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Un motor que no se puede apagar

23 Diciembre 2020

A pesar de las dificultades de este año en particular, la mitad de los pequeños empresarios encuestados asegura que son más felices desde que comenzaron a emprender.

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Cambios y adaptación. Con esos dos conceptos podemos hablar con propiedad de este 2020, palabras que son bastante cercanas al mundo emprendedor. Si bien, la vida del pequeño empresario está llena de incertidumbres, este 2020 ha sido una prueba de fuego donde dos tercios de los emprendedores -según una encuesta que hicimos en el G100- admiten que debieron reinventarse para mantener su negocio a flote en medio de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.

Ha sido un tiempo bastante rudo para el emprendimiento y las dificultades han venido desde distintas direcciones. Sin embargo, una de las trabas más relevantes -si no, la más importante- es la obtención del capital. Este tema en específico afecta al mayor miedo de los emprendedores, de hecho según nuestra encuesta, un 22% afirma que lo que más teme es endeudarse y efectivamente el 66% de los pequeños empresarios cree que para mejorar su negocio necesita mayor capital.

A pesar de las dificultades de este año en particular, la mitad de los pequeños empresarios encuestados asegura que son más felices desde que comenzaron a emprender. Es que la libertad de poder llevar un negocio que te gusta, manejando tus propios tiempos y logrando los objetivos paso a paso, son cruciales para entender el resiliente optimismo que tienen los emprendedores en un contexto adverso.

El emprendimiento no es solo una fuente de ingresos, es una manera de vida que aporta al crecimiento personal de quien se aventura en este camino, pero que al mismo tiempo se ve reflejado en el crecimiento económico del país. El éxito de un emprendedor es exponencial y afecta directamente a su comunidad: un emprendedor exitoso da empleo a sus vecinos y entrega un servicio necesario a su comunidad. Cabe recordar que en Chile, dos tercios de los trabajadores están empleados en empresas pequeñas y medianas, lo que denota la importancia de estos negocios para nuestra economía.

Lamentablemente, es altamente probable que el escenario en 2021 no sea mucho más favorable y la cancha continúe cuesta arriba para las PYMES. Es por esto que todos, como sociedad, debemos poder aportar a que las pequeñas y medianas empresas sigan en pie: desde el Estado se deben entregar más y mejores incentivos al emprendimiento, así como ayudas económicas a los sectores que más mal lo han pasado; los consumidores debemos preferir los productos locales y de pymes, mientras que las grandes empresas deben pagar oportunamente a los pequeños negocios para no ahogarlos en eternas bicicletas bancarias. 

Las pymes son uno de los principales motores económicos de nuestro país y todos podemos apoyarlas para seguir funcionando y empujando el progreso.

Por Kristopher Brigham, Socio de Novator (WOM), CEO de inversiones de KB y director de G100

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