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"La violencia es algo que surge de condiciones estructurales, no son sólo individuos malos"

26 Octubre 2020

Eduardo Santa Cruz, académico de la Universidad de Chile, analiza el rol de la prensa en el estallido social y la pandemia, además de vaticinar los resultados del plebiscito y los cambios futuros de la sociedad.

Cathy Gómez Córdova. >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Durante más de 30 años, Eduardo Santa Cruz se ha especializado en la docencia e investigación en el campo de la Comunicación Social, especialmente en las relaciones de la industria cultural, cultura popular y de masas y espacios públicos, publicando numerosos artículos en revistas nacionales y extranjeras.

En una entretenida conversación, abordó junto a El Observatodo el escenario social y político actual, y cómo el rol de la prensa ha ido mutando hasta convertirse en un simple megáfono de los poderes políticos y económicos.

-¿Cuál es su lectura respecto al tratamiento que le han dado los medios de comunicación al estallido social?

-En primer lugar, ya es complejo a esta altura de la vida, con los cambios tecnológicos de todo tipo que ha habido, hablar de medios de comunicación. Hoy día tenemos unas plataformas mediáticas multi-lenguaje, multi-código. Si nos referimos a esas plataformas que dependen de grandes consorcios como Mega, Chilevisión, no estamos ante un medio como antes, a eso me refiero.

-¿No es como antes?

-No es como en el siglo XX, que tenías el canal de aquí, el canal de allá, El Mercurio ¡qué sé yo! Hoy estás frente a un entramado, a unas redes de poder de grandes consorcios, incluidos consorcios transnacionales. Entonces es sumamente complejo, aparte de eso tienes otras dimensiones, con otro tipo de redes que todas informan, publican informaciones,  circulan de distinta manera, lo ven distintos tipos de gente. Es decir, ha habido un cambio notable en el sistema mediático, a tal grado que uno podría decir desde el punto de vista conceptual que ya no existen los medios de comunicación, sino que existe otra cosa.

Los grandes consorcios, por llamarlos de alguna manera, han demostrado a propósito del estallido y de la pandemia, aunque prefiero hablar más de rebelión o de revuelta que de estallido. En los dos casos, estos consorcios han demostrado que están del lado del poder, es decir que son voceros del poder. Que de repente entrevisten a una señora, a un señor de una junta de vecinos, es casi anecdótico. Ellos centralmente están al lado del orden como un valor absoluto. Y en ese sentido son verdaderos parlantes de un gobierno, que es el gobierno de turno, pero podría ser otro gobierno incluso. Pero en lo fundamental los canales de televisión como Mega, Chilevisión, para qué decir Canal 13, incluso para Televisión Nacional el valor fundamental es el orden ¿no? Y eso se muestra en las rutinas periodísticas que tienen. Por ejemplo, en el caso de la pandemia era realmente atosigante ver durante los primeros meses, donde transmitían prácticamente todo el día sobre la pandemia, ver desfilar ministros todo el santo día.

-Parlamentarios, alcaldes

-Pero sobre todo autoridades, la noción de la autoridad. Tres o cuatro veces al día, a la misma autoridad la entrevistaban aquí, y media hora después en el canal de al lado. Entonces, a eso me refiero, a una voz oficial; ministros, subsecretarios, parlamentarios. Una voz oficial que está todo el rato diciendo lo que hay que hacer, y todo el rato instalando que lo fundamental para el país es el orden. Y eso no es nuevo en Chile, eso viene desde el comienzo de la República.

-¿Cuáles son los fundamentos de ese orden?

-El orden se sustenta en la desigualdad, en la discriminación, en el abuso, etcétera. Es un orden que deviene muy poco… bases muy poco sólidas, y lo más probable que genere respuestas violentas ¿no? Reacciones violentas de los dominados o dominadas.

A los que han estado oprimidos por decenas de años, por siglos, tú no les puedes pedir buenas maneras, decirles “oiga, sublévese pero sublévese dentro de los patrones que yo le voy a decir”. Eso es absurdo, y la historia no funciona, nunca ha funcionado así (ríe).

