“La muerte de la bailarina”: ¿Quién mató a Laura?

14 Abril 2021
Gabriel Canihuante >
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El periodista retirado, Gustavo González, no para de escribir. Con su conocida prosa, limpia y directa, nos ofrece ahora una novela de tipo policial, cuyo personaje principal es Laura Candelaria Vega Corrales, una bailarina de cabaret cuya muerte es un misterio por resolver.

No es primera vez que González escribe centrando su narrativa en el género femenino. En 2016 publicó una serie de cuentos con el título de “Nombres de mujer” por la editorial La Calabaza del diablo. Efectivamente, las mujeres, sin bien no están solas, son el centro de atención de buena parte de esos relatos.

Ahora, en “La muerte de la bailarina” (LOM 2021), Gustavo presenta una historia que arranca de la muerte repentina del personaje principal y su desarrollo es la investigación para resolver el enigma de esa muerte, mediante la participación de un policía, un juez, clientes del cabaret donde trabajaba Laura y, por supuesto, los familiares de la difunta, entre otros personajes.

¿Quién mató a Laura? Podría ser un subtítulo de esta novela, al estilo de las series de televisión como la antigua chilena “Quién mató a Elisa” o la actual “Quién mató a Sara”. Y como en un buen relato de este género, uno, lector, empieza a sospechar de medio mundo.

El medio mundo de “La muerte de la bailarina” en todo caso es acotado, porque se trata de un pueblo pequeño en alguna región de Chile. El otro día no más salí a hacer un trámite al centro de La Serena y me distraje mirando las pensiones de esta ciudad capital de la Región de Coquimbo. Entre las viejas calles de su casco histórico hay un buen número de alojamientos baratos que me hacían pensar en la residencial donde Laura se hospedó los últimos meses de su vida.

El sitio donde fue encontrado su cadáver y desde donde comienza la búsqueda de una explicación para su deceso. Porque, aunque “Doña Eufrasia, la dueña de la pensión, sostenía la hipótesis de que la pobrecita había fallecido de soledad y pena”, al menos cinco versiones diferentes sobre la causa de lo ocurrido circulaban cuando el juez del pueblo llegó para hacer el levantamiento del cadáver.

Gustavo no le da nombre al lugar porque así es mejor. Puede ser cualquier aldea, villa o pueblo donde haya una muerte sin una causa precisa. Donde haya habido una vida vivida, para mal o para bien. Y donde al final, casi todo tiene su explicación. Nos guste o no, pero hay un final.

Bienvenida esta nueva novela del ex periodista y ex formador de periodistas. Todo indica que al menos para Gustavo González, la jubilación es jubilosa. El tiempo no sobra cuando se disfruta de la escritura. A veces falta para la lectura, pero leer libros como esta nueva entrega de González Rodríguez, siempre será tiempo ganado, tiempo disfrutado, tiempo vivido. Por eso se agradece.