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2021, ¿año decisivo? Conclusiones electorales

28 Mayo 2021
La característica singular de la Convención Constitucional, de carácter ciudadano normativo (redacta la nueva Constitución y se disuelve), más el cambio en reglas electorales, provocan una alteración relevante frente a tendencias del poder territorial, reflejando un auténtico poder ciudadano.
José Sanfuentes >
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Elecciones, nueva constitución, Participación ciudadana. Foto: Agencia Uno/Huawe

Cuatro procesos electorales, durante dos días, con una alta abstención, cerca del 60%, sustantivamente mayor que en plebiscito.

(ver resultados completos de las elecciones en anexo)

A nivel de votos en concejales, tradicional predictor de votaciones próximas, la centroizquierda obtiene el tercio mayor (34%), le sigue la derecha (33%), y la suma de otras dos izquierdas se quedan con el tercio menor (31%).

Centroizquierda mantiene poderosa fuerza territorial, eligiendo 1.014 Concejales y 129 Alcaldes; mientras la derecha baja a 784 Concejales y 87 Alcaldes, y las otras dos izquierdas suman 437 Concejales y 24 Alcaldes. Hay 17 Concejales y 104 Acaldes independientes.

LA FRUSTRADA ALIANZA DE LA IZQUIERDA AMPLIA

En las elecciones del 15 y 16 de mayo 2021, las izquierdas obtuvieron el mejor resultado electoral desde los tiempos de la Unidad Popular. A nivel del poder territorial con un 37% de votos y 811 concejales elegidos, además de 72 Alcaldes y 53 convencionales. Esta nueva coalición política pasaba a constituirse en el eje de la política chilena, aseguraba su paso a segunda vuelta con capacidad de derrotar ampliamente a la derecha y elegir un Presidente de la República y un Parlamento con la fuerza necesaria para llevar adelante las transformaciones de la sociedad chilena demanda. Con seguridad atraería mayor caudal en la segunda vuelta con el apoyo de la lista del pueblo, de las demás izquierdas y una franja de radicales y democristianos. Alcanzaba con holgura cerca el 60%.

A las 14 horas del miércoles 19 de mayo, las izquierdas, con la presencia del Partido Comunista, encabezado por Camila Vallejos, las cinco fuerzas del Frente Amplio, incluido Fernando Atria y el Partido Socialista encabezado por Mario Monsalve, alcanzaban un histórico pacto, acordando realizar primarias conjuntas para las presidenciales y buscar la convergencia en las parlamentarias. 

El nuevo liderazgo presidencial surgiría de una disputa democrática entre Paula Narváez, que reunía 961.730 votos en concejales, apoyada por el Partido Socialista, el Partido por la Democracia y el Nuevo Trato; Daniel Jadue, que reunía 761.619 votos, apoyado por el Partido Comunista y el Frente Regionalista Verde; y Gabriel Boric, con 523.660 votos, apoyado por Convergencia Social, Revolución Democrática, Comunes, Unir y Fuerza Común. De un lado, los sectores populares emergentes probablemente hubieran sido atraídos al esfuerzo unitario, así como de otro, la Democracia Cristiana no tenía más alternativa que converger en el apoyo o quedar neutralizada.

Un halo de esperanza y confianza en el porvenir recorrió al país, era la consecuencia lógica del aplastante triunfo en las elecciones del 15 y 16 de mayo sobre la derecha y su mal Gobierno.

Pero el diablo metió la cola. Será tarea de los historiadores desentrañar los detalles de quienes blandieron el tridente. Ese miércoles 19 de mayo de 2021 pasará a la historia como el día de “lo que pudo ser y no fue”, ese cuya nostalgia nos perseguirá en el tiempo, y que, de tanto en tanto, pensaremos en qué se pudo hacer para que las cosas resultaran distintas.

Todo se vino al suelo en cuestión de horas. Las esperanzas de avanzar decisivamente, por fin, en la unidad social y política del pueblo, necesarias para acometer las transformaciones que Chile demanda, se frustraron, a tal punto, que incluso sectores populares emergentes que pudieron verse atraídos a concurrir, inmediatamente proclamaron su independencia de toda facción partidista, por boca de sus líderes de la Lista del pueblo.

