"Ahora todos somos changos"

25 Septiembre 2020
El Capítulo I se compone de varias secciones; en la primera, “El bordecostero de la Higuera”.
Gabriel Canihuante >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

“ABRÍ LOS OJOS BAJO EL MAR. Memorias de los changos del bordecostero de la comuna de La Higuera en la región de Coquimbo”, se titula un libro realizado por un equipo de ocho investigadores: sociólogos, antropólogos, un profesor de Historia, un fotógrafo y un estudiante de Biología Marina, formados en diversas Universidades: Central de Chile; Academia de Humanismo Cristiano; de Concepción; de La Serena y Católica del Norte.

El estudio y publicación en formatos impreso y digital de este libro de 96 páginas, que incluye una hermosa colección de fotografías del terreno de investigación, contó con financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y tuvo como entidades colaboradoras a la Agrupación Cultural y Social del Pueblo Los Changos de Punta de Choros y al Centro de Investigación/Acción de la Pesca Artesanal y las Sociedades Costeras, QUIÑE.

Cuando en 1993 llegué a vivir a La Serena, oí por primera vez la expresión “changa”, asociada a la playa con ese nombre ubicada un poco más al norte del puerto y caleta de Coquimbo. En esos años, se situaba ahí un criadero de cerdos y era lugar de extracción y secado de algas. También había un conjunto de viviendas muy precarias. 

De esos años hasta ahora ha venido cambiando la imagen sobre “lo chango”, a tal punto que hace pocas semanas (09/09), la Cámara de Diputados, aprobó el proyecto de ley del año 2017, que modifica la ley creadora de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena y se incorporó a esta nueva etnia. En el Censo nacional de 2017 se reconocieron como indígenas en Chile, 2.158.792 personas -un 12% de la población-, de los cuales 4.725 afirmaron pertenecer al pueblo chango. El libro en comento es, a mi juicio, causa y también consecuencia de este cambio cultural.

El Capítulo I se compone de varias secciones; en la primera, “El bordecostero de la Higuera”, sus autores Carolina Álvarez, Rodrigo Díaz Plá, Gonzalo Chamaca y Felipe Rivera señalan que el complejo equilibrio de la biodiversidad de este territorio en conjunto con las comunidades  costeras que lo habitan, foco del presente texto, “son parte de esta compleja red de interacciones humano-naturaleza, que en general se han dedicado históricamente a la pesca artesanal, la extracción-recolección de algas y moluscos, la agricultura y la criancería”.

La historiografía tradicional así como también otras disciplinas, sostienen, “han invisibilizado los oficios y prácticas tradicionales de las comunidades que allí habitaban, siendo muy difícil indagar en algunos periodos históricos”. En cambio, ellos diseñaron diversas estrategias para recabar información que pudiera acercarlos a “interpretaciones y conjeturas sobre la identidad y las transformaciones, tanto materiales como simbólicas, de la cultura costera del norte de la región de Coquimbo”. Una de esas técnicas de investigación fue la entrevista para el relato de historias de vida con personajes clave. 

La segunda parte del capítulo uno, “Territorio Sur: La Despensa, Caleta Los Hornos y sus alrededores”, escrito por José Aguilera y Carolina Álvarez, está dedicado a describir la situación actual y la historia de la caleta Los Hornos, desde sus orígenes antes y durante la Colonia, como fuente de agua dulce en la quebrada Los Hornos. Señalan los autores de esta sección que hasta bien avanzado el siglo XIX en esa zona “los pescadores vivían en condiciones miserables y en la marginalidad, en rucos y chozas improvisadas, condicionando el “sello” distintivo de la forma de vida changa”. En el siglo XIX se desarrolla como lugar de hornos para fabricación de carbón y su posterior vocación de caleta de pescadores y mariscadores, así como de lugar de alojamiento y alimentación para huéspedes diversos.

La tercera sección, “Territorio Centro: Chungungo y Cruz Grande” fue escrita por Nicolás Zepeda. En parte de su descripción el autor sostiene que “Chungungo al igual que otras caletas del norte de Chile fue un importante reducto de un grupo particular de pescadores y recolectores changos, quienes dominaron “la técnica de construcción de balsas de cuero de lobo”.

En la siguiente, los autores Rodrigo Díaz Plá y Felipe Rivera, se refieren al  “Territorio Norte: Desde El Apolillado hasta Choreadero”. Allí sintetizan la historia de los habitantes ancestrales de Punta de Choros que remite a diversos momentos de importancia. “Centraremos este capítulo en aquellas memorias del poblamiento del sector y su devenir desde la mirada de la extensa y antigua familia Vergara”, señalan los investigadores y añaden que en este territorio “se desarrolló un modo de vida basado principalmente en la pesca, recolección y criancería de cabras”. El modo de subsistencia de esos pobladores costeros  también estuvo acompañado por “la existencia de la notable técnica artesanal de construcción de balsas de cuero de lobo…”

En el capítulo II: “Las identidades changas del S. XXI: Resurgimiento, organización y reconocimiento”, sus autores: Carolina Álvarez, Nicolás Zepeda, Rodrigo Díaz Plá y Felipe Rivera, analizan las diversas relaciones de los pobladores actuales de la costa de La Higuera respecto de la cultura changa. Para unos es clara esta identidad, para otros no y no son pocos los que se cuestionan ¿qué significa ser chango?, explican los investigadores.

Este libro ha sido reconocido como un aporte cultural por algunos destacados profesionales. Entre ellos, la  Dra. Sonia Montecino, Profesora de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2011. En la Presentación del texto, ella afirma: “Celebramos la aparición de este libro y su empeño por dilucidar, valorar y diseminar los saberes y voces changas que generalmente no se escuchan y que perviven aunque soterradas en la memoria y los haceres de la comuna de la Higuera”.

El antropólogo Luis Eugenio Campos, en su columna de CIPER (ciperchile.cl del 11/09/2020), ha escrito una columna en que invita a reflexionar: “La aparición de un fantasma siempre genera inquietud en los que estamos vivos. Son los viejos recuerdos y los vestigios que han quedado los que se nos van presentando, con sus presencias indecorosas y nos van haciendo recordar que ellos están ahí por alguna razón”.