La consigna por la consigna.
El 13 de abril de 2013 por este mismo medio digital publiqué una breve columna que titulé “El imperio de las consignas” en la que aludía a cómo las personas comunes y corrientes, gracias a los entonces nuevos medios, pasaban de simples receptores a entusiastas y a veces vociferantes emisores de todo tipo de mensajes.
A partir del 18 de octubre, cuando gran parte de los chilenos se manifestó contra el gobierno y los políticos en general, contra el modelo e incluso contra el sistema; se exacerbaron los ánimos en la comunicación virtual y hubo un periodo de duros enfrentamientos verbales, desde las diversas percepciones e ideologías.
Con la llegada de la pandemia por el COVID 19 a Chile, se volvió a ocupar estos medios para enrostrar al gobierno su incapacidad ante la crisis y desde la otra vereda se recogió el guante para defender a las autoridades. Como verdaderos bots de izquierda o bots de derecha, no pocos internautas pasaron a repetir teorías conspirativas, miedos, dudas e ignorancia en la triple w.
Decía en 2013 que vivimos una época en que los mensajes se reducen en extensión y duración gracias a las tecnologías digitales. Esto tiene indiscutibles ventajas en la economía de tiempo y de otros recursos como papel, tinta, etc. Agregaba entonces que también se ha impuesto una suerte de moda de las consignas. Quizás los soportes más importantes para esta epidemia ideológica sean los muros de Facebook y los espacios de Twitter. En algo aportan los comentarios que se dejan en los diversos medios digitales tipo blog como éste. Hay que agregar ahora a Instagram y otros medios menos usados en Chile.
Me llamaba la atención de esta euforia de la consigna que, en el fondo – y a veces en la superficie -se pierde la discusión de ideas, la reflexión sobre temáticas de interés social, el análisis de los problemas del mundo, de nuestro país o de la ciudad en que vivimos.
Algunos amigos se han retirado de las llamadas redes sociales, otros lo harán sin duda, porque como decía yo en 2013, la consigna por la consigna acaba saturando y en comunicación sabemos que eso es fatal.
Obligados a permanecer en casa, pasamos más tiempo en Internet y muchas veces nos dan ganas de opinar, de expresar nuestros puntos de vista, de comunicar nuestros temores y también nuestras formas de hacer más llevadera esta vida de encierro. Ojalá que la libertad de expresión venga acompañada de una cuota de cordura. Antes de lanzar nuestros mensajes al espacio virtual, leamos otra vez, cuestionemos, revisemos, chequeemos, lo que queremos comunicar. Quizás eso reduzca la cantidad de basura en nuestro entorno.
Aquí les dejo mi columna de abril de 2013: “El imperio de las consignas”: http://www.elobservatodo.cl/noticia/sociedad/columna-el-imperio-de-las-consignas [11]
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