Eso está dado por condiciones estructurales, entonces lo que vemos en la tele, en esos medios o consorcios mediáticos, es que son realmente incapaces de dar cuenta de la complejidad de los fenómenos

-No están a la altura

-Salvo casos muy excepcionales. Qué sé yo, de pronto hacen un foro o entrevistan a alguien que aporte una visión distinta, pero el tono y el tenor permanente -sobre todo a nivel de los noticiarios-  es de situarse en un lugar moralista y desde arriba decir “esto está bien” o “esto está mal”. Acabo de ver noticias y te dicen “mire, usted puede manifestarse, pero de esta manera” y están todo el rato instalando una especie de autoridad moral que nadie les ha dado, o sea, ¿quién les dio a los conductores y conductoras de televisión ese privilegio de decirme a mí lo que yo puedo o no puedo hacer? O sea, ¿a partir de dónde?

-El periodismo en Chile, como la mayoría del mercado laboral, opera como pirámide.

-Hay una base precaria donde está la gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras y para arriba hay una élite, un grupo que es la punta de la pirámide. Y entonces, claro, lo que uno ve en estos grandes consorcios audiovisuales, también en la prensa escrita, son un grupo de profesionales de la prensa que constituyen una élite y son parte de la misma élite social, empresarial, cultural e intelectual. Es decir, en la sociedad chilena se ha configurado cierto sector que viene absolutamente distante de la realidad de la gran mayoría de la gente. Los mismos que dijeron al principio de la rebelión “ay, no sabíamos que esto les molestaba tanto”.

- El famoso "no lo vimos venir"

-No sabíamos, ese nosotros, ¿quién es ese nosotros? A mí me llama mucho la atención porque en otras épocas había toda una concepción del periodismo al revés, que era la llamada – recuerdo la expresión- “la voz de los sin voz”. Eso es lo que yo quiero ser como periodista, hablar justamente de ser la voz de los otros, de los que no pueden hablar, de lo que no tienen los medios para tener diarios, para tener radios o qué se yo.

Estos periodistas que uno ve en la tele, o en ciertas páginas de internet, no tienen ninguna intención de representar esos sectores, lo único que hacen es mandar, están todo el rato enjuiciando a la sociedad. Entonces claro, cuando hacen un programa, o se les ocurre hacer un programa a propósito del plebiscito o cualquier otra cosa, invitan a la ministra Rubilar y el senador no sé cuánto, el diputado no sé qué y la ministra no sé cuánto. Es un juego de mismos, ¿no? Puros mismos, entonces es el juego de “oye, mira qué terrible lo que está pasando” “yo creo que es por tal cosa”, “no, yo creo que es por otra”. Y uno dice “oye, ¿alguno de ustedes tiene idea de lo que pasa realmente en Chile?”

-Nadie va al fondo del asunto

-Es decir, hay una cosa estructural en la economía chilena que no es capaz de generar puestos de trabajo suficientemente dignos para una vida decente para el conjunto de la población. Hay una franja de gente que queda colgando, que son los que sobran, como dicen Los Prisioneros.

-El baile de los que sobran, himno del estallido social

-Y los que sobran, bueno… tratan de meterse como sea no más, si es lo que haría yo también. Es un sistema que tiene esas bases de podredumbre.

-Claro

-Del cual son víctimas muchos hombres y mujeres. Ahora, ese sistema es el que como dijo el Presidente Piñera días antes de la rebelión, era un oasis. Creían que era una maravilla, porque (supuestamente)  habían derrotado a la pobreza, por el crecimiento. Pero tiene unas bases estructurales absolutamente débiles. Y tiene problemas y pasan los años y siguen ahí los mismos problemas.

-¿Y volviendo al periodismo?

-A mi modo de ver, estos consorcios o el sistema de medios actual, es un sistema de medios muy pobre, incluso su rendimiento profesional: no preguntan bien, no preguntan a fondo, es decir, son parlantes de la autoridad la gran mayoría. Ahí también tienes de nuevo operando la pirámide, porque tú sabes que esos noteros, esos chiquillos o chiquillas que trabajan para los matinales o que mandan ahí a la calle a hacer la nota para el noticiero, ganan re poco y tienen una pega absolutamente inestable, que en cualquier momento los echan.

-En todos los medios han despedido gente últimamente

-O sea, yo creo que a propósito de estas dos cuestiones, de la rebelión y de la pandemia, el sistema mediático está aprovechando de realizar unas reestructuraciones internas y eso significa costos. Y el costo es “vamos echando gente no más, si total mano de obra hay y de sobra” Entonces, habiendo gente que sobra, eso te está hablando de un sistema horroroso, de injusticia, de desigualdades. En los años 60 fue la iglesia la que crea el concepto de violencia estructural. Hay una violencia estructural, toda la sociedad genera, produce violencia.

