“Gabriela fumaba como carretonera…”

Es un trabajo agotador pero gratificante, señalaron las jóvenes Claudia Tardito y Carolina Zamora, quienes se llevaron la mayor parte del peso de atender a los lectores que visitaron el stand entre el 25 de octubre y el 10 de noviembre en el Centro cultural Estación Mapocho, en Santiago.

“Lo que más se ha pedido es sobre Gabriela Mistral, tenemos una gran variedad de títulos de libros escritos sobre ella y escritos por ella, pero también se piden libros sobre turismo sustentable y de fotografías, de historia, de patrimonio cultural e indígena”, señala Claudia quien añade que “la gráfica del local atrajo a muchas personas que se fotografiaban en nuestro stand. Les llamó la atención la gran cantidad de fotos que teníamos de Gabriela”.

Una de las anécdotas vividas en estos días de Feria es la visita de un señor de avanzada edad (más de 80, dicen) quien llegó a buscar libros sobre la Nobel nacida en el Valle de Elqui.

No recuerdan su nombre pero dicen que se declaró “admirador” de Gabriela. Buscaba todo lo relacionado con ella y apenas vio la edición de “Poema de Chile” (Editorial Letrarte), obra póstuma de Gabriela, dijo que la compraría. “Se fue y al poco rato volvió,  de uno de sus bolsillos sacó el dinero en una servilleta de papel y nos pagó. Se fue muy contento”, relata Claudia.

Carolina cuenta que el caballero, delgado, que vestía traje y boina, dijo que cuando él era niño había conocido a Gabriela y recordaba que ella “fumaba como carretonera pero tenía las manos más bellas del mundo”. “Ese el recuerdo que él tenía de ella”, aclaró.

Libro de comentarios

“Felicitaciones a este puñado de jóvenes que hacen patria en este bello stand. La Mistral los aplaude y los corona”, dice uno de los comentarios escritos por los visitantes en un libro de comentarios del local. “Es el stand más expresivo que he visto”, señala otra visitante.

“De todas las personas que recibimos, incluyendo alcaldes, escritores, consejeros regionales y otras personalidades, recibimos comentarios positivos, felicitaciones y palabras de aliento por el trabajo que estamos haciendo y eso nos reconforta”, apunta Claudia Tardito.

“Lo único que a veces les molestaba es que alguien se interesaba por un libro y no lo podía comprar porque lo teníamos solo en exhibición. Entonces si la persona insistía, tomábamos sus datos y nos comprometíamos a ponerlo en contacto con el autor”, cuenta Carolina.