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En un período histórico, la zona norte del país fue el centro del progreso generado por la explotación del salitre, actividad que produjo muchos trabajos  para los hombres que necesitaban sobrevivir a las necesidades del momento y fue en ese contexto histórico una fuente proveedora de gran cantidad de recursos económicos para el país.

Triste fue el epílogo para este proceso llamado la fiebre del salitre terminando inesperadamente con una guerra cuyo  enfrentamiento bélico  nos sigue dando dolores de cabeza por las actitudes hostiles que han sobrevivido por generaciones y seguramente perdurarán por muchos años más, si no se buscan soluciones pragmáticas y realistas que permitan cicatrizar las heridas que aún permanecen abiertas pese al tiempo transcurrido de este conflicto y que cada cierto tiempo se agitan enrareciendo el ambiente político. 

El salitre desapareció de muerte natural, las pampas áridas del desierto  quedaron horadadas y sólo yacen vestigios de una cultura que se fue quedando dormida, dejando como señero de gloria  la sangre derramada por miles de jóvenes que dieron sus vidas por defender a sus países.

El cobre es actualmente nuestra principal riqueza minera y pese a la   crisis financiera internacional estamos volviendo lentamente a la normalidad bursátil y a la demanda sostenida de nuestro metal en los países desarrollados.

El carbón también tuvo su época de esplendor y hoy están convertidos en verdaderos laberintos subterráneos y que sólo se guardan en el baúl de los recuerdos y en las obras literarias de destacados escritores nacionales que nos relatan en sus libros la vida oscura y sacrificada de los mineros que hicieron del carbón su razón de vida.

La suspensión de las extracciones de carbón y el cierre de las minas se debieron a su baja rentabilidad en el mercado internacional y así se nos fue  otro trozo de Chile  herido profundamente en sus entrañas.

El extenso mar que baña nuestras costas, también ha sido motivo de conflictos debido a la inadecuada explotación de sus recursos los cuales están en vías de extinción lo cual perjudicará a los pescadores que ven en el mar el motivo de su existencia y que hoy la sienten disminuida razón más que suficiente para que hicieran sentir sus voces en las calles y no en el mar precisamente donde está el foco del conflicto siendo una forma lícita  para ser escuchados por la ciudadanía  y tratar de buscar soluciones  que permitan la explotación racional de los productos del mar,  escuchar sus sugerencias y así evitar que sus familias sigan sufriendo necesidades de sobrevivencia diaria.

Nuestros bosques y la tala de árboles que alguna vez dieron vida a hermosos paisajes  hoy son sólo nostálgicos recuerdos y por eso es necesario una pronta recuperación de las especies nativas destruidas por el hombre para devolver el equilibrio ecológico que la naturaleza demanda.