"En Chile, el adulto joven es quien menos presenta percepción de riesgo por el COVID-19"

27 Marzo 2020

La Doctora en Salud Pública, epidemióloga, académica e investigadora, Paola Salas, señala que uno de los grandes enemigos es la falta de conciencia hacia el riesgo asociado de esta enfermedad.

Equipo El Obser... >
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Muchas han sido las recomendaciones que diferentes expertos han entregado frente a la pandemia del COVID-19. Para nadie es un secreto que es un virus altamente infeccioso y que puede agravar a muchas personas, en especial aquellas con factores de riesgos.

Pese a lo anterior, muchas personas no logran aún identificar el real peligro que esta enfermedad conlleva, debido a diversos factores, siendo uno de los principales la denominada “precepción de riesgo”.

Para la académica y epidemióloga ULS, Dra. Paola Salas, “la percepción del riesgo determina el tipo de manejo que podría adoptarse frente a una situación de riesgo. Se debe considerar entonces que se vuelve aún más complejo este concepto, si consideramos que la percepción y el manejo de este riesgo no dependen únicamente del acceso a la información, sino que también están influenciados por las condiciones que prevalecen en los contextos sociales y culturales”.

La Dra. Salas explica que, de acuerdo a las cifras del Minsal, “los rangos de edad que han documentado menor percepción de riesgo en otras enfermedades infecciosas, han sido los adultos mayores, los niños, adolescentes y jóvenes; respecto al género, es el varón quien se protege menos. En el actual brote de COVID-19 en Chile, los casos contrariamente se han presentado entre 20 a 59 años (80,6%), siendo mucho menor el porcentaje de enfermos, pero que se agravan más en el grupo de los adultos mayores de 60 años (14,8%). Hasta el momento los adolescentes (2,5%) y niños de 0 a 9 años (2,1%) son los que han presentado menor tasa de infección”.

Asimismo, la especialista hace hincapié en que “por lo anterior, podríamos señalar que las personas no creen en los riesgos asociados a esta enfermedad, especialmente el adulto joven en edad productiva, a pesar de saber o conocer lo peligroso que está resultando la infección en otros países. Podríamos suponer que ello ocurre por no sentir que el riesgo está llegando y acercándose a ellos, las personas piensan que le puede pasar a otros, no a ellos. Esto se conoce en epidemiología como falta de percepción de riesgo individual e incluso puede llegar a ser colectivo”.

Por otro lado, la académica sostiene que pese a los cientos de recomendaciones que se realizan por diferentes canales de información, “se ha visto que existen conductas que podrían estar apuntando que esta hipótesis sea verdadera, al comprobar que las personas no respetan las recomendaciones de permanecer en sus hogares, intentar no asistir a lugares donde otras personas podrían contagiarlos o continuar con factores de riesgo conocidos como el hábito de fumar, sin disminuir siquiera las dosis”.

Indica, además, que “estamos ante un escenario nunca antes vivido como chilenos, en la era de la tecnología, que nos plantea el desafío discordante que la menor percepción de riesgo podría encontrarse en la falta de información o inadecuada información que tienen las personas; por ejemplo, los niños, jóvenes y adultos jóvenes podrían no utilizar radio, televisión o leer información de fuentes confiables, ya que se ha descrito que ellos reciben principalmente la información a través de sus amigos o de medios de comunicación digital o masivos. Para esto es importante el consejo de la familia, pero especialmente de los pares con percepción de riesgo y el deseo de no querer enfermar”.

MEDIDAS Y RECOMENDACIONES

La Dra. Salas afirma además que “a nivel colectivo o de las comunidades se debe avanzar hacia la construcción del riesgo, donde las acciones para mejorar la percepción de riesgo en pro del bien común están en dividirlas en tres ámbitos: epidemiológicos, ambientales y comunicacional”. 

Explica que “en el ámbito epidemiológico, está en mantener un sistema de vigilancia epidemiológica activo y oportuno de notificación de los sospechosos que llegan a los centros de salud, acompañado de un fuerte sistema de vigilancia de la propia comunidad; la idea es que exista lo que se llama en epidemiología ´vigilancia de rumor´, que consiste en empoderar a la comunidad en el auto reporte y consulta precoz. También mejorar la vigilancia ambiental, asegurando el abasto de agua potable, jabón, desinfectantes, crear rutinas de limpieza de superficies en las oficinas, puestos de trabajos y dentro del hogar”.

Además, señala que “debemos reforzar la comunicación de riesgo donde se debe dar prioridad a la entrega de información de los casos en tiempo real o lo antes posible por las autoridades sanitarias, y reforzar las comunicaciones de medidas de prevención y control”.

Finalmente, la profesional aseguró que “necesitamos desarrollar, además la percepción de riesgo individual, el fortalecer vínculos importantes como el afecto, la solidaridad y la empatía con el que se enferma, así como comenzar a disminuir la ansiedad acerca del por qué el aislamiento preventivo es una medida de seguridad adecuada, siendo que ha sido casi la única medida más efectiva en la mayoría de los países que ya están en etapa de involución de la infección de manera masiva”.