito, hubiese sido concebido legalmente, por tradición y derecho, habría sido también notario. Afortunadamente, para la Humanidad y para el propio autor de La Mona Lisa, no fue así y esto llevó a que Leonardo fuese criado por su abuelo paterno. Pero al mismo tiempo, pasa parte de esos días con su madre y su padrastro.

El genio del Renacimiento no tuvo mayor educación formal, no cursó estudios especializados como algunos de sus contemporáneos que sí accedieron a formarse en matemáticas, latín, filosofía. Sin embargo, él fue un gran estudioso, tanto de libros que pudo comprar como de la observación, capacidad que desarrolló de manera extraordinaria. Observación, curiosidad, perseverancia, son algunas de las cualidades más citadas por Isaacson.

Autodidacta, innovador, discípulo de la experiencia, son otras de sus características. Al decir de su biógrafo, “Esta actitud librepensadora le salvó de ser un acólito del pensamiento tradicional”, la cual se expresaba en su conducta y también en sus escritos. “Así se libró Leonardo de aprender a aceptar la polvorienta filosofía escolástica o los dogmas medievales que se habían ido acumulando…”, sostiene Isaacson.

Da Vinci observaba la naturaleza, los paisajes, los animales, incluidos hombres y mujeres, y tomaba notas, se hacía preguntas: ¿Por qué el cielo es azul? Y se proponía desafíos como “Describe la lengua del pájaro carpintero”. Tareas que él mismo buscaba responder, fuera en base a más  observación o mediante experimentos que llevaba a cabo con extremada dedicación y paciencia.

Gran parte de su vida de creador, arquitecto, inventor, pintor, ingeniero militar, biólogo y otros oficios o profesiones que desarrolló, fueron posibles gracias a que contó a lo largo de su vida con el apoyo de nobles que lo financiaron vía mecenazgo, encargándole obras específicas, las cuales no siempre pudo concluir por diversos motivos.

Fueron miles de páginas que da Vinci escribió, siempre con su letra especular. Era zurdo y escribía desde la derecha hacia la izquierda y para entenderlo había que usar un espejo. Al mismo tiempo que escribía apoyaba sus observaciones, sus descubrimientos, sus inventos, con series de dibujos, uniendo casi siempre lo natural (como el vuelo de un pájaro) con sus invenciones como una máquina para volar.

En mi opinión, el libro de Isaacson es una obra digna de da Vinci. Lo retrata en todas sus dimensiones, desde los planos más íntimos de su vida personal y familiar, hasta lo más público como fueron las relaciones con sus mecenas en tiempos de guerras permanentes en Europa, en las cuales no siempre estaba interesado en uno u otro bando.

En 2019 se cumplen quinientos años de la muerte del gran Leonardo, y por eso son 500 años sin él, pero gracias a Isaacson siento que, al mismo tiempo, mediante su maravillosa biografía, son también cinco siglos con da Vinci.

La Embajada de Italia en Santiago ha programado una serie de actividades para conmemorar esta importante fecha. Los interesados pueden obtener más información en el siguiente link:

https://vivereallitaliana.cl/2019/01/29/leonardo-quien-era-el-genio-que-hoy-celebramos/