Acerca de nuestra cultura e identidad

22 Abril 2020

Pandemia y Riqueza cultural

Gwen Saffie >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Hace unos días, las redes sociales se inundaron con memes alusivos al distanciamiento social, utilizando elementos característicos de diversas zonas de Chile para dimensionar esa distancia. 

En el caso de los serenenses, la separación sugerida entre personas fue medida -entre otras cosas- en papayas, botellas de pisco y papas chips, mientras que en otras zonas, la distancia era recorrida por corderos al palo, chumbeques, milcaos, chupallas, aceitunas, longanizas, chanchitos de greda y un largo etcétera de productos típicos, representativos de cada lugar.

Ante esta diversidad de productos y tradiciones, es comprensible que uno de los grandes temas de los chilenos es que asumimos que no tenemos una identidad nacional, una cultura y cosmovisión que nos identifique como compatriotas. Pareciera que la cultura de cada zona nos diferencia y separa, en vez de generar un punto de convergencia. 

Somos una mezcla heterogénea de climas, raíces, pueblos originarios, colonias, comidas, bailes, cantos y vestimentas. Y si a eso le agregamos una extensión territorial de más de cuatro mil kilómetros, cordillera, altiplano, playas y desiertos, cuesta encontrar elementos que nos representen a todos.

La diversidad se expresa también en nuestras raíces: todos tenemos algo de aimara, de selk’nam, de chango, kawesar, rapa nui, yámana. También tenemos un ancestro que vino de Italia, de Alemania, de Palestina, de España, de Perú.

Y eso es lo que nos define al fin como chilenos: esa maravillosa diversidad que nos convierte en una sociedad diversa, multicultural y llena de vida. Somos todos medio comerciantes, medio emprendedores, secos para los memes y expertos en reinventarnos. Nos gusta hacer asados, comer pescado frito con ensalada chilena y juramos que nuestra abuela hace los mejores pasteles de choclo y empanadas del mundo (en mi caso es la abuela de mi marido, pero vale igual).

La marraqueta, el pan francés y el pan batido son distintos nombres para referirse a un mismo tipo de pan, que sólo encuentras en Chile y que es un infaltable en nuestras mesas. No importa si le pones aceitunas de Azapa, queso de Paillaco, jamón de Capitán Pastene, sierra ahumada de Valdivia o aceite de oliva de Huasco. 

Tenemos una riqueza cultural extraordinaria que debemos rescatar y compartir. Esa riqueza no nos diferencia, sino que nos hace parte de una comunidad única: somos una mezcla de culturas, de tradiciones y de saberes que nos enriquecen como personas, como pueblo y como sociedad.