[Opinión] El abandono del mundo rural

19 Enero 2018

Pese a las alentadoras cifras con que se abanican los empresarios y los políticos, el subdesarrollo sigue enquistado en las áreas rurales del Norte Chico. La elite ni siquiera dice ‘los huasos pueden esperar’. Es algo peor que eso; dice, implícitamente, ‘los huasos no existen’.

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Por Luis René Oro Tapia
Académico y cientista político

Es de contarlo y no creerlo. Es como una historia de náufragos abandonados a su suerte, pero al pie de la cordillera, en las semiáridas serranías del Norte Chico profundo. Ni más ni menos que 573 usuarios de la compañía de telecomunicaciones Movistar estuvieron durante casi dos semanas con el servicio interrumpido. Estuvieron incomunicados en plena era de las comunicaciones. No podían efectuar trámites por internet; no podían cumplir con sus obligaciones laborales ni comerciales; no podían coordinar actividades de ninguna índole; no podían saber del estado de salud de sus seres queridos que estaban con riesgo vital; no podían recibir noticias de sus hijos e hijas; etcétera.

La interrupción del servicio afectó a los residentes de la parte superior de la cuenca del valle del río Limarí, en la comuna de Monte Patria. Sus habitantes permanecieron incomunicados (pese a tener contratado el servicio de telecomunicación y abonadas sus cuentas), tal como lo estuvieron sus antepasados en la era previa a la de la telefonía. Pero ellos, a diferencias de sus ancestros, viven en el país más próspero de Sudamérica y en el único de la región que es miembro de la OCDE. Cómo han cambiado los tiempos. Todo parece indicar que Chile dice: ¡Adiós al subdesarrollo! Por lo menos esa es la impresión que queda al oír cualquier debate público, cuando los miembros de la elite política y empresarial ya no comparan a Chile con los vecinos del barrio, sino que lo comparan con los países de Europa y, en general, con los más exitosos del mundo.

Pese a las alentadoras cifras con que se abanican los empresarios y los políticos, el subdesarrollo sigue enquistado en las áreas rurales del Norte Chico. Claro está que no todo es cuantificable. Además los números, a veces, no dejan ver aspectos cualitativos que son decisivos en los asuntos humanos. Así, la dictadura de las cifras es adversa a los habitantes del mundo rural. No sólo porque ella invisibiliza a sus moradores (tanto en su calidad de consumidores como de electores), sino porque además deprecia y banaliza sus dolores y postergaciones. Ellos no tienen peso estadístico. Lo cual resulta ser fatal en el mundo neoliberal, porque en él la cantidad hace la cualidad.

Por eso, la elite ni siquiera dice ‘los huasos pueden esperar’. Es algo peor que eso; dice, implícitamente, ‘los huasos no existen’. De hecho, el mundo rural está completamente ausente del debate público chileno. ¿Qué autoridad pública se la juega por el mundo rural? ¿Fue tema de discusión en la pasada elección presidencial? ¿Existe una bancada de parlamentarios que vele, eficazmente, por sus intereses?

Uno de los indicadores cualitativos de subdesarrollo que suele olvidarse tiene que ver con el funcionamiento de las instituciones que prestan servicios y cómo éstas, a su vez, se relacionan con los usuarios. En lo que a este punto concierne, el área rural del Norte Chico sigue empantanada en el subdesarrollo.

En efecto, tanto la referida compañía de telecomunicaciones como la secretaría ministerial encargada de supervigilar al sector siguen concibiendo a los usuarios y ciudadanos, respectivamente, como mendicantes del servicio que ellas dispensan. De hecho, de nada han servido los reclamos efectuados por los suscriptores ante la compañía. Asimismo, nada eficaz ha hecho el seremi del ramo para hacer valer los intereses de los usuarios ante la referida compañía. Han transcurrido más de cinco semanas desde que las irregularidades comenzaron y todo sigue casi igual.

En este episodio (al igual que en el de las riñas en los terminales de buses y en la desregulación del transporte rural) la secretaría ministerial de transportes y telecomunicaciones de la región de Coquimbo ha tenido un desempeño penoso. Motivo por el cual sería conveniente, pensando en el bien de los ciudadanos y en la imagen política de la presidenta Bachelet, que el ministro de la cartera cambiara al seremi del sector, pese a que sólo quedan semanas para que la actual administración llegue a su fin. Nunca es tarde para enmendar errores. Menos aún si son los ciudadanos quienes padecen los efectos de una mala administración sectorial.

A estas alturas está claro que, en última instancia, el subdesarrollo es un tipo de relación de poder que ha resultado ser invulnerable a los sucesivos procesos de modernización. En consecuencia, ya no es un asunto económico; ahora es un problema político. Más aún, es un problema cultural. El subdesarrollo, como forma cultural, está en la mente. Y se expresa nítidamente en la manera cómo los citadinos, especialmente los que están parapetados en posiciones de poder, conciben el mundo rural y en la manera cómo ellos se relacionan con sus habitantes.