¿Qué Chile queremos? Plebiscito 25-O: Comienza el proceso donde los chilenos deciden

23 Octubre 2020

Si se trata de jugarse el todo por el todo, este vendría siendo el escenario perfecto. Hoy no solo nos jugamos como chilenos un voto, sino que puede ser el momento que marque un antes y un después en la democracia moderna de nuestro país. 

Francisco Varas >
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Como el puntapié inicial de una copa mundial –para los amantes del fútbol- se podría comprender el proceso que en tan sólo horas se llevará a cabo: un plebiscito que materializará parte de un proceso histórico para Chile. Proceso que tuvo su génesis durante Octubre del año pasado, cuando millones de chilenos y chilenas salieron a las calles para decir: ¡basta!, explotando tal cual lo describían los medios como “una olla a presión”, debido a la cantidad de abusos que el sistema imponía sobre ellos. 

El inicio de estas manifestaciones tuvo varios matices, uno de los principales y de los que más resalto el Gobierno y la prensa fue el carácter violento de éstas. Los intentos de explicación a lo sucedido, a la fecha, siguen siendo innumerables. Algunas teorías rayaban en lo cierto, pero ninguna daba con el cuadro completo: desigualdad, falta de derechos sociales, desconfianza en la política institucional, y seguir nombrando es seguir escarbando dolores. Desde la clase política se aseguraba que “nadie lo vio venir” ¿En serio? Entonces ¿los profes? ¿los pingüinos? ¿los adultos mayores? ¿los niños desprotegidos? Fue una realidad alterna, seamos sinceros, hace rato la sociedad lo venía diciendo, y a gritos, solamente que ustedes como clase política hicieron lo que han hecho durante años: se taparon los oídos y se hicieron los sordos. 

Tuvieron que pegarle una palmada en la cabeza para que se dieran cuenta: La revolución pingüina del 2006; huelgas por subcontrato en Codelco el 2007; movimiento universitario 2011, 2014 y 2015; No + AFP 2017; movimiento feminista 2018, entre varios más que venían a poner en jaque cada una de las aristas del sistema neoliberal chileno, amparado por la constitución actual. El estallido social sólo puede llamarse así porque es un cúmulo de cosas, pero nunca porque nadie lo vio venir. 

Pero, más allá de las causas ¿Cuál es el objetivo de aquellos que salieron a manifestarse? Si hay algo que puede definir el carácter de las manifestaciones, es la espontaneidad. No había un eje central entre los manifestantes, lo común era el conflicto frente a un sistema que no toleran más, una unión más definida por lo que NO se quería, que por lo que se buscaba. Es cosa de ver que estas manifestaciones cuentan con una baja capacidad organizacional, al no tener orígenes partidistas o de movimientos definidos. 

Como es una manifestación sin liderazgos, todos se sienten protagonistas, existiendo una horizontalidad sin precedentes, y haciendo una unión que mantuvo motivadas a varias personas durante un tiempo prolongado. Si bien parece una ventaja, también puede ser un nudo difícil de desatar. Sobre todo, a la hora de hacer contrapeso político a un sector conservador, el cual quiere mantener el statu quo que garantiza sus privilegios, a como dé lugar. 

Justamente a partir del carácter espontáneo del estallido social, se inicia un proceso de politización fuerte, dando consistencia a sus demandas: “renuncia Piñera”, derechos sociales (salud, educación y previsión) y nueva constitución eran las que más se vociferaban en el vox populi. En la misma calle se fue enriqueciendo el diálogo, desde consignas como “no son 30 pesos, son 30 años” y su correspondiente pregunta ¿Por qué? marcaban el inicio de una conversación enriquecedora. Conversación que era más que un debate cotidiano, era un análisis histórico que explicaba todo lo que estaba sucediendo. Un análisis desde la calle, ese que tantos investigadores, asesores y políticos desean saber. 

