Sobre los Libros Publicados

Parto mi columna de hoy con la siguiente pregunta: ¿Ser un autor publicado es una garantía de calidad literaria como afirman ciertos individuos? ¿Depende el prestigio y la trascendencia de un literato tan sólo de la conservación de su obra en un soporte escrito? Pasaremos a revisar cuidadosamente estos asertos:
El libro es, indiscutiblemente, el pasaporte a la eternidad. Es un hecho tan categórico e incuestionable que podemos afirmar con total y absoluta propiedad que sólo conocemos la cultura griega a partir del 20% de todo el material producido en aquella época, porque el resto se perdió; es decir, cátedras universitarias, magísteres, y doctorados enteros, sin contar la infinidad de paráfrasis y reinterpretaciones dentro de todas las épocas. Todo...a partir del 20%. La historia entera es un puzzle al cual le faltan piezas cruciales, y aún así se articula, se engrana y adquiere coherencia a partir de las obras encontradas. No es menor...así como tampoco lo es el hecho de que los dictadores y grandes gobernantes de todos los tiempos censuren o traten de borrar ciertos pasajes que no les favorecen, que aquello sea una práctica habitual aún en el siglo XX. Sin embargo, aquello no es garantía de calidad per se.
Veamos, por ejemplo, cómo se perdio irremediablemente para la historia un volumen de la poética de Aristóteles dedicado a la comedia, el cual sin duda hubiese sido un aporte que habría contribuido al desarrollo de aquel arte escénico...valiosísimo, y no está. La biblioteca entera de Alejandría, el mayor compendio del saber antiguo, ardió en llamas...¿Quién sabe qué joyas se perdieron en ese entonces? tiemblo al pensar. Y ojo, que no es la única biblioteca que ardió.
De la misma manera, tenemos que en la actualidad se publican mil libros al día. Cierto actor norteamericano se dio el lujo de publicar un libro entero dedicado a su pene; tanto Krishna Navas, Carlita Ochoa, como la Geisha y otos personajes notables por cualquier cosa (excepto dotes intelectuales), han saciado su inquietud literaria y se han unido al magno y elevado olimpo de los autores publicados. Ciertos destacados nombres, como Robert Southey, no logran sobrevivir a la época donde fueron famosos, o favoritos de las círculos dominantes y sólo se recuerdan en tono burlesco, gracias a los retratos que gente como Lord Byron realizaron en vida.
Porque existe una tendencia al "establishment" que es histórica en cultura... artistas que cambian sus ansias y empujes literarios por el poder y la comodidad y la aclamación oficial o de sus pares existen por millones. En un mecenazgo que muchas veces se convierte en la tumba de grandes poetas, como por ejemplo el otrora rupturista Raúl Zurita escribiendo los "poemas militantes". Le pasa hasta a los grandes, hasta Neruda se dio sus gustos con los "cantos a Stalingrado."
Dado que muchas veces el publicar o no depende del grado de contactos, de variables tales como el lobby, los amigos en puestos o sillones específicos, el grado de complacencia de la obra publicada y demases, muchos grandes escritores se quedan en el limbo, hasta que son repentinam, entes redescubiertos post mortem y elevados al sitial que en vida nunca tuvieron. Nombremos a Franz Kafka, que revolucionó el panorama literario tras haberle pedido a su amigo que quemara sus escritos (por suerte éste no acató), al gran Konstantinos Kavafis...
Espero que la anterior pincelada sirva y ayude a la reflexión con altura de miras y contenido, fundamentada en hechos y no en descalificaciones personales, que es lo que se espera para darles altura y peso. Pero en estos tiempos ingratos sabemos de sobra que el saber se convierte en prepotencia y la posición en arma. Hasta la próxima.