¿Un Primer Ministro para Chile? Las opciones que baraja la Convención Constituyente

31 Diciembre 2021
La Convención Constituyente tiene el desafío de generar un nuevo sistema político que modifique la relación entre el Presidente y el Congreso ¿Con cuál te quedas?
Francisco Varas >
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Foto: Unsplash

Ya han pasado 6 meses desde que la Convención Constituyente fue conformada y los desafíos que tiene dentro de sus funciones se empiezan a notar. Para el 4 de enero habrá un cambio en la mesa directiva, donde Elisa Loncón y Jaime Bassa entregarán sus funciones a un nuevo presidente que tendrá otros objetivos: ya no será encargarse de instalar a la Convención, sino de la articulación política de ésta con la ciudadanía en búsqueda de un pacto político que logre la aprobación de la nueva Carta Magna.

Sin embargo, existe otro reto aún más grande, y es el nuevo sistema político que se quiere instaurar. Dentro de las distintas fuerzas políticas de la Convención, existe un diagnóstico común de que el hiperpresidencialismo (que rige en Chile actualmente) es un modelo agotado, el cual ha mermado lentamente la relación entre el poder ejecutivo y legislativo

Un ejemplo claro ocurrió con Sebastián Piñera, quien tuvo que lidiar con una minoría en el Congreso, siendo muy difícil lograr avances con la aprobación de los Parlamentarios y Senadores. En sentido contrario ocurrió con Michelle Bachelet, quien tenía mayoría en ambas cámaras, pero la relación Presidente-Congreso ya estaba agotada, donde tenía que negociar uno por uno con los parlamentarios, significando gasto de tiempo, recursos y energía.

¿Por qué se produjo este quiebre en la relación? Debido a las atribuciones excesivas del Presidente, quien tiene las principales responsabilidades en materia legislativa y política pública. Esto significa que es un Co-legislador junto al Congreso: Presenta y tramita proyectos de ley, puede vetar lo decidido dentro de las cámaras, tiene la iniciativa en las principales materias legislativas (Gasto público, presupuesto, distribución, leyes laborales, seguridad social, entre otras), dándoles las urgencias que él estima conveniente, entre otras. 

Esto normalmente es un rol del Congreso, por lo que da la sensación de que éste tiene un poder sumamente reducido, donde su relación con el Presidente la determina, justamente, el Presidente. A los parlamentarios no les queda otra alternativa que congraciarse con él, o pararse en la vereda de enfrente y bloquear las metas de su proyecto. Es una especie de “gallito de fuerza” de lado a lado, quebrando la comunicación debido a esta asimetría. Es como una relación entre un padre autoritario y el hijo rebelde quien necesita mayor libertad para desenvolverse. 

El hecho de que el Presidente tenga que negociar con los parlamentarios 1 por 1 demuestra la debilidad del sistema electoral y de los partidos mismos, donde prevalece la idea del caudillo: una figura que sea toda una personalidad, capaz de conmover al público. 

Un ejemplo claro de esto es Franco Parisi, quien fundó el Partido por la Gente, y fue tanta su adherencia, que terminó siendo uno de los partidos más grandes del país. Sin embargo, frente a la falta de transparencia en el destino del dinero recaudado, probablemente tenga una caída abrupta en la cantidad de militantes y, por lo tanto, en su capacidad política.
Lo que fácil llega, fácil se va. Esto significa que la política de las personalidades, la cual respalda la importancia del Presidente como figura pública y eje a seguir, no asegura consensos y menos proyectos a largo plazo. Sólo las necesidades de esta figura en el corto plazo, porque una vez que se vaya, se acaba todo y será responsabilidad de la figura que lo reemplaza.

Pese a que es una postura unánime de que hay que cambiar el sistema político, también hay voluntad de mantener algunas cosas de este presidencialismo que ha regido en Chile durante casi toda su historia (exceptuando la República Parlamentaria de 1891-1925).

Tres son las ideas principales dentro de la Convención Constituyente:

1) Presidencialismo atenuado, lo que significa mantener el modelo, pero traspasando competencias políticas significativas al Congreso (lo ya mencionado, Gasto público, presupuesto, seguridad social entre otras). El Presidente tendrá además una nueva figura (puede ser el Jefe de Gabinete, Vicepresidente o una especie de Primer Ministro), quien se encargue de articular estas políticas entre legislativo y ejecutivo. En palabras simples, despersonalizar al Presidente, sin apuntar todos los dardos hacía él cuando de responsabilidad se trata. También le caerán a los Parlamentarios y a esta “mano derecha” del presidente. Además, no podrá dar veto, llevar al Tribunal Constitucional u otra acción que pase a llevar la voluntad de los legisladores. 

2) Semipresidencialismo, el cual también separa al Presidente de una figura de mano derecha. En este, el Primer Ministro será quien realice el rol de “Co-legislador” junto al Congreso, dejando al Presidente la función directa de Gobierno. Esta figura puede ser delegada por el Presidente o puede ser elegida popularmente, esto depende de la letra chica que escribirá la Convención. 

3) Parlamentarismo, el cual ya ha sido descartado por quienes lo proponen (Frente Amplio y No Neutrales), por lo que no será necesario indagar mucho en ello. 

Existen varios ejemplos internacionales dignos de mirar: Francia, donde la elección de Parlamentarios es después de las presidenciales para intentar asegurar que éste tenga mayoría en las cámaras; Portugal, donde el presidente nombra a un Primer Ministro, pero con el fin que sea adecuado a la mayoría del Congreso; Uruguay, donde existen dispositivos que permiten la censura del gabinete presidencial por parte del Congreso, y también la disolución de éste por parte del Presidente, forzando así el diálogo, negociación y acuerdos entre ambos. 
Hoy en día en Chile, si el Presidente tiene minoría en el Congreso, y le da lo mismo lo que pase dentro de él, tiene las facultades para pasar por encima de él. Algo así ocurrió con Piñera quien nunca quiso vincularse con el Congreso y está a vista de todos cómo le fue. Si no hay incentivo institucional a la negociación entre ambos, difícil será lograr mejoras. 

En conclusión, el cambio de régimen político tiene que traer consigo sí o sí una nueva distribución de fuerzas entre el Congreso y el Presidente. Y eso que también será clave ver si la Convención implementa un Estado Regional, donde será importante la relación con los Gobernadores Regionales, un Estado Plurinacional, tomando en cuenta a las diferentes naciones ahí creadas, u otra forma estatal. Pero esto será materia para otra discusión. Por ahora ¿Cuál de los 3 sistemas aquí propuestos te convence más?