Estas conversaciones se fueron canalizando en asambleas, cabildos, juntas de vecinos, entre otros medios. Instancias donde se hacía un ejercicio entre pares, bastante más democrático que ir a votar por un representante, el que poco tomará en cuenta los intereses de sus electores- o así lo han demostrado durante 30 años de promesas decepcionantes-. Lo que se desarrolló fue un compromiso político con los otros, los vecinos y la sociedad. Escuchamos personas decir que su vida vuelve a tomar sentido a partir de esto, con tono romántico y grandes expectativas. Lo que parecía agresivo se transforma en algo más humano, solidario. 

Muchos de estos participantes decían no entender directamente de política. Sin embargo, se fueron dando cuenta que no había mejor ejercicio político que el de compartir sus problemas, hacerlos organización y transformarlos en demandas. Se aprendió entonces a dejar de lado el carácter tutelar de la política, ésta ya no se limitaba a votar por alguien y que los represente, saberse los nombres de todos los parlamentarios y listo. Al contrario, al no creer en ellos, nos dimos cuenta que sabemos lo que necesitamos, llegando al punto clave de lo que es la práctica política. 

En síntesis, desde la espontaneidad se hizo política como un largo proceso de aprendizaje colectivo. Proceso que no debe quedar sólo en aprobar una nueva constitución, y si ésta es mixta o constituyente. Se trata de saber a quiénes se elige y qué representan. Después de eso, entender que ellos tienen la carga de representarnos a nosotros, y nosotros tenemos la tarea de hacérselo saber a ellos. 

Debemos ser cautelosos de que la clase política use una antigua artimaña que es una de las claves de la crisis de representación existente desde el retorno de la democracia: La cooptación, un mecanismo en que la clase política se apropia de las demandas de los movimientos, toman las ideas y las transforman para su propio interés. Ejemplo de esto es el intento del Gobierno mediante “cabildos” basados en diálogos ciudadanos y así hacerse cargo superficialmente de los problemas expuestos en Octubre. Por lo que, en caso de que gane el apruebo en el plebiscito, habrá que tener ojo con este aspecto. Tan clave como la votación misma. 

Pero no queda sólo en el Gobierno. Es cosa de ver cómo los sectores más conservadores han decidido sumarse al apruebo, concentrando su energía en la elección de convencionales en Abril. Y de este modo vayan coordinando contenidos para la futura redacción. “Si no puedes contra ellos, úneteles” dirían en varias películas. También es interesante observar cómo este sector se divide entre rechazar o aprobar, pero ambos buscan una convención mixta. Es ahí donde tienen un nuevo espacio para pelear por sus intereses. 

Ocurre un caso similar con el sector independiente. Se han visto varias campañas que llaman a no votar por partidos tradicionales, que se vote únicamente “ciudadanos”, haciendo referencia a este tipo de candidatos. Pero hay que tener clara la existencia de independientes conservadores y también partidarios por la transformación, incluso representantes que pudieron haber votado rechazo en primera instancia. Lo que se espera entonces, es tener un pensamiento crítico a la hora de elegir representantes, ser capaces de ver más allá de la fachada y entender de la manera más profunda posible sus intereses. 

En caso contrario, si gana el rechazo el conflicto no estará ni cerca de acabarse. No será decir “ah, se rechazó ¿Vieron que estaba todo bien?”. La gente sigue descontenta, los mecanismos de cambio tienen que llegar, de una u otra forma. Pero de lo que no hay dudas, es que el Chile que conocemos actualmente tiene fecha de caducidad. 

Este acuerdo constitucional no marca el fin del conflicto y mal llamado estallido social, pues no viene a solucionar ninguna de las diversas y poco coordinadas demandas que se expusieron en ese entonces. En el mejor de los escenarios se podrá marcar la pauta para el inicio de los cambios que la gente quiere, pero los problemas no desaparecen mágicamente redactando una constitución. Existe una clara conciencia social de justicia, aunque no hay claridad sobre lo que viene, y esa es la tarea de ahora. No sólo tener que pensar si aprobamos y rechazamos, es pensar lo que queremos como proyecto país. Y tu ¿en qué Chile quieres vivir?.