Opinión: Nuevas medidas de excepción ambiental

04 Abril 2015

Chile  requiere medidas profundas que vayan más allá de la “buena voluntad y solidaridad de la gente, para compartir el auto”, por ejemplo” como lo solicitan constantemente las autoridades.

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Por: Alejandro Torres Flores – Ingeniero Civil en Obras Civiles

El  pasado miércoles 25 de marzo, el Gobierno, a través de tres Ministerios (Medio Ambiente, Transportes y Obras Públicas) anunció una serie de medidas de excepción ambiental con objeto de disminuir los niveles de contaminación ambiental en la ciudad de Santiago.

Una de ellas tiene relación con la restricción vehicular a vehículos con convertidor catalítico, dispositivos que comenzaron a ser obligatorios  desde el año 1994 en todos los  vehículos nuevos  (hoy quedan solo alrededor de 370.000 vehículos sin convertidor catalítico).  

La medida en cuestión busca reducir la concentración del material contaminante más fino en el aire que respiramos. Si bien medidas como ésta pueden parecer apropiadas para el objetivo que persigue, desde el punto de vista técnico es una medida sólo centralista y reaccionaria, no es estructural, que es justamente lo que el país entero necesita y no sólo la capital.

Recordemos que la mayor parte de las capitales regionales cuentan con altos niveles de contaminación del aire, y ni hablar de lo que sucede en ciudades como Antofagasta o localidades como Quintero y Puchuncavi, donde las víctimas de la polución son preescolares.  Lo que quiero decir es que las medidas para mitigar la contaminación ambiental deben ir por otro rumbo: partiendo por modificar la normativa medioambiental con mayores restricciones a las grandes empresas en el tratamiento de sus residuos; es necesario  también un reordenamiento de los desplazamientos dentro de la ciudad, por ejemplo, sacando los terminales de buses de los centros urbanos. Sobre esto último tenemos ventaja: en Santiago ya contamos con estaciones de metro que podrían perfectamente conectar con buses interurbanos; hacia el norte la estación Vespucio Norte; hacia el sur la estación La Cisterna; hacia el Litoral Central la estación Autopista del Sol; y hacia Valparaíso la estación Pajaritos. Otra medida a considerar es que urge la programación de todos los semáforos de la ciudad, tecnología que existe hace muchos años y se aplica de manera automatizada en la gestión del tránsito de las grandes ciudades; otra medida obvia sería sacar de circulación los 370.000 vehículos sin convertidor catalítico, con incentivo a sus propietarios para que adquieran un vehículo con catalizador.

Si bien lo que menciono tiene un costo económico elevado, son soluciones del tipo estructural y se capitalizan en el tiempo. Eso es lo que Chile  requiere, medidas profundas que vayan más allá de la “buena voluntad y solidaridad de la gente, para compartir el auto”, por ejemplo” como lo solicitan constantemente las autoridades.