No, la pelicula

20 Agosto 2012

"No, la película es una obra bien hecha, es una historia que atrapa, que lleva de la mano a los espectadores". Columna de Gabriel Canihuante.

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No va uno todas las semanas al cine, ni siquiera todos los meses. La entrada a 3.500 pesos, multiplicado por dos (o más), es una barrera no menor para mucha gente. Por eso ante la alternativa “Kramer v/s NO”, opté por esta última confiado en que el filme del imitador se podrá ver en otro momento, en la TV o arrendado.

Creo que es la primera vez que tuve que tomar una decisión entre dos películas nacionales, eso ya habla bien del cine chileno. Ojala siga así, con producciones que lleven público masivo a los cines. Y – ya que tampoco es obligación que toda producción artística deba ser de arrastre o consumo popular- también hay que dejar espacio para otras creaciones que vale la pena ver aunque sean para un público más restringido.

Me gustó NO, la película. Claro, yo habría votado por el No en 1988. Pero creo que a personas que votaron por el Sí también podrá gustarles esta obra que no tiene necesariamente una connotación política explícita. Es curioso, pero así es. Hay mensajes ideológicos muy amplios, de oposición a la dictadura, a los atropellos a los derechos humanos, en favor de la democracia, con los cuales hoy el 90% o más de los chilenos estamos de acuerdo, pero no va más allá de eso.

Se ha criticado que la película de Pablo Larraín no toma en cuenta que el factor más importante para terminar con el gobierno cívico-militar fue el movimiento popular, los diversos grupos y partidos políticos -clandestinos o ilegales entonces- que mediante sus arriesgados líderes y militantes supieron dar a conocer internacionalmente lo que ocurría realmente en Chile, muy distinto a lo que mostraban los medios informativos en general.

La verdad es que la movilización popular fue trascendente, pero la campaña del No fue decisiva y ambos elementos fueron complementarios. Por lo demás, la película es hoy ficción sobre ficción, me refiero a que está  basada en una obra de teatro de Skármeta. Y al no ser un documental, no podemos exigirle que se ajuste a la realidad como si se tratara de una copia fiel.  Ni siquiera los historiadores logran ese cometido.

No, la película es una obra bien hecha, es una historia que atrapa, que lleva de la mano a los espectadores. Bien actuada, con un elenco formado por muchas caras conocidas: El mexicano Gael García junto a los chilenos Alfredo Castro, Luis Gnecco, Antonia Zegers, Néstor Cantillana, entre otros.  Emociona, a veces en la tristeza, en la rabia, y a veces en la esperanza y en la alegría (que ya viene).

Es un filme que muestra parte de la historia reciente, pero no es una película densa, destinada a que los espectadores salgan de la sala con pena y dolor de cabeza (como pudo haber sido en su momento Missing, entre otras), pero tampoco es para ir a reírse y solo pasarlo bien. Al final, lo menos que uno puede pensar viendo No, es querer que lo sucedido en dictadura nunca más vuelva a ocurrir.

Ahora, y hace rato ya, es tiempo de mejorar esta alicaída democracia. Con más democracia, se entiende. Con más y mejor cine chileno, entre otras urgentes medidas.

Por: Gabriel Canihuante