Año nuevo, cepa nueva

04 Enero 2021

Un inesperado final de temporada tuvo esta serie dramática llamada coronavirus. ¿Estaremos preparados para enfrentar a la nueva cepa?

Francisco Varas >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Llega un nuevo año y parecía que todo iba bien: los casos de gente contagiada por coronavirus disminuía en varias regiones de Chile; se levantaban cuarentenas a través del plan Paso a Paso, donde hubo comunas que llegaron hasta fase 4 como Coquimbo y La Serena; la gente se relajó ante las nuevas flexibilidades; y con la llegada de la vacuna Pfizer parecía que se llegaba al final de la serie llamada coronavirus. 

Sin embargo, apareció una nueva cepa en Reino Unido que no demoró mucho en encontrar puerto en nuestro país, dando paso a una segunda temporada la cual mantiene la intriga en su máximo nivel. También aumentaron los casos, generando la sensación de que se perdió una buena oportunidad para cortar el brote de contagios. Y las críticas llegaron directamente a la gestión del Gobierno, porque ninguna de sus medidas parecen ser claras, al contrario, generan más dudas y enredos. 

La decisión de mantener el aeropuerto Arturo Merino Benitez abierto, cuando gran parte de la Región Metropolitana está en fase 2, tiene poca lógica e ignora las recomendaciones de importantes autoridades científicas. Por si fuera poco, las medidas para hacer ingreso al país son poco rígidas: el PCR no es obligatorio, sólamente hay que hacer cuarentena por 2 semanas o hacerse un test durante esos días en que ya se pudo haber contagiado a mucha gente. 

A partir de esto se falla en la primera tarea: prevenir que llegue la nueva cepa. Ahora, el desafío está en evitar que se expanda, pero el control epidemiológico encabezado por el Ministro Paris ha sido considerado relajado, a destiempo y sin base científica. 

La fundamentación de su decisiones se basa en mantener la economía, como si al coronavirus no le interesara molestar a los que trabajan o se mueven en transporte público para llegar a sus puestos laborales. Tampoco se entiende la decisión del toque de queda que lleva más de un año. ¿Será que el virus duerme por las noches porque tiene que descansar? ¿O será otra forma de control político frente a la crisis sociopolítica del país? Por último, queda la interrogante sobre cuál es el criterio para dividir las fases del plan Paso a Paso por comunas, porque hasta donde se sabe el virus tampoco prefiere andar en unos barrios que en otros. ¿Acaso hay mucha diferencia en pasar entre Coquimbo y La Serena? O en el caso de Santiago ¿De Providencia al centro? 

Son algunos de los cuestionamientos que hacen los expertos, quienes han aclarado que si se deja expandir el virus, se le da mayor posibilidad a adaptarse a la transmisión entre humanos. Pese a esto, y mientras se aprecia un aumento de 45% en los casos de la Región Metropolitana, el señor Paris lanza un permiso de vacaciones para comunas en fase 2. Trámite que se hace en la página de Comisaría Virtual y que ha dejado dudas por la simpleza de sus exigencias. 

Cada una de estas decisiones puede afectar directamente a nuestra región, pensando que es uno de los destinos turísticos más solicitados por santiaguinos. Claro, hay que salvar la economía porque sectores como el turismo tienen que reactivarse. Eso es evidente, pero ¿No será que con medidas efectivas de control disminuirán los casos y más rápido estaremos para ofrecer un atractivo turístico de calidad, y sobre todo, seguro?  Además, hay que considerar que fueron 7 los pasajeros residentes de la región de Coquimbo que compartieron vuelo con la contagiada de la nueva variante Covid, por lo que las medidas de trazabilidad y control tienen que ser más estrictas si se quiere evitar su llegada en plena época de vacaciones. 

Tampoco hemos visto buenas gestiones dentro de la cuarta región. Las filas y aglomeraciones en el centro de las capitales comunales siguen como si nada; lo mismo sucedía en el mall y distintos centros comerciales cuando la gente tenía la urgencia de comprar sus regalos de navidad; masiva presencia de personas en la playa porque no hay nada que lo prohiba; la fiesta de Andacollo se hizo igual, y con bombo y platillos. Todo esto mientras que la disposición de camas críticas está en su tope. 

Es una lástima debido a que la llegada de esta nueva cepa y la segunda ola de contagios eran más que previsible: pasó en Europa y aun así se hizo caso omiso a las autoridades científicas, con una actitud negacionista que sólo trajo consecuencias negativas. Desgraciadamente se tienen que aumentar los controles y, si no se llega a buen puerto, optar por una segunda cuarentena, más prolongada y estricta. Claro que tomará tiempo, pero si se hubiera hecho en el momento preciso (que era justo en marzo del año pasado cuando se detectaron los primeros casos) se hubiera prevenido el brote y ya estaríamos en mejores condiciones para enfrentar la pandemia. 

Con la llegada de las nuevas vacunas rusas y chinas, parece haber una luz de esperanza. A pesar de ello, la mejor cura de todas es la prevención, tal como se hizo en Nueva Zelanda, Dinamarca o Australia. Éste último vivió una segunda ola de coronavirus en agosto, pero en noviembre ya lo tenían bien eliminado. Esto fue por seguir los consejos de expertos, decidiendo erradicar el virus en vez de frenar los contagios a través de un organizado confinamiento. Y aunque se impusieron fuertes restricciones, tuvo una recuperación económica más fuerte que la de los países que decidieron mantener las actividades industriales, comerciales y turísticas ¿Qué ironía no? 

Claro, en Australia o Dinamarca existe una previsión social que permite a gran parte de su población estar tranquilamente sin trabajar un tiempo, mientras que en Chile la mayoría de la gente vive al día y, si no labura, no tiene con qué comer. El Estado es quien debería hacerse cargo de esto, apoyando económicamente a las familias y entregando una caja de alimentos más digna que la que decidió entregar. Claro, dirán que no hay recursos, pero si se hubiera trabajado organizadamente en erradicar el virus en vez de aprender a vivir con él, los gastos que se asumieron hubieran sido extremadamente menores a los de la millonaria reactivación económica implantada por Sebastián Piñera.

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