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Una responsabilidad compartida

08 Abril 2021
Es responsabilidad de todos y todas si los abusos sexuales siguen ocurriendo. Adultos, educadores y, principalmente, los encargados de políticas educativas, tenemos la obligación de hacer todos los esfuerzos necesarios para que las niñas cuenten con información suficiente.
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Abuso, Vilencia de Género, Niños, Niñas, Adolescentes

Por Marcia Espinoza Salas, Doctora en Literatura Hispánica, académica de la Universidad de Queensland y Experta Hay Mujeres.

Decidir el tema sobre el que voy a escribir una columna de opinión es para mí como estar en una librería delante la disyuntiva de elegir un libro; sin embargo, he decidido abordar uno de los temas que los medios de comunicación, impulsado por mujeres afectadas o solidarias, han puesto recientemente en la palestra y con mucha fuerza: la violencia ejercida por los hombres en contra de las mujeres. Desde su forma más grave, el femicidio, cuyo número en Chile el año pasado es abrumador (56 mujeres), hasta los diferentes tipos de abuso sexual de mujeres en una variedad de contextos. En Hollywood, y también en Chile, luego de varias denuncias en contra de hombres célebres (productores y realizadores) que aprovecharon su posicionamiento para abusar de mujeres con menos poder que ellos, se creó el movimiento #Metoo. Este dio todo su apoyo a la víctima del caso de La manada en España (en donde un grupo de hombres violó a una joven de 18 años durante las fiestas de San Fermín); lo mismo sucedió en Chile cuando se supo del suicidio de una joven de 19 años, luego de haber sido presuntamente drogada y violada por un joven un poco mayor que ella, después de una fiesta de fin de semana en el sur de este país. Esto, más la aplaudida denuncia en forma de ´performance’ del colectivo chileno Las Tesis (El violador eres tú), que alcanzó reconocimiento internacional, han logrado una atención antes no acordada a estas terribles situaciones que sufren, las estadísticas lo demuestran, particularmente las mujeres.

Hay, sin embargo, un aspecto de esta violencia sexual a la que, en mi opinión, no se le ha dado la relevancia que corresponde: aquella ejercida en contra de niñas y adolescentes por sus pares masculinos en el entorno escolar. Esta, que va desde el ‘inocente’ asedio a un abierto acoso sexual, es, por lo general, la antesala a los graves casos antes abordados. Cabe mencionar aquí, además, el hecho de que recientemente han aparecido reportajes con datos contundentes relacionados con el acoso digital que están sufriendo las niñas y adolescentes mujeres (60% a nivel global). Es por todo esto, y lo anterior, que es muy difícil entender que el proyecto de ley sobre Educación Sexual Escolar, presentado en el Congreso hacia fines del año pasado por la diputada Camila Rojas, haya sido rechazado. Este planteaba, entre varias otras muy importantes, temáticas sobre prevención de infecciones de transmisión sexual, embarazo adolescente y abuso sexual; así como los diversos métodos anticonceptivos existentes y autorizados en Chile. Es lamentable, particularmente cuando constatamos que el protocolo de educación sexual elaborado por el Mineduc en el 2017 solo dedica un par de líneas a este tipo de vulneraciones a la dignidad y derecho de las niñas en el contexto escolar.

En la película La niña en la piedra (nadie te ve), de la talentosa cineasta mexicana Maryse Sistach, que pertenece a su trilogía sobre abuso sexual adolescente, vemos a una niña de 13 años acosada por un compañero de su escuela quien, a su vez, sufre el acoso de sus amigos; las consecuencias son trágicas y, como en el caso de las otras dos películas, está inspirada en un hecho real. La cineasta argumentó que su intención era exponer estas situaciones interpelando a los jóvenes para generar cambios de comportamiento. Es la misma motivación que tuvo Fabrice Rouilliat con un reciente cortometraje (Je suis le machisme ordinare) que obtuvo el Premio del Derecho de las Mujeres en un Festival Internacional; en este se retrata muy explícitamente el acoso sexual de un niño en contra de una de sus pares femeninas en la escuela.  El cine, en este caso, nos entrega excelentes maneras de abordar estos temas tan relevantes y llevarlo a reflexión; pero si no tenemos el apoyo de políticas públicas difícilmente podremos incidir en estos cambios de comportamiento.

Y sí, es responsabilidad de todos y todas si estos abusos siguen ocurriendo; los adultos y los educadores y, principalmente, los encargados de políticas educativas, tenemos la obligación de hacer todos los esfuerzos necesarios para que las niñas cuenten con información suficiente, de forma que estas puedan evaluar situaciones de riesgo para cuidar y proteger su cuerpo. Es fundamental que el proyecto de ley antes mencionado, rechazado y por ahora archivado,  sea reevaluado con la mayor urgencia para evitar que continúen sucediendo estos abusos.

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