[Opinión] Resabios del pasado en el mundo del futuro

02 Diciembre 2017

Sebastián Piñera y Alejandro Guillier representan para el mundo ciudadano, y de ahí la reticencia a votar y mucha de la desesperanza, como resabios del pasado en el mundo del futuro, demostrándonos en forma práctica que el país está dando muestras de un ostracismo preocupante.

Andrés Gillmore... >
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Desde un punto de vista netamente ciudadano y sin ningún tipo de intereses personales y ninguna especie, me dicen que no hay que ser muy inteligente para entender que uno de los problemas serios que está viviendo Chile en la actualidad, es la falta de un liderazgo fuerte que inspire respeto y confianza en la ciudadanía, que la haga sentir tranquilidad ante el futuro y esperanza por el presente. El liderazgo desarrollado deja mucho que desear y reflejado en los dos candidatos que pasaron a segunda vuelta por la presidencia de Chile, que a fin de cuentas son resabios del pasado en el mundo del futuro, debatiendo temas que en los países desarrollados fueron superados hace rato, que demuestran una vez más lo subdesarrollado que somos y el largo camino que nos tocará recorrer.

El vacío en las lideranzas es complicado en un país como Chile, ante la tremenda tarea que se tiene por delante en materia de desarrollo, sustentabilidad, en temas sociales, productivos y medioambientales, donde literalmente está todo por hacer, que nos ha puesto impensadamente entre la espada y la pared, cuando teníamos la ilusión que estábamos a punto de entrar en la senda del desarrollo, haciendo que los próximos 4 años del próximo gobierno sean vitales para proyectar el futuro y con la urgencia que los actuales candidatos entiendan que se deben al país y no a los intereses creados que representan sus coaliciones y que de no ser así estamos condenados endémicamente al subdesarrollo.

El mundo político literalmente se está cayendo a pedazos y nuevamente como reflejo de esa realidad, vamos a tener que elegir entre el candidato menos malo y no el mejor cómo debería ser y llevamos 3 elecciones, desde la primera elección de Michelle Bachelet, después de Ricardo Lagos con estas disyuntivas. Con la reciente reforma al binominal, la manipulación de los políticos toco el cielo y de la nada se creó una nueva clasificación de congresistas, que sólo llegaron por la inercia del sistema de listas creado por la reforma, que a decir verdad es más de lo mismo, pero de una manera diferente, que permite que candidatos que a pesar de haber conseguido el 1% y el 5% de los votos, hayan podido llegar al congreso como diputados y senadores. Esto hará que echemos de menos a los diputados Hasbún y al colorado Edwards, que no es poco decir, y con el pasar del tiempo los consideraremos comparativamente lumbreras de la política chilena ante lo que llegó por el formato de listas. Aunque puede ser divertido en muchos de los casos ante la diversidad de los que se beneficiaron, es preocupante, si candidatos con preparación y con mucho que aportar al país, con porcentajes de votación arriba del 15%, quedaron fuera simplemente por ser independientes o por haber formado parte de listas mal configuradas con candidatos débiles o por estrategias de los mismos partidos, de poner gente de confianza y muy manipulable para sus intereses que rendirán pleitesía ante el poder intimidatorio de los jerarcas y se transformaran en carne de cañón para los intereses creados.

Sebastián Piñera y Alejandro Guillier representan para el mundo ciudadano, y de ahí la reticencia a votar y mucha de la desesperanza que anda por ahí, como resabios del pasado en el mundo del futuro, demostrándonos en forma práctica que el país está dando muestras de un ostracismo preocupante ante la falta de lideranzas con proyección de futuro para llegar a la Moneda. De personajes que ni siquiera en las mismas huestes que apoyan estas candidaturas, sienten que son lo que deberían ser, que con el tiempo acarreará problemáticas de una posible ingobernabilidad y lo que ello significara ante una crisis de representación que puede complicar, ante un congreso que pase lo que pase tendrá serios problemas para legislar y el que resulte elegido, tendrá que lidiar con los extremos políticos en sus matrices ideológicas, que puede desarrollar problemas insufribles y luchas épicas por el poder. Que en el caso de Guilier son los comunistas y en el caso de Piñera es la UDI, que a fin de cuentas no son más que resabios del pasado en el mundo del futuro y factor de intransigencia, ante una sociedad que espera altura de mira, en el cómo deben implementarse las reformas que se necesitan para mejorar el modelo de desarrollo.