El daño ya está hecho, primaron los intereses sectarios y miopes de caudillos que tienen capturado a sus partidos. El Alcalde Jadue es al Partido Comunista lo que la diputada Jiles es al Partido Humanista, amb@s han subordinado la nobleza de esas arraigadas fuerzas populares a sus carreras políticas personales. El diputado Boric intentó poner sensatez y presionar por el acuerdo unitario, sin embargo, no tuvo el carácter ni el peso político para lograrlo.

Finalmente se impuso la codicia electoralista, fraguada en la tan vilipendiada “cocina entre cuatro paredes”, encabezada por un candidato que se sintió intimidado ante Paula Narváez y exigió al PC desahuciar el acuerdo; mientras la líder de Convergencia Social le impuso a Boric el silencio y, desatando el clásico “dominó autoritario”, juntos neutralizaron a RD.  Luego vino la tarea de inventar las excusas apropiadas, tal cual añejos políticos, para justificar lo injustificable. Que PPD y NT eran parte de los 30 años de gobiernos pasados, o que no eran radicalmente antineoliberales, etc. Ocultando que el PC y el PPD fueron aliados durante recientes 10 años, en las elecciones del año 2009, 2013, 2016 y 2017, incluso gobernaron juntos 4 años, y en los últimos días se ha conocido que Jadue surgió a la vida política apadrinado por el senador Girardi. Por su parte, Nuevo Trato fue fundador del Frente Amplio e incluso enfrentaron unidos con RD, CS y Comunes las recientes elecciones de Gobernadores, Alcaldes y Concejales. Como se sabe, a la hora de encubrir la realidad y engañar sobre los verdaderos intereses de poder, sobran los argumentos, sobre todo en políticos duchos en la demagogia. 

La ruptura del acuerdo ha sido una dura derrota para el movimiento popular y las fuerzas democráticas cuyo alcance está aún por dilucidarse. Las crisis siempre muestran el verdadero talante de los dirigentes, que se muestran en toda su desnudez. Para el socialismo esta es una amarga experiencia que será difícil de olvidar, y que solo se procesará perseverando en su lucha libertaria por la democracia y la justicia social.

“Aún por desdeñada, no renuncia a su pasión la primavera”, sentenció el poeta. Más allá de las pequeñeces que desprestigian la política, es preciso no olvidar que vivimos en esos momentos en que hay que mirar más allá de los árboles y atisbar que se está en medio de un proceso donde lo mejor está por venir: una verdadera revolución del bien común, que permita a todos y todas, sin distinción, sentirse bien acogidos en su propia tierra, cualquiera sea su condición, comprometidos con sostener juntos este hogar en que todos y todas cabemos.

La actual crisis es de gran profundidad, histórica, y su solución cerrará un largo ciclo de la vida nacional y abrirá paso a una segunda transición, dejando atrás el fenecido pacto de la democracia protegida, con neoliberalismo extremo alternado con su versión de “tercera vía” concertacionista. Se establecerá un nuevo pacto social, con democracia plena, amplias libertades civiles y Estado de bienestar, segunda transición que es la única posibilidad de recuperar la gobernabilidad en Chile y conquistar una convivencia civilizada.

Entre las tareas urgentes del Gobierno de la segunda transición están: un plan nacional audaz ante la crisis que deriva de la peste; el fin definitivo de la pobreza y derechos sociales que garanticen el bienestar de todas y todos, con seguro único de salud, pensiones dignas sin AFP, educación pública extendida,; la chilenización de las riquezas básicas, como el agua, el cobre y el litio y la reorientación del crecimiento económico con criterios de modernidad industrial, inclusivos y ecológicos; una Constitución auténticamente democrática con Estado plurinacional, descentralizado y reequilibrio de sus poderes, así como con amplias libertades civiles; una nueva presencia política y social de la mujer y de los pueblos originarios; una resignificación de la educación y la cultura en la vida nacional, que se oriente a la construcción de un nuevo sentido de país. Sólo un Gobierno transformador traerá la paz a Chile, camino que, lamentablemente, se hace hoy más espinoso con la fractura de la izquierda y las fuerzas progresistas.

