El todo es más que la suma de las partes

Hace unos días presenté algunas reflexiones respecto a la instalación de Wi-Fi en Salamanca y al estudio que se está realizando en Paihuano para instalar Internet inalámbrico que cubre un radio de 5 kms. desde cada escuela de la comuna. En esta reflexión, hablamos de lo importante que son estas iniciativas, pero siempre que consideren la democratización del acceso a la red. Si no se considera esto, existirán unos integrados al proceso de globalización, mientras otros se quedan relegados y fuera de la modernización.
Por ello, sin duda que estas iniciativas son valiosas, pero hay que tener muy claro que lo importante de todo esto no es que Salamanca haya cumplido su ambicioso proyecto, ni que Paihuano esté trabajando con el mismo objetivo. Lo importante de estos casos es que demuestran que es posible, con la articulación de los distintos actores públicos, ciudadanos y privados, cumplir sueños que parecían imposibles, para lograr un desarrollo equitativo de cada territorio de nuestro país.
Para ello, no es suficiente contar con WI-Fi que permita la conexión gratuita a Internet. De nada sirve contar con conexión si no se cuenta con un computador. Para ello deben gestionarse mecanismos para dotar a la comunidad del acceso a computadores… es decir, articular otros actores, echar a andar otros motores… completar el beneficio. Y después realizar capacitaciones a todos ¿por qué sólo a jóvenes y niños? ¡Los adultos también tienen derecho a acceder a estas herramientas!

Es decir: existen recursos… pero falta saber cómo obtenerlos. Para ello, deben pasar muchas cosas. Entre ellas, creo que hay dos que son fundamentales para comenzar un proceso de apertura de las oportunidades:
Primero, que alguna institución (¿el Municipio?) abra espacios visibles de información, en donde se presenten los diferentes Fondos (del Gobierno central, de los municipios, de Gobiernos extranjeros, de ONG’s, etc.) a los que pueden postular las personas, organizaciones de base y empresarios, especialmente los microempresarios. Es decir, democratizar la información, para que quienes tengan menos posibilidad de acceso a ella, puedan participar de manera informada y con las mismas posibilidades de obtener beneficios.
Y segundo, que se abra un debate respecto a la Responsabilidad Social Empresarial, para que tanto las empresas como la ciudadanía, las organizaciones y gobiernos locales, conozcan los diferentes mecanismos que existen (por ejemplo, la ley conocida como “Ley Valdés”) para que una empresa entregue un beneficio social en su proceso productivo. Las empresas deben ser miradas como un aliado a la hora de pensar el desarrollo local, y no que sólo vienen a explotar nuestras localidades. Sin duda que una empresa existe para obtener el máximo de beneficio económico, pero, en muchos casos, el favorecer el desarrollo de un territorio puede favorecer su proceso productivo, y por tanto sus ganancias.
Así, rescatamos lo importante que resulta el diálogo entre los diferentes actores de un territorio. Mientras exista comunicación entre ellos, las diferencias, los sueños y las problemáticas sociales pueden encontrar una solución en conjunto. Tal como en el matrimonio, mientras exista un diálogo sincero y bien intencionado, los problemas comunes pueden encontrar una solución.