-Se ha hablado mucho de violencia últimamente, si uno está de acuerdo con ella o no.

-En discusiones que uno tiene por ahí, me decían “es que tú estás de acuerdo”. No, no es un tema de si o no estoy de acuerdo. Primera pregunta, ¿tú estás de acuerdo con la violencia? Compadre, ¿qué quiere que le diga, que no estoy de acuerdo? No estoy de acuerdo, yo no voy a salir a botar semáforos, no me parece bien que los boten, pero ese no es el tema. El tema es que es lo que hay por debajo, ¿no? Qué genera ese tipo de comportamientos, que además no son nuevos en la historia de Chile. La frase "esas cosas no pasaban en Chile” es un puro mito no más, y la violencia es algo que surge de condiciones estructurales, no son sólo individuos malos. Ahora, ¿hay individuos malos? Sí, ¿salen delincuentes? Por supuesto, obvio que salen. La sociedad chilena actual es muy heterogénea, obviamente en esas masas que salen a manifestarse hay de todo: narcos, bandas delictuales, gente sin pega y gente vivaracha. La rebelión está planteada desde un contexto social muy heterogéneo y tampoco tiene una conducción política clara.

-Pero "es un cuento nuevo"

-Yo vi las imágenes de  de La Serena, parece que eran en la avenida Francisco de Aguirre, ¿no?

-Sí, la Avenida de Aguirre

-¡Claro! Y esto pasó en todo Chile, entonces la cosa es mucho más compleja que decir "qué horror la violencia"

-Claro, no se trata de eso

-Ahora ahí, yo digo que la deuda de la prensa chilena es muy grande. No da el tono, no da la altura a los acontecimientos que ocurren. Esta prensa fundamentalmente trabaja para el poder, poder en el sentido amplio: económico, político. Es decir, para el orden, la élite, para los que mandan. Esa es mi opinión sobre la prensa.

-Entonces, ¿cómo formar en las escuelas de Periodismo a las generaciones que vienen?

-¡Exacto! Todos los  cabros que estudian ahí, uno los ve cuando entran, son unos pajaritos que dicen "yo no cacho ni una" y miran pa todos lados. Y van avanzando y se van desarrollando, y de pronto terminan y ya son profesionales. Entonces uno ve a los cabros y las chiquillas y dice "bueno ahí es donde se ve el peso de lo estructural”. No es un problema de personas, sino que de estructuras funcionando porque bueno, si el campo laboral es así hay que trabajar y hay que vivir. Entonces, uno trata de seguirles diciendo  “mira, traten de ver más allá de lo evidente”, “no repitan frases hechas”, “pregúntense el porqué de las cosas, por qué ocurren, para qué ocurren”

-¿Qué opina de esas conferencias de prensa que no dan pie a preguntas o contrapreguntas?

-El poder ya se acostumbró. Y cuando digo poder no sólo me refiero al gobierno actual, sino a la clase política en general que se acostumbró a que los periodistas sean sus parlantes. No hay en frente un interlocutor que piensa por su cuenta y que pregunta desde lo que piensa, desde lo que sospecha o desde otros datos que tiene. No reportea y dice “disculpe señor ministro, señora ministra, pero investigamos el caso y tenemos estos datos que no concuerdan con lo que usted está diciendo”. Ahora, porque yo entiendo también que el cabro o la chiquilla no solamente no puede, sino que no está en condiciones de eso, porque sabe que el tipo después va a llamar por teléfono al medio y lo van a echar.

-Se han dado casos

-Este es un caso terrible, que incluso se ha dado el campo del fútbol. Los periodistas jóvenes saben que eso ocurre, entonces es un círculo vicioso. Junto a estos consorcios hay otras redes de información de páginas web, de diarios virtuales que permiten contrarrestar un poco lo que viene de las plataformas mediáticas oficiales, pero efectivamente es más difícil. En fin, es curioso, se están creando condiciones parecidas a la época de la dictadura para que aparezca una comunicación alternativa, es decir, para que se desarrolle, porque el sistema oficial –por llamarlo de alguna manera- es tan monocorde, es tan “una sola voz” que eso mismo genera la posibilidad de que hayan otras redes. Con muchas dificultades, sin plata, sin recursos, corriendo riesgos.

-Y a propósito de estas deficiencias estructurales y todo lo que hemos conversado. En relación al plebiscito ¿Qué es lo que espera usted que ocurra en las urnas?

