Vapor Itata vuelve a navegar

06 Septiembre 2014

“La catástrofe del Itata. Memorias de un sobreviviente” es el título del libro que acaba de ser publicado por la Universidad Católica del Norte (UCN) sede Coquimbo, con financiamiento del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura.

Gabriel Canihuante >
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El autor del libro original firma como “Jorge X”, anónimo periodista de 40 años, que se embarcó en el Itata en Coquimbo, el domingo 28 de agosto de 1922. Ese mismo día, fue uno de los 401 pasajeros que vivió la catástrofe del hundimiento de la enorme nave frente a las costas de La Higuera.

Relatada en primera persona por este supuesto periodista, la historia -si no fuera un hecho real- resultaría amena y entretenida. A pesar del tiempo transcurrido, la narración de este suceso histórico de trágicas consecuencias, que costó la vida a 375 personas, sobrecoge por sus dimensiones y alcances.

Llama la atención que no se haya nunca identificado al autor de esta obra. Él entrega algunos antecedentes como el lugar donde vivía (La Serena), su profesión (periodista), su edad (40) y nombra algunas de las personas con las que se relacionaba, específicamente a su novia (Berta). Si no es uno de los sobrevivientes, ¿se habrá embarcado sin pagar? En fin, materia para investigadores que quizás algún día logren cruzar datos suficientes para identificar a Jorge X.

La historia parte con una carta de Jorge al señor «don N.N.» -se supone el editor de su libro- a quien le expone que accediendo a su pedido ha decidido escribir su testimonio como “un rápido balance de mis recuerdos en lo que ellos se refieran a este capítulo de horror...”. Añade el autor: “No busque usted en las carillas que le adjunto, mi noble y buen amigo, ningún mérito ni esfuerzo literario. Nada de eso tienen. Nada...”, pero al despedirse sostiene que escribió como “un viejo repórter que -frente a un hecho estupendo y trágico- trata de recordar el oficio en el cual, años ha, simuló bravas gallardías de escritor”.

Y no es menor el mérito porque como se ha dicho el relato es entretenido, se cuenta el episodio con un contexto desde el punto de vista individual y subjetivo del narrador -un «viaje de aventura a las sierras de Antofagasta"- y eso lo hace sentir como si fuera más que un testimonio documental descriptivo, una novela, una ficción. Y como es un libro de solo 120 páginas se puede leer casi de un tirón.

Jorge X salvó con vida porque tuvo suerte y porque supo de algún modo, más bien intuitivo, qué hacer en el momento clave del hundimiento: dónde afirmarse, cuándo saltar al agua, cómo evitar ser llevado por las corrientes, a qué asirse en el mar... «El agua me llega a la cintura; las oleadas me cubren por momentos. Ahora es tiempo. Me trepo como puedo sobre la borda, aferrado al hierro vertical y ¡adiós a la vida! Salto con todas las fuerzas hacia el mar».

Muchos otros, la gran mayoría de los pasajeros y tripulantes, murieron encerrados en sus camarotes o en otros compartimentos de la nave. Algunos tuvieron la doble desgracia del naufragio porque habiendo escapado del Itata, en un bote o en una balsa, perdieron la vida en el segundo hundimiento, como fue el caso del capitán Julio Caldera Araos, quien falleció al caer al agua desde el bote en que habían logrado escapar – inicialmente -  decenas de pasajeros y tripulantes.

El trabajo de investigación llevado a cabo por Ricardo Bordones y Carlos Cortés, responsables del proyecto presentado al Fondo del Libro, permitió agregar en esta edición los testimonios de otros náufragos: Froilán Vásquez; Bernardo Águila; el sobrecargo Arriagada; Rufino Jordán; Ernesto Cancino; Ismael Ojeda; Zenón Cerda y Miguel Obrega. También se transcriben otros documentos interesantes, algunos extraídos de la prensa de la época.

Las causas del naufragio nunca quedaron claras, hay quienes dicen que fue el mal tiempo, otros culpan a «la codicia» de los navieros chilenos de esa época. Tampoco queda claro por qué fue tan alto el costo humano de esta tragedia. Uno de los sobrevivientes relata que cinco horas después del hundimiento «aún veíamos a más de cien personas que pedían auxilio y flotaban agarradas a los tablones, jabas y cajonerías, de modo que si llega auxilio se salvan todas; pero el Chacabuco llegó al día siguiente a las nueve, cuando habían solo cadáveres y uno que otro náufrago en los botes y en las rocas...»

Siempre se dice que al comentar o criticar un libro uno no debe contar el final, pero este es un caso excepcional, los 375 muertos descansan en paz hace décadas y la reedición de esta obra no los traerá de vuelta, pero sí permitirá a lectores como ustedes conocer de primera mano un buen relato de lo que ocurrió hace 92 años frente a las costas de Los Choros, al norte de nuestra región. Con esta publicación se espera que las gestiones para continuar investigando sobre este episodio -incluyendo la búsqueda de los restos del Itata en el fondo del mar- se vean favorecidas.

La publicación original data de 1922, el mismo año de la tragedia, y fue hecha por la Imprenta Lagunas y Co. en Santiago y en su portada no figura nombre de autor.

La publicación actual ofrece los textos ya citados y se complementa con notables ilustraciones del coquimbano Carlos Carvajal (Borman). Este libro es un buen regalo para cualquier ocasión: fiestas patrias, la llegada de la primavera, Navidad, o lo que sea. Por lo que sé, al menos está en venta en la Librería de la Universidad de La Serena.