La "Magia" de la Teletón

29 Noviembre 2008
Una mirada distinta a un fenómeno nacional indiscutible.
Jorge Trujillo >
authenticated user Corresponsal

Este fin de semana todo Chile vive un acontecimiento que se ha institucionalizado como uno de los mayores elementos constituitivos de identidad chilena: la Teletón. Y lo es nos guste o...no nos guste.
Un momento ¿A quién NO le puede gustar ayudar a una fundación sin fines de lucro que, a través de la ayuda mancomunida de todos los chilenos, consigue ayudar a miles de discapacitados a elevar su calidad de vida y sus posibilidades de surgir? Atacar a la teletón es casi visto como un sacrilegio flagrante al espíritu nacional, sinónimo de no tener corazón, espíritu altruista y nacional que merece el repudio público y más o menos las penas del infierno para quien ose alzar la voz, sino pregúntenle a Jorge González, o a los responsables de The Clinic, o a mi mismo, quizás.
¿Se trata esta nota de un nuevo ataque a la teletón, esta vez de parte de un desconocido rebelde sin causa que gusta de armar polémicas por puro gusto o está desesperado por tener sus quince minutos de fama a costa de atacar cualquier cosa establecida? Pues sólo puedo decir a mi defensa que mi objetivo es analizar de manera fría, desapasionada y desde una perspectiva no implicada un tema sensible para muchos, y poner énfasis en ciertos razonamientos que no siempre se cumplen.
Pues bien. La Teletón es el sueño de todo publicista hecho realidad. Es una marca que reúne a su alrededor a otras marcas, potenciando su nivel de identificación con la gente, aumentando el consumo de los productos involucrados, transmitiendo valores y rasgos identitarios inoculados directamente a la vena del espíritu nacional ý más encima con ello ayudando de manera real y tangible a un sector desprotegido de la sociedad.
Desglosando: a través de la teletón hago que la gente prefiera ciertas marcas sobre otras, a las cuales se otorga un estatus privilegiado: un SELLO distintivo, publicidad, rostros de tv dispuestos a apoyar al producto a un módico precio o derechamente no cobrando nada (lo desconozco). El punto es ¿Por qué no todas las marcas pueden ser de la Teletón? ¿Qué hay que hacer para lograr ese estatus? Algunos podrán argumentar que el criterio se determina según las lucas que cada empresa se compromete a poner, pero, sin estudios en mano, podría rejurar que las marcas afiliadas a la teletón experimentan alguna leve variación positiva en sus balanzas comerciales a partir del hecho de SER las marcas de la teletón, permitiendo la realización de suculentas dádivas sin meterse la mano en sus holgados bolsillos.
De paso, los chilenos son bombardeados con imágenes de cuerpos esculturales, sonrisas perfectas y toda clase de shows escapistas (la "créme de la créme" de la infumable televisión chilena) matizados con historias de vidas truncadas por alguna tara genética o adquirida dramatizadas e infladas hasta el acabóse para movilizar a las conciencias de los trabajadores que no recibirán un peso de más por sacar de sus bolsillos algunas chauchas que aliviarán sus conciencias heridas a partir de ese show escatológico de cartón pintado extraído eso sí de una realidad tangible como la de los discapacitados que luchan por salir adelante. (un patrón que la televisión Chilena repite sin cesar con fines menos altruistas en noticieros estigmatizantes que hiperbolizan los aspectos más oscuros de la condición humana y nos recuerdan que "siempre hay alguien peor que nosotros" o bien que "cualquier ser humano puede tener sus quince minutos de fama/contrafama)
Y al final, la vida sigue. Nos volvemos a olvidar de los discapacitados que día a día deben circular por aceras terminadas a medias llenas de baches y contratiempos para fijarnos en lo terrible que son esos femicidas, esas pobres personas obesas mórbidas que necesitan un bypass gástrico, las personas con el rostro desfigurado que a fuerza de recuperar un rostro socialmente aceptadoi y estéticamente correcto hipotecan su vergüenza y sus vidas para que un grupo de gente adopte actitudes compasivas y otro se burle cruel y sardónicamente (deseablemente utilizando sutiles ironías para que no se note tanto) y tantos otros tristes ejemplos más, reralidades sociales que no concitan marcas globales en su ayuda, ni maratónicas campañas nacionales, aunque si entren al juego de la oferta y demanda de realidades que distraigan al ciudadano de a pie de aquella, tan preciosa, que deben enfrentar con una serie de elementos distractores inoculados incesantemente día a día.
La Teletón no es más ni menos que un perfecto megasello corporativo nacional, nacida de un megasello universal, un mecanismo de defensa y control al cual imita a la perfección: la compasión como negocio y arma de defensa de un sistema irreal hasta los tuétanos.
Lo más desconcertantemente retorcido es que si llegara a quedar inválido o desfigurado probablemente le Teletón me ayudaría sin más con una voluntad de oro y me tendría que tragar mis palabras, que podrían sonar llenas de maledicencia, más son aterradoramente reales.
En fin. No quiero destruir la teletón, es loable apoyar cualquier causa aunque sólo se trata de un parche o una lupa. Sólo pretendo hacer hincapié en algunas herramientas que podrían ser útiles en muchos otros contextos más.