BALANCE DE FUERZAS Y PROYECCIONES

Un balance de la situación de las fuerzas y tendencias luego del terremoto político de los últimos días, y en el contexto de una nueva ola de apatía de la ciudadanía, con abstención cercana del 60% en las recientes elecciones, se podría resumir en lo siguiente:

La crisis sigue su curso y las turbulencias no se detendrán hasta que se resuelva, encontrando, hasta ahora, un cauce en el quehacer de la Convención Constituyente. Precedida por un transversal debate sobre la importancia del carácter ciudadano necesario, para asegurar la representatividad de la nueva Constitución, éste se vio plenamente reflejado en sus resultados, incorporando al variopinto de la sociedad chilena, pero muy especialmente a parte importante de los protagonistas del cambio, de la revuelta iniciada en octubre 2019.  No cabe duda que de su trabajo surgirá un mejor país, sin cerrojos y habilitante ante las diversas opciones democráticas de sociedad que el pueblo determine libremente. Tiene razón aquellos que exigen la liberación de los presos que lo son en virtud del movimiento social y político fundamento de la existencia de la Convención Constituyente.

El pueblo anhela el fin de la pandemia y sus restricciones y reclama paliativos reales a su precariedad, lo mismo que buena parte del empresariado. Los movimientos sociales se mantienen en tensión y presionan la vida política y a los partidos, incluso abriendo diques para encontrar protagonismo directo más allá de la política tradicional. Con altos y bajos no cejarán hasta alcanzar sus objetivos de cambios profundos.

La vecindad suramericana vive tiempos de agitación y cambio similares, con pueblos que reclaman dignidad y libertad, amenazados por una mayor precarización de sus vidas por la peste y por un ciclo económico mundial en marcha que no favorece al hemisferio sur.

El Gobierno y la derecha chilena haciendo sus maletas, en un repliegue ordenado, con escasas reservas para dar batallas políticas significativas. Las FFAA, que observan de reojo, son su refugio último de autoridad. Como les dijo a sus congéneres Felipe Lamarca, expresidente de los grandes empresarios, si no están dispuestos a “soltar algunas tetas”, su destino puede ser catastrófico. Con una severa derrota en las elecciones, bajó en concejales y a la mitad sus Alcaldías, sin ningún Gobernador y menos del tercio de convencionales, este sector aún abriga leves expectativas electorales, ante una oposición que aún no logra construir la alternativa de reemplazo. Hasta ahora, Sebastián Sichel aparece como el candidato que puede ayudar al recambio, rodeándose de nuevas caras que no aparezcan comprometidas con el legado pinochetista; aunque el efecto “naranjazo” es un fantasma que ya se instaló.

La Democracia Cristiana conserva su “pole position” en la oposición en cuanto a poder territorial, con sus 700.000 votos (12%) y 320 concejales, más 51 Alcaldes, agregando expectantes posibilidades en 5 Gobernadores, aunque sufrió una derrota estrepitosa en convencionales, sólo 2 de 155, especialmente por haber realizado una campaña partidista y levantado candidatos vinculados al desprestigio de la elite política. La disputa por la Gobernación de la Región Metropolitana pondría constituir una sólida recuperación simbólica o acentuar su crisis de representación en las esferas altas del poder. Sin embargo, paradojalmente, cuentan con la figura mejor aspectada de la oposición, la Presidenta del Senado, Yasna Provoste, que es de una declarada adversaria de la derecha y el neoliberalismo. En tiempos de caudillismo, no es poca cosa contar con este factor político. Adicionalmente, se considera al Partido Radical un aliado cercano, con 407.054 votos (6,7%) y 174 concejales, más 11 Alcaldes y 1 Gobernador electo, aunque tan sólo 1 convencional. En suma, los democratacristianos con sus aliados mantienen su capacidad hegemónica, aunque más debilitada, en la centroizquierda. De no resultarles revivir la Unidad Constituyente, por razones de sobrevivencia parlamentaria, se verán obligados a ir a primera vuelta con candidato propio. 