-Va a ganar el Apruebo, va a ganar la Convención Constitucional y se va a abrir un periodo que puede ser largo. Lo que tú tienes ahí con esas dos cosas es una puerta, nada más. Y comenzar un proceso, porque después en abril habrá que elegir a los miembros de la convención que es paritaria – lo cual me parece muy bien- mitad hombres, mitad mujeres y ahí tienen dos años para discutir lo de la nueva constitución. Entonces, en el camino, está el problema de la salud, el problema de la previsión, el problema del medio ambiente, el problema de la igualdad de género, y un gran etcétera. O sea, todo eso entra a ser discutido cómo cabe, si no cabe, de qué manera cabe. Nada está prefigurado de aquí en adelante. Se abren muchas alternativas de todo tipo, incluyendo la que para mí sería la peor de todas, que todo cambie para que todo siga igual.

-Como el Gatopardo

-Es una alternativa posible, que haya una suerte de maquillaje a la constitución actual y al final no cambie nada sustantivo. El otro extremo es que efectivamente haya una constitución democrática que establezca cambios estructurales en la sociedad, por ejemplo en términos de la educación, en la salud, o en la igualdad de salarios. Porque no es posible que a la mujer se le siga pagando menos por ser mujer.

-Completamente de acuerdo.

-El empleador tendrá que subirles el sueldo a todas las mujeres, lo siento mucho. Y en fin, así como blanco y negro,  hay muchos grises posibles. Ahora todo eso no es un asunto técnico, es un asunto político.  Es decir, un asunto de relación de fuerzas sociales, políticas, ideológicas que logran imponerse a otras. En la franja andan diciendo que somos “un país unido”. No, aquí hay intereses distintos. Para lograr, por ejemplo, que las mujeres tengan el mismo salario de un hombre, implica que el empresario es el que tiene que asumir el costo, ahora eso no les va a gustar… obviamente no les va a gustar.

Ahora, hay que generar la correlación de fuerzas sociales y políticas para decirle “lo siento mucho señor, pero va a tener que hacerlo”, “y si no lo hace, no sé qué castigo tendrá… pero tendrá un castigo”. Alguien tiene que perder, no es posible que todos ganen, porque así no funciona la sociedad. De hecho, para que ellos sean así de ricos, para que  Luksic  se dé los lujos que se da, tiene que haber esa mano de obra. Entonces, si queremos eliminar la precarización laboral, bueno, unos tendrán que sacrificar intereses.

-Entonces, ¿qué viene?

-Yo creo que se abre un periodo que puede ser no sólo el de discusión de la constitución, sino que como digo, mucho más largo. De inestabilidad, de discusiones, de movilización, no me extrañaría en absoluto. De nuevo, no es primera vez que ocurre en Chile.

-Así es

-En fin, tienes una década en que el país se desarma entero, y se re arma porque felizmente los países no se acaban ni quiebran. Pero con costos enormes, con cambios sociales, aparecen nuevas capas sociales. Entonces, no sé, uno no es adivino pero en una de esas estamos entrando en un proceso de cambio de la sociedad, de cambio estructural muy profundo, y que va a salir una nueva forma de organización social.

-Ojalá

-Es lo mejor que nos podría pasar, un nuevo modelo de desarrollo, de otro tipo, que implique otro carácter del Estado. Ahora, eso pudiera ser también que se frustre. Uno puede ver que  va a ganar el Apruebo y lo más probable es que gane la Convención Constitucional. Ahora, ¿qué va a pasar después? Está todo abierto, o sea, muchas alternativas. Entonces ahí depende como se encuentren los actores sociales, no los individuos, sino que los actores sociales, y cómo se muevan o planteen propuestas, o cómo elaboren los partidos políticos, cómo se acomodan o no se acomodan. Y si no se acomodan van a desaparecer no más. Ahora, eso no significa que no haya política, sino que van a aparecer nuevos actores políticos.

-Renovar la clase política

-El desprestigio a la política, que no tiene nada de nuevo, ese desprestigio a los partidos “son todos ladrones”, “son todos corruptos” y esa cosa que siempre -por lo menos en Santiago- dicen los taxistas “a mí no me interesa la política, porque son todos ladrones y yo igual tengo que trabajar mañana” Que es un sentido común muy instalado. Entonces tienes dos años casi por delante, de no sé cuántas elecciones, una activación política de la sociedad muy grande, lo cual a mí me parece súper bien, pero a otra gente le espanta.

 

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