Chile por su diversidad geográfica y climática, es considerado en la actualidad como el país con más potencialidad en Energías Renovables No Convencionales (ERNC) del mundo y ese es un plus que se lo quisieran países como Inglaterra, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia o Suiza, que no pueden obviar de sus matrices energéticas la energía nuclear que importan desde Francia y del gas natural que traen desde Rusia, que los hace extremadamente dependientes, a pesar de las grandes inversiones realizadas en ERNC, saben que nunca serán autosuficientes.

Esta ventaja comparativa que Chile tiene la suerte de poseer, es en si mismo un factor de desarrollo, si tenemos la capacidad de producir estos procesos y tomar la oportunidad de producir energía limpia y renovable, usando todo el abanico que la naturaleza indistintamente nos ofrece en las formas eólica, solar, mareomotriz y la geotérmica y descartamos las no renovables de la matriz en plazos satisfactorios de formas contaminantes como el diésel, el carbón y la leña, que además producen mucho CO2 y aportan mucho al calentamiento global y al cambio climático. Además el país cuenta con la posibilidad cierta que en ciertos territorios, se puedan fusionar estratégicamente diferentes formas de energías renovables y de esa manera optimizar la producción en caso de ser necesario y que las regiones sean autosuficientes en sus matrices energéticas y con la posibilidad cierta de exportar los excedente de energía si los hubiera a los países vecinos y producir nuestra propia tecnología y adaptada a nuestra propias realidades.

En nuestro hermoso y árido desierto de Atacama, existen los denominados minerales verdes de la familia de las Tierras Raras del grupo de los platinos, como el Osmio, Iridio, Rutenio, el Paladio y otros minerales de la familia del Litio, como el Niobio, el Tantalio (Coltan) el Galio, el Germanio, el Rubidio, el Cesio y el Grafeno;  minerales útiles para las denominadas tecnologías verdes para uso en electrónica, medicina, de uso industrial, para baterías de autos eléctricos y híbridos, para catalizadores de vehículos, laboratorios químicos, para ipods y ipads, células solares, computadores, etc, etc, etc, que no es un tema menor y una oportunidad única de marcar la diferencia en positivo.

Entonces, "¿qué nos falta?", se preguntaran muchos para ir por ese futuro aprovechando todas las ventajas comparativas que tenemos. Nada más y nada menos, que dejar los intereses creados de toda índole y que tanto daño nos han hecho por décadas y ir por ese futuro que tanto nos necesita por el bien de todos y no solo de unos pocos y desarrollar un plan estratégico de desarrollo que este disponible y se implemente una hoja de ruta, tomando en cuenta las ventajas comparativas que poseemos y sea utilizado por los gobiernos de aquí al 2050 sin excepción. Ningún país ha logrado superar el subdesarrollo sin entender a cabalidad sus ventajas y desventajas comparativas, sin implementar un plan estratégico a nivel global que marque la pauta a los diferentes gobiernos, entendiendo en forma cabal el entorno social, natural, ambiental y cultural de la realidad que lo rodea.

Uno de los requisitos básico y fundamental que un país como Chile necesita para pensar seriamente en su futuro y proyectar sustentabilidad en formas y fondos de sus modelos estratégicos, no puede ser otro que incentivando la industria nacional y ponerle valor agregado a los recursos naturales que se extraen y financiando como se debe la investigación de las potencialidades para desarrollar tecnologías propias, tal como lo hicieron los países escandinavos en su momento en los años setenta, que entendieron que si no se ponían a trabajar ellos mismos en sus ventajas comparativas serían lo que pudo ser y no lo que deberían ser.

Imagen: Huawei / Agencia Uno