El Partido Socialista sostiene su fuerza electoral territorial con 527.142 votos (8,7%) y 274 concejales más 22 Alcaldes, agregando 1 Gobernador electo y 3 en disputa, y obteniendo una respetable presencia de 15 convencionales. En la Convergencia Socialista, el PS nuclea a un grupo social/liberal conformado por el PPD y el PL/NT que reúnen 434.588 votos y yyy concejales más 20 Alcaldes y un Gobernador expectante, además de 6 constituyentes Esta facción fue el motivo del veto por parte del candidato Jadue. Este sector vive una encrucijada: se mantiene como estos 30 años, bajo la inspiración de la “tercera vía”, una especie de colonización neoliberal de la socialdemocracia, que incluso llevó al laborismo inglés a un desastre histórico, o retoma el legado de Salvador Allende, se reencuentra con la base popular y reconstituye su ideario izquierdista de la revolución social y libertaria con “empanadas y vino tinto”, acorde a las actuales demandas profundas de la sociedad chilena. Su candidata Paula Narváez parece representar la segunda opción, y lo más probable es que deban insistir con ella en la primera vuelta, para, con la necesaria renovación dirigente mediante, puedan defender sus posiciones en el Parlamento. La otra posibilidad es forzar un acuerdo programático avanzado con la Democracia Cristiana y el Partido Radical y asumir su responsabilidad de transforma Chile. La sensatez indica que deberá esperar los desenlaces de las primarias de Apruebo Dignidad y Chile Vamos para adoptar una resolución definitiva.

El Partido Comunista, obtuvo un triunfo resonante en el Municipio de Santiago, con indudable efecto “naranjazo”, además de mejorar con 562.316 votos (9,3%) y 156 Concejales, pocos Alcaldes, 6, sin presencia en Gobernadores y eligiendo 7 convencionales, cifra menor a sus actuales 9 diputados. Cuenta con un fiel aliado, el FRVS con 199.303 votos (3,3%) y 48 concejales, más 3 Alcaldes y 4 Convencionales. Su gran victoria de estos días no ha sido lo electoral, sino su capacidad de atraer al Frente Amplio para formar una coalición con su clara hegemonía. Avanza tal cual lo definió en su último Congreso en la política de acumulación de fuerzas expresada en aumenta sus cupos parlamentarios, asegurándose tener un candidato de sus filas en la primera vuelta, necesario para tal objetivo. Por ahora, los comunistas son la fuerza hegemónica en la izquierda anti sistémica.

Revolución Democrática, con 206.998 votos (3,4%) y 43 concejales, obtuvo pocas Alcaldías, 6, aunque resonantes, y 1 Gobernador electo, además de un buen resultado con 9 convencionales. En política nacional, pareciera estar “esperando altura”, pensando que su tiempo no ha llegado, y subordinándose, con cierta indolencia, a la hegemonía del PC. En el Frente Amplio, a la izquierda de RD ha crecido un grupo más radical que, sumandos Convergencia Social, Comunes y otros, reúnen 316.662 votos (5,2%) con 84 concejales, 3 Alcaldes y 2 Gobernadores en competencia, además de 7 convencionales. Es meritorio el esfuerzo desplegado con la candidatura de Gabriel Boric, aunque sin duda salió lesionada a raíz del reciente fracaso unitario.

El fenómeno realmente sorpresivo, la Lista del pueblo que, con alta votación de variado origen de variado origen, eligió 27 convencionales, es una realidad propia de los tiempos de crisis. Sectores sociales marginados de la entente política que inicialmente experimentan una fuerte autonomía crítica de los partidos políticos, intentando traer renovación y que naturalmente buscarán alcanzar incidencia real en la lucha por el poder, construyendo el propio o integrándose en alguna coalición. Su “Comité político” ha declarado, con su ya reconocida capacidad de empatía popular y pragmatismo, que buscarán llevar a partidarios al Parlamento y levantar para una opción presidencial propia.

Si bien los escenarios probables se han ido configurando con 4 a 6 candidatos relevantes en la papeleta de la primera vuelta presidencial, y 1 fuerte en cada coalición significativa, es preciso advertir que, en las crisis, todo puede pasar, y las sorpresas nunca son tan sorprendentes. Es de esperar que éstas sean favorables al pueblo, que, a punto de ver coronados sus luchas y sacrificios, observa cómo la clase política, hasta ahora, estropea el porvenir.

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