El acoso sexual callejero en Chile: Una invisibilizada agresión contra la mujer

26 Octubre 2014

En Chile 9 de cada 10 mujeres ha sufrido acoso sexual callejero. En un país con una cultura arraigada de machismo, es un tipo de violencia contra la mujer invisibilizada contra la cual no tienen practicamente ninguna herramienta legal específica para hacerle frente.

Carlos Ruiz B. >
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Probablemente muchos de los hombres que lean esta nota, le han silbado a una mujer en la calle, mientras otros han sido más "osados" y le habrán soltado alguna frase con mayor o menor connotación sexual a una desconocida, y en su fuero interno, habrán pensado que fue un "piropo" inocente. 

La pregunta es a cuantos de ellos le importó lo que pensara o sintiera la receptora de sus "halagos". Porque, criados en una cultura machista, se nos ha inculcado que esto es normal, y hasta una galantería, un ejercicio casi poético, y que incluso, podría levantarle la autoestima a la mujer que inspiró sus instintos carnales. Casi un favor. 

Y esto da cuenta de la situación de desigualdad en que se encuentra la mujer en Chile frente al acoso sexual callejero, una sociedad en que las mujeres, solo por su condición de genero, deben soportar en mayor o menor medida, miradas lascivas, los eufemísticamente llamados "piropos" con carga sexual, los silbidos, hasta derechamente las vulgaridades, las tocaciones, las exhibiciones y otros tipos de conductas por parte de desconocidos, no una, si no que varias veces al día.

Muchas veces para los hombres, es dificil entender el acoso sexual, porque no lo vivimos, de la manera sistemática que lo viven las mujeres, por lo cual no lo visualizamos como un problema. Y basta pensar solo en la fase más "suave" del acoso sexual callejero, para dimensionar esta realidad.

Porque en Chile, si una mujer quiere transitar por la calle tranquila, sin tener interacción con desconocidos, y que osa expresar su molestia por este acoso sexual, paradójicamente recibe más violencia de vuelta. Es "grave", es "feminazi", es "amargada", "tiene traumas", es "loca", "es cuática", "debería estar agradecida", "tiene trancas" etc, etc. Nadie, o muy pocos, pueden entender que simplemente una mujer puede que no se siente cómoda con nuestros "halagos". 

Bien lo sabe María Francisca Valenzuela, presidenta del Observatorio contra el acoso callejero. Es cosa de ver los comentarios que reciben en el fanpage de la organización, por parte de quienes no entienden, o no quieren entender, que para las mujeres puede no ser placentero el ser vistas como una cosa sexual, (ya que nadie "piropea" la inteligencia o las capacidades de una mujer que no conoce en la calle).

El grupo, formado en 2013, rápidamente concitó el interés de miles de mujeres que sintieron que habían otras que también se sentían victimas de una realidad practicamente normalizada en Chile, casi como un karma con el cual deben cargar, por el simple hecho de haber nacido como mujer. "Es un tipo de violencia contra la mujer super invisibilizado, fue como destapar una olla a presión, abrir un espacio para que quienes se sentían víctimas de esto pudieran expresarse" comenta María Francisca, frente al rápido crecimiento del proyecto, que la trajo a La Serena para exponer en algunas instituciones educativas locales.

Pero así como han recibido apoyo, también han sufrido las críticas, principalmente de hombres, pero también de no pocas mujeres.

"Hay grupos que asumen estas prácticas como normalizadas y naturalizadas, pero también hay grupos que piensan que esta práctica les puede subir la autoestima, porque también como hay hombres machistas hay mujeres machistas, pero operan desde la lógica de la desigualdad, porque ahí están asumiendo el rol de imposición en los espacios públicos" nos explica María Francisca.

Muchos justifican el acoso sexual callejero señalando que hay mujeres, que por su forma de vestirse "buscan" ser blanco de esta práctica, y que las víctimas de acoso están determinadas por ese factor, lo que en realidad es una forma de traspasar responsabiidades a la víctima y que, a la luz de las estadísticas, constituye un mito. "De hecho se suele poner como justificación a la vestimenta, pero 9 de cada 10 mujeres ha sido víctima de acoso sexual callejero, entonces, es solo porque son mujeres. Es un argumento que se usa para justificar esta práctica y para culpabilizar a la víctima, ella se lo buscó, ella lo desea, ella lo quiere, como si su cuerpo en realidad no le perteneciera y que la ropa que quiera usar no es un derecho". 

Cambio cultural

El Observatorio contra el acoso callejero busca que esta realidad se visibilize y asuma como una forma de violencia contra la mujer, violencia para la cual no existe un tipo jurídico específico al cual las mujeres puedan recurrir. Hoy en día la legislación chilena solo podría acoger, de alguna manera, el acoso sexual callejero verbal como "ofensas al pudor".

Es por ello que impulsan a que esta práctica disminuya no solo de manera punitiva, sino que a través de la educación y del cambio cultural.  "Apuntamos a que se visibilizen este tipo de conductas que afectan a la mujer, a que hayan cambios culturales y a que la legislación se haga responsable de estas cosas" señala a El Observatodo María Francisca.

"La legislación en que nosotros estamos trabajando se enmarca en un proyecto ONU mujer de la Unión Europea en que básicamente tiene dos áreas. Una que es una parte preventiva que tiene que ver con educación, de lo que nos compete como sociedad, y por otra parte de otros casos más graves que no pueden quedar impunes" agrega.

Pero, una de las preguntas más repetidas al hablar de penalizar el acoso es ¿cual es la frontera entre el halago y el acoso?

"El halago tiene la particularidad de hacer sentir bien. Ahí no hay problema, por ejemplo si viene de gente conocida, de la pareja, claramente puede generar una sensación de bienestar" señala la fundadora del Observatorio contra el acoso sexual callejero, organización que se ha mostrado dispuesta a dar este debate y establecer criterios que puedan constituir esta norma.

Distinto es cuando viene de un desconocido en la calle. "Se trata de una imposición en un espacio público, en que yo (el acosador) genero el poder en el cual siento que tengo la atribución de decir o hacer lo que quiera en el espacio público y la otra persona tiene que acatarlo".

Para ello han debido trabajar en una definición que establezca claramente que se entiende por acoso sexual callejero, y lo definen como “una forma de violencia de género no deseada que implica silbidos, comentarios sexuales, alusiones groseras al cuerpo de la mujer, tocaciones, masturbación pública, miradas extremadamente lascivas y exhibicionismo”.

En el mundo este tema tiene diversos avances, de acuerdo a los tipos de sociedades y al grado de machismo o desigualdad que enfrenta la mujer al usar espacios públicos. "Hay muchos países que están avanzados en este tema, no tanto en Latinoamérica. Sí en el caso de Perú, donde hay un proyecto de ley que esperamos tenga resultados positivos, pero hay países en que el acoso callejero es sancionado seriamente o en otros donde sencillamente no es un problema, y eso da cuenta que son sociedades mejores en este tema, y otros que lo sancionan duramente incluso con cárcel" agrega.

Obviamente esta legislación no es exclusiva para aplicarse a mujeres, si no que también para hombres que sufran acoso."A toda víctima de acoso sexual callejero, se habla más de las mujeres porque son el grupo más vulnerable" aclara la impulsora del proyecto. 

Si quieres conocer más del Observatorio contra el acoso callejero, puedes vistar su fanpage