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Ha muerto Papelucho en impunidad

13 Agosto 2020

Francisco José Cox, "Papelucho" como se autodenominaba ante los niños, murió en la impunidad. La misma de quienes callaron, ocultaron y obstaculizaron la verdad y la aplicación de justicia para las víctimas.

Felipe Barraza Araya >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Nos acabamos de enterar de la muerte de Francisco José Cox Huneeus, Ex Arzobispo de La Serena, sobrino de Marcela Paz, autora y creadora de Papelucho, personaje que supuestamente habría estado inspirado en Cox. 

Recordemos que el caso Cox, refloto el año 2018 cuando la Agrupación Juan XXIII de La Serena, solicitó al Arzobispo Rebolledo retirar la placa en la entrada de la catedral con el nombre del abusador. Ante la negativa, se inicio una campaña de recolección de firmas de personajes connotados que fueron enviadas al Vaticano dirigidas al Papa Francisco. Al poco tiempo, apareció Hernán Godoy, un sobreviviente de la época cuando Cox era Arzobispo. Hernán hizo público su relato, con fuerza y valentía, en busca de justicia e incorporándose a la Agrupación Juan XXIII, en apoyo a otras víctimas. Podemos decir que aparecieron otras, pero no quisieron exponer su caso, por vergüenza, por temor, porque solo querían desahogarse, pero no dar un paso mas adelante. Entendimos sus razones. Sin embargo, en ese momento decidimos que, si deseaban hablar, que fuera para ir a la justicia, que nosotros los acompañábamos en todo el proceso. 

En la medida que pasó el tiempo, nos pusimos objetivos, de los cuales destacamos tres:

1.- El retiro de la placa de mármol de la Catedral de La Serena.

2.- Exigimos la expulsión de la Iglesia.

3.- El regreso de Cox a Chile, que se encontraba escondido por la comunidad Schoenstatt en Alemania, ya fuera de forma voluntaria o vía extradición. 

Los 3 objetivos se cumplieron a su debido tiempo. Los dos primeros en octubre y el último fue anunciado en diciembre de ese año.

El “fugitivo” Francisco José Cox llego a Chile en febrero de 2019, escondido y protegido por Schoenstatt, a pesar de haber sido expulsado de la iglesia, para enfrentar a la justicia después de haber escapado el año 2002. 

En Alemania también abuso de un joven boliviano de 17 años. Abuso que se pudo haber impedido si las “autoridades eclesiales” de nuestro país o del vaticano lo hubieran entregado para ser procesado en Chile. De ahí que hablamos de una red de protección de abusos sistemática e institucionalizada. 

Cox estaba siendo procesado por la justicia antigua por los casos de Hernán Godoy, Abel Soto y Edison Gallardo, debido a que los delitos fueron cometidos hace casi 30 años. En diciembre de 2019, se realizaría un careo entre Cox y sus víctimas, pero como un delincuente cualquiera, acusó descompensación y demencia senil. La cobardía de Cox se hizo evidente ante quienes fueron marcados de por vida y se levantaron con valentía en busca de justicia. 

Cox ha muerto, “Papelucho”, como él solía autodenominarse frente a las niños de quienes abusaba en las oficinas del arzobispado de La Serena, incluso en navidad, con su cruz al pecho y el anillo, símbolo de su compromiso con la iglesia y como sello de autoridad. 

¡¡La Justicia no puede esperar!! cuantos Cox andan sueltos por ahí en completa impunidad. Exigimos que se termine la práctica de “jugar a las cambiaditas” cada vez que una persona ligada a la iglesia ya sea cura o diácono, es acusado por un tema delicado o “comportamiento impropio” que se traduce en abuso, como se señaló con Francisco José Cox. 

No solo son 3 las víctimas de Cox, sino que hay decenas que fueron abusados y hoy callan por las razones que nombramos anteriormente. En una sociedad conservadora y machista, no es fácil para quienes hoy son hombres, contar que fueron vulnerados siendo jóvenes y niños frágiles, menos si fue por el cura carismático y respetado de la ciudad. Las víctimas merecen una reparación al daño causado de por vida. La contención y el acompañamiento es fundamental para que ellos puedan superar esta etapa. 

Como uno de los voceros de la Agrupación Juan XXIII, sin ser víctima de Cox, puedo sentir rabia y frustración, porque hicimos todo lo humanamente posible para que se hiciera justicia y la verdad saliera a la luz. La sanción moral existe, quienes conocieron este caso y se pusieron del lado de los sobrevivientes, condenan estos hechos ocurridos hace años, pero no nos conformamos. Quienes fallaron fueron otros, falló la justicia en su lentitud y falló la iglesia encubriendo al abusador. 

Para aquellos que sabían de estos abusos que se cometieron en esos tiempos, aquellos que decían que “había que pintarles los labios a los niños” cuando iban a ver a Cox, aquellos que nunca denunciaron y se volvieron cómplices por omisión, esa sociedad conservadora, que siguió asistiendo a la iglesia sabiendo lo que allí sucedía, aún está a tiempo de entregar su testimonio. De ayudar a buscar la verdad y hacer justicia, nunca es tarde para ayudar en la reparación.

Por último y lo más importante, reconocer la dignidad de los sobrevivientes que buscaron justicia hasta el final, que nunca bajaron la cabeza y enfrentaron una institución con dos mil años de historia.

Para Hernán, Abel y Edison, nuestro respeto y cariño. 


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