Un verdadero regionalismo

23 Julio 2014

OPINION: Los movimientos sociales han dado cuenta del centralismo por la falta de una política eficiente con proyección regional, que les permita sentirse participes de la toma de decisiones hacia sus propios territorios.

Andrés Gillmore... >
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Cuando analizamos la matriz de desarrollo, sin duda que aun faltaconstruir un proceso que nos permita lograr una regionalización más efectiva, entendiéndose que es el único camino viable que nos hace sustentables como país; reconociendo que las regiones son estructuras independiente, capaces de manejarse y aportar desde lo propio al emprendimiento nacional. Somos en este sentido un país tremendamente desbalanceado y las regiones constantemente conviven con grandes zozobras. A pesar de todo el discurso con que se nos ha invadido desde hace por lo menos diez años, sobre participación ciudadana y una regionalización efectiva, aun estamos tremendamente faltos de consideración a ese respecto y esta claro que a pesar de todo el discurso no hemos conseguido el respeto que necesitamos. 

Los movimientos sociales han dado cuenta del centralismo por la falta de una política eficiente con proyección regional, que les permita sentirse participes de la toma de decisiones hacia sus propios territorios; por eso mismo los movimientos sociales han surgido de esa misma descompensación desde a dentro de la sociedad y muy especialmente en regiones extremas, pero por eso mismo carecen de una estructura que les permita permanecer en el tiempo y proyectarse hacia el futuro, con una clara tendencia a extinguirse por la falta de una mejor sustentación ideológica y porque no decirla económica. 

Pocos han entendido que los movimientos sociales se llevan adelante sin una financiación adecuada que les permita a sus líderes mantener la objetividad que se necesita para lograr los objetivos; se tiene que entender que los que hacen parte de estos movimiento lo hacen en sus tiempos libres, dejando sus trabajos y sus familias de lado; bajo esta realidad enfrentan a la maquinaria de gobierno, que es financiada con los mismos impuestos que pagan los mismos ciudadanos que son parte del movimiento social que se rebelan ante el pragmatismo con que se administran las decisiones, representando una descomposición que juega en contra de los Movimientos Sociales. Podríamos decir que más que nada son grupos de presión, que actúan por necesidades puntuales que muchas veces son ideológicas más que conceptuales; pero no representan necesariamente un valor en sí mismos o una agenda de trabajo con capacidad de proyectarse en el tiempo. 

Todos los gobiernos en estos años desde la llegada de la nueva democracia, han hecho que hacen, pero en verdad no hacen en lo que se refiere a descentralización y regionalización que es imposible de hacer si no se considera seriamente en construir una constitución nueva que sea más representativa y eficaz; es posible que los gobiernos vayan a la regiones y se den el tiempo de escuchar las demandas, que “construyan agendas de participación social”, que expongan los temas que necesitan soluciones urgentes; pero si hacemos raya para la suma, es fácil constatar que solo es una puesta en escena para dejar a los habitantes de las regiones con la sensación que son participes de las posibles decisiones, pero debido a la constitución y al sistema presidencialista imperante, las decisiones finalmente no se toman en cuenta de acuerdo con la realidad de las regiones y sus objetivos de desarrollo y si por las necesidades de los gobiernos por cumplir sus compromisos internos y eso es totalmente diferente a trabajar por un regionalismo eficiente y participativo. Por mucho que podamos elegir un Intendente mediante el voto directo, si este no puede elegir a sus secretarios regionales, solo será una teoría que morirá en la práctica del hecho en si mismo. 

Los partidos regionalistas han surgido esporádicamente y normalmente se sustentan teóricamente en el progresismo como base ideológica, pero nunca han tenido la capacidad de lograr los cambios necesarios para lograr un regionalismo consecuente, descentralizado y efectivo, normalmente mueren en la discordancia interna. Mucha de su representación social, por ser ellos mismos muy centralistas al tomar sus decisiones crean una negación interna imposible de sobre llevar, porque al fin y al cabo solo nacieron como una manera de sustentar a líderes puntuales, carentes de convicción para establecer un formato de representación fundado en sus propios orígenes, carentes de objetivos específicos y lograr una injerencia interna real en los temas que conciernen a su región. 

Cuando analizamos el Movimiento Social en Aysén, que transformó Chile desde sus mismas bases, diríamos que fue uno de los mayores llamados de atención ciudadanos de la historia contemporánea del país, pero así mismo y a pesar de todo, los seudos líderes que fueron llamados voceros, no dudaron en utilizar las necesidades ciudadanas para crear sus intereses propios, dejando al descubierto las entrampadas necesidades de la política chilena por seguir perpetuándose, que no dudaron en descontinuar los objetivos del Movimiento Social y lograr los propios. 

Este cambio en los fundamentos sociales, ha demostrado que los procesos y la toma de decisiones en regiones, no consideran bajo ningún concepto las capacidades locales de las comunidades, entendiéndose que la relación con las diferentes instituciones ha tenido en falta un imperativo político de equidad social, necesario para lograr las reformas estructurales y regionalizar como corresponde. El discurso hasta el momento ha sido teórico más que practico y no tiene la suficiente convicción y la voluntad política necesaria, para desarrollar procesos participativos para generar capacidad de gestión y revertir la centralización que tiene casi destruidas las regiones

Los sistemas eficientes y ordenados, son aquellos capaces de entender el orden natural y el sentido común con que se debe actuar. Para una región eso significa lograr una mayor independencia ante las potencialidades naturales y productivas propias que posee, desarrollándose a través de sus propias capacidades y de acuerdo con su identidad cultural, contando con el poder de decisión y de gestión de las instituciones que componen la región de base, construyendo la fuerza del desarrollo regional que necesitamos.