“En las teleseries, una cosa que permanece es la pregunta acerca de quiénes somos “

21 Octubre 2020

Eduardo Santa Cruz, académico de la Universidad de Chile, analiza el fenómeno de las teleseries que han sido repuestas en las parrillas programáticas de los canales a raíz de la emergencia sanitaria. 

Cathy Gómez Córdova. >
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Durante más de 30 años, Eduardo Santa Cruz se ha especializado en la docencia e investigación en el campo de la Comunicación Social, especialmente en las relaciones de la industria cultural, cultura popular y de masas y espacios públicos, publicando numerosos artículos en revistas nacionales y extranjeras.

En una entretenida conversación, abordó junto a El Observatodo el éxito de las telenovelas que han sido repuestas en los canales nacionales, como Aquelarre (TVN) y Brujas (13), a raíz de la emergencia sanitaria que detuvo la producción de nuevos contenidos. 

-¿A qué cree que se debe que, aunque hayan pasado tantos años, estas teleseries sigan teniendo éxito? 

- “Es curioso, porque efectivamente han pasado muchos años y eso hace que los actores y actrices se vean muy distintos a como están ahora, porque el tiempo pasa para todos. Ahora, las teleseries de esa época, fines de los 90 y comienzos de los 2000, fueron telenovelas que habían instalado temas muy centrales, fundamentalmente relacionados con la identidad”.

-¿Una suerte de “identidad chilena”? 

- “Sobre todo las teleseries de Televisión Nacional empiezan a hablar de nosotros, del país. Y no es casual que se van a Chiloé (La fiera), a Isla de Pascua, están los gitanos en Mejillones, El Circo de Las Montini en San Antonio (que ahora la van a reponer). El circo es una institución en Chile de décadas, recorren todo el país.

Entonces, son espacios identitarios diversos y en cada una de ellas van apareciendo diversidades, tímidamente en aquella época, como era algún personaje con VIH o alguien con una orientación sexual distinta, pero muy tímidamente, no como ahora que se muestra de manera un mucho más natural. Pero de todos modos dando cuenta de las situaciones y hablando mucho de lo que pasaba”. 

-¿Algún ejemplo de aquello? 

_” Yo me acuerdo por ejemplo, que en La Fiera habían unos personajes, un matrimonio que se gasta toda su plata en ir al Mundial de Francia 98 a ver a Chile. A la vuelta se encuentran arruinados y el José Soza va a Chiloé a ver si su amigo que era el Pedro Chamorro lo ayuda. 

Las teleseries son muy particulares, muy locales, muy chilenas, tratan de hablar de lo que está pasando en la sociedad chilena con una alta carga de identidad”.

- ¿Había en ese entonces un intento por representar a la sociedad chilena?

- “A mi modo de ver, el intento era mostrar que toda esa diversidad: gitanos, el circo, chilotes, tenían un rasgo común que era el ser chileno, instala un cierto lazo de unidad nacional y eso es lo que las hizo tan famosas en su época. Además que habían muy buenos actores y actrices, eran buenos guiones. Porque no sacas nada con tener un buen discurso comunicacionalmente hablando si tu producto es malo. En fin, yo te diría que se juntaban todos esos factores para que fueran productos que le gustaran a mucha gente y que tuvieran mucho éxito de público”. 

-Y ahora, ¿por qué siguen gustando? 

- “Una teleserie de veinte años atrás muestra una sociedad distinta, pero que tampoco lo es tanto porque hay rupturas y continuidades, es decir, hay cosas que permanecen. Y una de las cosas que permanece es la pregunta acerca de quiénes somos. Eso es algo que seguramente va a estar presente en varios siglos más. Son procesos culturales muy largos.

Ahora, otra de las cosas que efectivamente es muy distinta, es que hay una serie de temáticas que en aquella época estaban recién asomándose y que tienen que ver con la cosa social. Es curioso, porque han pasado veinte años, pero de alguna manera las telenovelas algo hablan de lo de hoy. Y una de las razones fundamentales de por qué la gente las vuelve a ver, aunque habrá otros que las ven por primera vez, es que todavía nos dicen algo de lo que somos, lo que nos pasa, la realidad nacional. 

-¿Es un fenómeno aplicable a todas las telenovelas? 

-No. No a todas las teleseries les pasa, hay algunas que mueren en su mismo tiempo, todo depende del rango de universalidad con el que instalen ciertos temas. Ahora, hay otra situación compleja, para los que vimos la teleserie en esa época hay algo que algunos llaman las situaciones de recepción: la edad, el contexto cultural, en fin, uno puede ver la misma teleserie en diferentes momentos de su vida y va a tener lecturas distintas. No es lo mismo ver una novela a los 20 años, cuando uno tiene más proyectos que realidades, que verla a los 50. Pero el producto no ha cambiado, el que ha cambiado es uno y la sociedad. 

-Como en el caso de Aquelarre, por ejemplo… 

-Algo que leí por ahí, es que en el caso de Aquelarre, que es una telenovela que cita a la obra de García Lorca “La casa de Bernarda Alba” en esto de la madre con cinco hijas que viven en una misma casa. Pero es una novela que se sitúa en el contexto del campo que es profundamente machista y patriarcal, porque del otro lado hay un padre con hartos hijos hombres, que es un esquema narrativo que se va a repetir en Machos. 

Yo leí que hay ciertas escenas que fueron borradas actualmente porque hoy en día son inaceptables desde el punto de vista de lo que hoy consideramos correcto. Hay un personaje del Claudio Arredondo que es un mirón, incluso entrevistaron al actor y él dijo que hoy en día no haría ese personaje, porque para lo que hoy consideramos aceptable es un tipo repulsivo, porque además lo mostraban como divertido, es decir, no había ningún tipo de sanción. Por el contrario, mostraban como gracioso que anduviera tratando de mirar por la ventana a las chiquillas que estaban en paños menores. Eso te muestra la sociedad chilena, que hace 20 años podías mostrar eso en la tele, pero no podías poner a dos hombres o dos mujeres besándose. El producto es el mismo y te permite leer la sociedad, porque por algo tuvieron que editar esas escenas. 

-¿Hay otros casos como ese? 

-“Debe haber muchos casos, cosas que se decían, frases comunes que para esa época eran perfectamente normales y que en el contexto actual, en donde se ha producido la rebelión feminista no tienen cabida, porque hemos cambiado y hemos entendido que no está bien hacerlo”. 

-Como también, las relaciones sentimentales entre adultos y menores de edad, que se daban en las teleseries antiguamente. 

-Claro. Por ejemplo, hubo una teleserie anterior a esa, Ámame con Bastián Bodenhöfer, que su pareja era la Ángela Contreras, una chica de tercero o cuarto medio que tenía un grupo de amigos que eran los compañeros de curso. Él era un profesional, un hombre adulto con una polola que usaba jumper azul. En ese tiempo estaba normalizado, pero hoy no puedes poner eso en una obra audiovisual, y si lo pones es en los términos de que eso no está bien.

Entonces, ¿puedes dar Ámame hoy? No sé, hay una relación muy fuerte de las teleseries con sus contextos, no operan por su cuenta, sino que están determinadas por los contextos, le hablan y viceversa”.