De Tormes a Lisboa, pasando por Buenos Aires

19 Diciembre 2017

Exitoso cierre del proyecto Abriendo Mundos a los alumnos del Colegio Luis Braille, al cual asisten niños y adolescentes ciegos y con deficiencia visual, con escritores locales y sus obras.

Gabriel Canihuante >
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El jueves 30 de noviembre asistí al cierre del proyecto Abriendo Mundos, mediante el cual la Corporación Municipal de La Serena (G. González), con financiamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) de la Región de Coquimbo, puso en contacto a los alumnos del Colegio Luis Braille, al cual asisten niños y adolescentes ciegos y con deficiencia visual, con escritores locales y sus obras.

Me invitaron -por intermedio de la Sociedad de Escritores de Chile, Región de Coquimbo- a participar en esa iniciativa y tuve la suerte de leer e interpretar, en parte, la trama de Función de circo, que forma parte de “La historia de don Crispín, doña Anita y el guaripola”, volumen de 14 relatos de ficción que la Editorial de la Universidad de La Serena publicó el 2009.

El profesor de música, Yamssen Trigo, coordinador del proyecto, me acompañó con una musicalización del cuento y en dar vida a algunos de los personajes de esa historia que habla de un circo que se queda varado (camión en pana) en medio del desierto de Atacama. Para renovar su marcha los niños y adultos de localidades cercanas les demandan organizar una función, algo que nunca se había realizado en esas latitudes.

Volví después, en otra ocasión, para leer algunos de los relatos que había escrito para el libro “Entre duendes y churrascas” que recoge mitos y leyendas de pueblos rurales de la comuna de La Serena;  siempre acompañado de Yamssen, escenificamos algunos de ellos como Los porotitos y El culebrón de laguna Saladita. La recepción nuevamente fue muy positiva y me sorprendió que uno de los niños - al oír mi voz -se acordara de mi visita anterior.

Me invitaron a decir algunas palabras en el acto de cierre del proyecto, al cual asistieron autoridades locales y, por supuesto, los estudiantes y docentes del establecimiento, incluidos los miembros de la orquesta que participaron activamente en la jornada.

Cuando pensé qué diría, recordé algunas lecturas relacionadas con los ciegos. Y vinieron a mi memoria, de la básica, El Lazarillo de Tormes, de autor anónimo; de la secundaria, el libro Sobre Héroes y tumbas del argentino Ernesto Sábato y su capítulo titulado Informe sobre ciegos. Y la más o menos reciente de Ensayo sobre la ceguera del Nobel portugués José Saramago.

Se trata de tres obras altamente recomendables para todo tipo de público, pero que no obstante la genialidad de sus autores, no me dieron una idea cabal de lo que es la ceguera, tampoco era esa la intención, toda vez que pareciera más un recurso metafórico que la descripción de una condición real.

Estar en una sala de clases con algunas decenas de niños y adolescentes ciegos o con deficiencia visual, fue sin duda una experiencia única, que no puede ser reemplazada por ninguna lectura. Los asistentes a las diversas actividades y talleres realizados como parte del proyecto durante algunos meses de este año, estuvieron siempre atentos y participativos. A ellos les gusta el contacto directo con quienes escriben, les anima escuchar las voces de los autores y sentir su presencia, les gusta poder preguntar lo que quieran sobre las historias que allí se cuentan.

La iniciativa deja en la biblioteca del Colegio especial de La Serena una colección de varios libros de autores locales que tienen sus obras en una versión de audiolibros. Eso permitirá a los estudiantes escucharlas en cualquier momento y así conocer o revivir sus contenidos.

Se trata de un proyecto inclusivo, un objetivo que desde el Estado se ha venido poniendo en práctica a través de diversas políticas públicas. Es un avance en términos de igualdad y equidad, que se celebra.

Me preguntaron cuando visité este establecimiento la primera vez si había pensado alguna vez en la ceguera cuando escribía mis historias de ficción y la verdad es que nunca lo había hecho, ni en un personaje ciego ni en un lector. Y aunque han pasado varios meses desde esa ocasión, sigo sin poder imaginar algo coherente o lógico.

Quizás no tenga sentido forzar nada y lo único que vale la pena es que todos los que escribimos historias lo hagamos genuinamente, desde nuestros mundos y universos, desde nuestras sensibilidades y misterios; desde nuestra fe en que siempre habrá un lector disponible, ciego o no, para conocer a los personajes, lugares y sucesos que uno ha creado con el único objetivo de encontrar a alguien que nos lea o nos escuche.

Chile es un país muy desigual, muy desequilibrado en términos de oportunidades. Hay los que tienen casi todo a su disposición, pareciera que nunca les falta nada y viven bien a costa de lo que otros han trabajado y logrado. Son pocos. La mayoría vive con dificultades, les es difícil concretar sueños y alcanzar metas, todo pareciera cuesta arriba.

Por ello las políticas de inclusión son necesarias. Y leer un cuento en un colegio para niños y adolescentes ciegos es un grano de arena que uno puede sentir como un aporte válido. Más allá de los lineamientos estratégicos de la Nación, porque el país lo construimos todos los que hacemos algo concreto, práctico, específico, que va más allá de meros discursos.

Por Gabriel Canihuante.